Cómo acabar con los ojos como dos magdalenas de La Bella Easo
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3 respuestas a «Cómo acabar con los ojos como dos magdalenas de La Bella Easo»
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Hace poco leí un libro de viajes por Europa y, en el capítulo dedicado a Austria, el escritor se entrevistaba con un chico que trabajaba en este mismo campo de concentración (creo que como guía o como limpiador, no sé). Le estuvo preguntando por los chavales que lo visitaban, qué actitud tenían y todo eso, y me sorprendió la respuesta del chico: dijo que en Austria es obligatorio que los niños (creo que a los 15 años) visiten los campos de concentración, que forma parte del plan educativo o algo así. Desde luego, es una visita que (por lo que me ha contado la gente que ha estado allí) a pocos deja indiferente. A todo esto, también recuerdo un debate en el que se discutía si está bien que se conserven estos lugares tan atroces y que se permita la visita a ellos. La pregunta era si son un homenaje a las víctimas, un recuerdo macabro o (para algunos) una glorifiación de lo que hicieron. Saludos, Paco (y gracias por la traducción, ya te mandaré la respuesta aunque creo que la podré descifrar yo solita). Jeje.
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Cuando estuve en Dachau sentí un mal rollo palpable, pero al visitar Auschwitz aquello fue otra cosa. No llegó al llanto pero fue una de las experiencias más extrañas de mi vida: por azar todos nos desviamos unos de los otros y vimos diferentes partes, a cual más chocante. El día además era oscuro y tristísimo; pero lo peor fue encontrarse en una caseta de ésas a oscuras (porque llovía a cántaros), tener que salir corriendo para coger el bus y guiarte por medio de las vías del tren porque apenas se veía nada con la espesa lluvia. Impresionante y demoledora visita. Por otra parte, estar en Mathausen en el lugar donde tantos españoles perecieron debe ser también una sensación muy fuerte. Tendré que ir alguna vez. Un abrazo
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Hola a los dos:
A m. Tienes toda la razón. Aquí tienen que verlo todos los chavales. Y les ponen videos en el colegio. Y te puedo asegurar que no deja indiferente. Bueno, qué te voy a contar si has leido el post.
Saludetes
A the Duke: hay una cosa que has dicho y que llama muchísimo la atención: en Mauthausen tampoco hay colores. El pardo de la piedra, el gris del cemento y ya. Es lo que más sobrecoge.
Un abrazo
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