Los del Österreich (gran periódico) incluso rellenaban la noticia con dos recuadros: uno en el que reflejaban la letra de la canción a la que Herr Petzner ha puesto su voz. Otro, en el que el aspirante a triunfito declaraba orgulloso tener “muchos talentos” (¿Habrá un titular puesto con más mala leche?).
Herr Petzner argumentaba asimismo que, en estos tiempos de saturación mediática, el político que quiera arrimar el voto a la urna tiene que utilizar todos los medios a su alcance. Además, explicaba, la música en Carintia tiene muchísima raigambre y la letra de la canción ha pasado por la mirada escrutadora de las vacas sagradas del BZÖ –vamos, las pocas que quedan-. Dicho ganado bovino (con el mayor de los respetos) no había encontrado tacha ni mácula ni pifia en la ortodoxia política de la tonadilla.
¿Habrá vídeo del temazo? Preguntaban los plumillas. A lo que Petzner no decía ni sí, ni no, ni mediopensionista. Suponemos que dependerá de las ventas. De convertirse en el próximo número uno en las listas austriacas (el cd vale cinco jEur, así que por precio no será) es posible que Herr Petzner, al igual que hizo su malogrado mentor, nos regale un clip de promoción vestido con traje típico o que, más a la David Civera, decida mostrarle al mundo el delfín que lleva tatuado en los extrarradios del ombligo. Todo sea por la difusión de su programa político y el bien consiguiente de esta república.
Las lenguas vespertinas podrán afirmar, sin embargo, que Herr Petzner tiene otros motivos para preocuparse. Y es ya noticia vieja. Las autoridades sanitarias le han dado otro disgusto al declarar, sumándose a la opinión de varios organismos internacionales, que los Rayos UVA son peligrosos para la salud. Es más, que la manía de broncearse hasta dejarse la piel como un atolón abrasado por una explosión nuclear podía ser incluso una adicción no catalogada hasta la fecha.
Para evitar que el melanoma se extienda como una nueva plaga entre la loca juventú (sobre todo ahora que no está la cosa para gastos, con lo de Grecia) el ministerio de sanidad ha limitado la entrada a las cabinas de bronceado a los menores de dieciocho años. Cosa que a la rama de actividad en cuestión le ha sentado a cuerno quemado y ha prolongado el choteo que los medios se traen a cuenta del bronceado de Petzner, fronterizo con el púrpura, y que pasa por ser el abanderado de esta nueva moda estética.
Para explicarlo hay que hacer un apunte cultural. Aquí, sólo se broncean hasta ese punto las capas más populares de la sociedad y en todo caso, nunca los políticos. De dónde viene la moda no se sabe con precisión, la verdad. Quizá venga como muchas, por mimetismo con los ricos, que en invierno pueden permitirse el bronceado que producen los reflejos del sol sobre las nieves alpinas, pero el caso es que la noche del sábado se llena de criaturas a las que, en condiciones de luz escasa, sólo se les puede distinguir el blanco de los ojos.
Los rivales políticos de Petzner insinúan con malicia que, lo que él desea en realidad es convertirse en lebensmensch (mentor, pigmalión) de alguna de esas criaturas de la noche más oscura y peligrosa. Quién sabe: igual la canción que va a grabar Petzner, más que un himno patriótico, resulta ser un cañonazo bakala. Ganaría mucho público (y votos, ahora que los necesita tanto), qué duda cabe.
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