Belén y la ciudad de las alturas

Al fin y al cabo, todas las ruinas se parecen

6 de Mayo.- Grecia está muy presente en el imaginario colectivo del ciudadano germanoparlante. De hecho, el sirtaki (o similar) es una fórmula corriente en el schlagger (canción ligera alemana) y más de un ídolo y más de dos proviene de la Hélade.

Los últimos acontecimientos han hecho, además, que Grecia salte a los titulares de todos los periódicos, que cope las portadas de los informativos y, en suma, que se desate en Austria –igual que en toda la Unión- un acalorado debate en el que los leopardismos de la política local se mezclan con los intereses de la casa común.

Ayer, en el parlamento austriaco (por lo común un templo del sosiego) se vivió una jornada tensísima. La oposición le reprochaba al Gobierno la entrega al ejecutivo heleno de un pastizal que saldrá de los bolsillos de todos los contribuyentes. En un momento en que se debaten los prespuestos futuros del estado transalpino, en el que cada cual lucha por salvarse de los previsibles recortes impulsados por el vicecanciller Pröll –político conservador que se ha hecho el abanderado de la tijera y la mano dura para evitar males mayores- la oposición, encabezada por la derecha más dura, vio su oportunidad para sacar la tizona justiciera.

Fiel a su agresiva política de marketing, que presenta al canciller Faymann como un político translúcido y al vicecanciller Pröll como un burócrata paquidérmico, Strache ha publicado en la prensa un anuncio en el que dice la verdad con relación al caso griego pero en el que, desgraciadamente, no dice toda la verdad (lo cual, a veces, es peor que mentir).

Strache dice que Grecia es un saco sin fondo, que durante años ha estado devorando las ayudas de la Unión Europea con el objetivo de tapar su déficit y, como corolario, dice que Grecia debe ser expulsada de la zona euro (y abandonada a su suerte, nos tememos). Lo malo es que inyectar fondos en la economía griega, hoy por hoy, no es una opción. Es algo que hay que hacer. Porque si no, mañana la Acrópolis, esa ciudad en las alturas, puede estar en Madrid o en Roma o en Lisboa.

El runrún de la cigarra y la hormiga, agitado como una antorcha ardiente delante de la cara de Grecia, lleva varias semanas calentando el ambiente político austriaco. Tanto que ayer, para calmarlo, el máximo responsable de la iglesia ortodoxa griega en Austria se vio obligado a aparecer ante las cámaras del informativo nocturno. El más seguido del país.

En correcto alemán, pero con un fortísimo acento, el religioso, noble, barbicano, era la imagen de la dignidad en medio de la desgracia.

Por un lado, intentó justificar la postura de sus compatriotas que, según él, no entienden que lo sucedido es imparable. Instó a los televidentes a no dejarse llevar por la campaña de odio que algunas fuerzas políticas habían desatado sobre su país, al tiempo que agradecía la ayuda del gobierno austriaco en estas horas de necesidad financiera. Admitió además la existencia en Grecia de personas corruptas pero insistió en pintar a sus paisanos como una gente inocente, risueña, pobre y trabajadora. En fin: si quería parar el golpe no sé si lo consiguió. A nadie le gusta que le toquen la cartera.

Sigo (y casi ya termino, que sólo me quedan cuarenta páginas) con Anatomía de un Instante. Un libro que regala muchísimos (y muy estimulantes) temas a la imaginación y al pensamiento. Quizá porque confluye con una de las cosas que,aunque no lo parezca, más se tratan en este blog: la influencia de lo que se cuenta de las cosas en el desarrollo de las cosas. Y es algo que valió para la vida política de Adolfo Suárez, para la crisis económica que padecemos y para Belén Esteban. Por ser este último un ejemplo más claro, lo escojo: me preguntaba yo ayer ¿Estará empezando a actuar Belén Esteban como Belén Esteban cree que los que comentan los actos de Belén Esteban creen que debería actuar Belén Esteban? En otras palabras: la constante perspectiva de que sus actos van a ser vigilados y anotados ¿Influirá en las decisiones de Belén Esteban, al igual que la información económica influye en los altibajos de la bolsa? ¿Construye la realidad un personaje para que se le retrate? A mí me parecen preguntas apasionantes

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2 respuestas a «Belén y la ciudad de las alturas»

  1. Avatar de Maïte
    Maïte

    Si, influye. A mayor o menos escala todos y cada unos de nosotros somos unos manipuladores en potencia…solo hay que darnos la posibilidad de desarollar nuestros “superpoderes”.

    Tanto lo intenta o lo consigue (eso ya no lo tengo tan claro) la princesita de barrio obrero como los popes de la economía mundial.

    Mi pregunta es ¿cuando se les irá de las manos? por que doy por hecho que lo hará…

    Pd.- Eso de hacer pensar a uno un viernes a estas horas esta muy feo D. Paco

  2. Avatar de Paco Bernal

    Hola Maite:

    Yo confío en que sepan lo que están haciendo, aunque tampoco lo tengo tan claro. Yo lo que me pregunto es hasta qué punto las olas de alarmismo no generan más alarmismo. O los comentarios sobre la crisis no alimentan la crisis.

    Es como cuando en la guerra los ejércitos se esfuerzan en mantener la moral alta.

    Por algo será.

    Saludetes

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