El mal griego

Como decía Gila (q.e.p.d.) en Grecia está todo roto, hecho polvo…

28 de Abril.- Querida sobrina: leer el periódico en estos principios del siglo XXI es como ir montado en un coche por una autopista. Lo que hace un minuto era la actualidad rabiosa, un momento después es algo borroso, prehistórico, cosa de seres unicelulares. Hace un año, el mundo estaba convulsionado por una epidemia que iba a cepillarse a media humanidad (hoy, gracias a Dios, seguimos vivitos y coleando); hace diez días, los aeropuertos europeos estaban colapsados en un pitote de fin del mundo (hoy, la gente viaja como si nada y el volcán sigue escupiendo detritus geológicos). Es verosímil que para ti, cuando leas estas cartas, si es que las lees, esas noticias te parezcan parte del pleistoceno superior. Puntitos apenas distinguibles en la distancia.

Sin embargo, durante este último año y medio, quizá dos, el mundo ha cambiado muchísimo y es muy probable que tú vivas en una realidad fruto de las consecuencias de ese cambio.

Por lo pronto, y al ritmo que marca el implacable diapasón de la economía griega, el sueño europeo puede estar desmoronándose. Los acontecimientos se suceden a toda velocidad. Los optimistas objetan que la economía griega representa un porcentaje muy reducido del volumen total de la zona euro. Los informados, mueven la cabeza con suficiencia ante las reticencias alemanas de echarle una mano al ahogado gobierno meridional, y aducen que se trata de una estrategia para que los países que mañana pudieran estar en la misma situación (España, Portugal) se vayan poniendo las pilas.

Sin embargo, la gravísima crisis por la que está pasando el Euro es más profunda que una eventual bancarrota, porque es una crisis de identidad. Demuestra hasta qué punto la nave de la Unión es un barco con veinticinco capitanes. Cada uno de su padre y de su madre.

Cuando yo era pequeño, los sábados por la tarde, después de los dibujos animados, ponían películas viejas. En aquellas sesiones memorables (hoy, desgraciadamente, imposibles en el reino del telefilm) vi yo las rancias cintas de los hermanos Marx y, sobre todo, las de tarzán (con Johny Weissmuller). En aquellas películas, siempre había una secuencia en la que la mona Chita se enfrentaba a artilugios propios de la “civilización” y hacía gracia ver, sobre todo, cómo los usaba mal. Cómo desparramaba el polvo de maquillaje que había traido a la selva la esforzada heroina, o se perfumaba, o se pintaba los labios. Los alemanes, y con ellos los países más desarrollados de la zona Euro tienen la misma percepción de Grecia y de los países del sur (los llamados PIGS). Para ellos, aunque se haya disimulado con toneladas de banderas azules con estrellitas y el chimpún mil veces repetido del himno a la alegría, los habitantes del sur no se diferencian mucho de la mona Chita. O sea, piensan que durante estos años hemos estado derrochando el maná europeo (fondos de cohesión); que hemos tirado el dinero en lujos innecesarios (nuestra Expo sevillana, por ejemplo) y que ahora, cuando ya nos hemos gastado todo el dinero en chuches, lloramos.

Y la verdad, Ainara, es que el diagnóstico, como dijo el castizo, jode, pero no es totalmente desacertado.

Aunque el Gobierno español insiste mucho en que nuestra situación no es comparable a la de Grecia (buenos estaríamos, porque Grecia es hoy por hoy la casa de tócame roque) lo cierto es que, los gobiernos que nos gobernaron (el presente incluido) han sido totalmente incapaces de crear fuentes de riqueza duraderas. Y lo peor es que la cosa no tiene trazas de mejorar. El sistema educativo español, lo único que podría convertirnos de nuevo en una economía competitiva tiene una tasa de abandono escolar que duplica la media de nuestros vecinos del norte. La salvaje cifra de un treinta por ciento del alumnado no termina sus estudios.

Problemas económicos, caos educativo, falta de competitividad.

¿De verdad que no somos Grecia?

Besos de tu tío

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Comentarios

2 respuestas a «El mal griego»

  1. Avatar de Álvaro

    Estoy totalmente de acuerdo contigo. No sabría contarlo mejor.

    1) Es cierto que los del norte nos ven a los del sur como la mona chita. Estamos ahí porque hacemos gracia, pero no nos necesitan realmente.

    2) Los británicos, que son, tras los alemanes, los que más aportan a los fondos de cohesión, se ríen de como nos los gastamos y se indignan. Y ésto lo sé por experiencia de cuando estuve en España con mis amigos ingleses.

    3) Desde que vivo en UK, soy más euroexcéptico. Me lo ponen fácil últimamente, la verdad. A veces la UE da la impresión de ser una enorme máquina de derrochar dinero y una pérdida de tiempo en burocracia. Y, como tú bien dices, cada uno es de su padre y de su madre.

    4) La educación en nuestro país es de risa. Al estar la mayoría metidos en el sistema, no somos conscientes de sus deficiencias. Al menos no tanto. De todas formas, supongo que cada país tiene la educación que se merece.

    5) Lo de la actualidad en el siglo XXI es de risa. Todo para vender más periódicos.

    Un saludo.

  2. Avatar de Paco Bernal

    Hola Alvaro:
    Muchas gracias por tu comentario.
    La verdad es que, como tú dices, últimamente es muy fácil ser euroescéptico. Entre la nube del volcán y lo de Grecia…En fin. Pero también hay que recordar que la UE ha traido muchas cosas buenas. A eso hay que intentar aferrarse.
    Yo, la verdad, creo que la cosa va a terminar mal y que, como no se imponga un poco de sentido común la Unión se terminará fraccionando en una UE para ricos y otra para pobres.
    En fin…
    Saludos,
    P.

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