Danke

Un cartel electoral en la Wiedner Hauptstrasse

26 de abril.- día de San Trudpert. Felicitamos desde aquí a todos los Trudpertos y nos congratulamos de que sus padres fueran tan valientes como para bautizarles con este nombre tan sonoro como poco corriente.

Hecho esto, vamos a lo nuestro: hoy, pensaba yo que, en España, el final de las campañas electorales se parece bastante al final de la navidad. Pasadas las pascuas, los adornos terminan con buena suerte en cajas; con mala, en la basura. Pasadas las elecciones, los carteles electorales amarillean lentamente al sol de los descampados o son cubiertos al cabo de la semana con un anuncio de pomada contra las hemorroides.

En Austria, continuando con la tradición de buena educancia que tiene este pueblo, nada más cerrarse los colegios electorales, sobre la festiva propaganda aparece pegado un cartelito que pone “Danke” (o sea, gracias). Lo mismo sobre el retrato virado al sepia del vencedor, que sobre el cartel tuneado de “la valiente madre de diez hijos”, que sobre la faz del candidato rezador.

Con el “Danke” se extiende también un curioso silencio mediático que dura lo que tardan en disiparse los ecos del anuncio del ganador de la Operación Triunfo.

Los periódicos y las teles, que de algo tienen que hablar, comentan hoy que Fischer ha vencido con una mayoría muy holgada pero que su victoria, por ser tan fácil, ha resultado poco brillante. Ganas de chinchar, vaya. Y de empañar un poco el éxito del que se ha presentado a estos comicios como candidato independiente pero que, durante años, fue un conspícuo socialdemócrata.

Naturalmente, y dada la piña que se han dado (y que todo el mundo preveía, por otra parte) los protagonistas de los análisis han sido los ultras del FPÖ.

La cosa recordaba a Ciudadano Kane. En esta secuencia en la que el personaje interpretado por Orson Welles (y dueño de un periódico) se presenta a las elecciones. Se ve cómo, en la redacción, hay dos titulares preparados. Uno para la victoria y otro en el que puede leerse “Fraude en los votos”.

Fue conocerse el discreto resultado de Rosariyo y empezar el raca raca de Strache por los micrófonos. Que si Rosenkranz había sufrido una campaña de desprestigio, que si había que ver la muchacha lo noblemente que se había portado, que si todo había sido una caza de brujas, que si bastante bueno había sido el resultado, que si hasta sus hijos habían recibido amenazas, etcétera.

Antes, había comparecido la presunta bruja, o sea, Rosenkranz ,dando las gracias . Bajo la espesa base de maquillaje que se usa para la televisión, la señora lucía unas orejas rojas de cólera. Con ira mal disimulada agradeció el apoyo recibido, se declaró satisfecha y, cuando el periodista que la entrevistaba intentó hacer un inciso, le cortó y le pidió que le devolviera el micrófono “en nombre de la buena educación”. A pesar de que Rosenkranz no es objeto de nuestra simpatía precisamente, hay que reconocerle el espíritu de sacrificio. No debe de ser agradable poner la cara sabiendo de antemano que te la van a partir.

Pero quien piense que el FPÖ vive horas bajas que se vaya olvidando. Los extremistas han puntuado sobre todo en las clases más desfavorecidas de la sociedad (las que compiten más directamente en el mercado laboral con los inmigrantes)y entre los jóvenes, así que es probable que los azules se crezcan en las elecciones vienesas que se celebrarán próximamente.

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