Los espíritus que vagan por el ambiente (IV): El plan infinito
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4 respuestas a «Los espíritus que vagan por el ambiente (IV): El plan infinito»
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Bueno Paco, tu abuelo con todos mis respetos, se inventó su religión particular.
Menos mal que era católico y practicante!!!!
El más allá es un misterio que solo descubriremos cuando nos muramos. El cielo existe, el purgatorio tb y el infierno tb. Yo no he estado, pero yo que soy católica practicante, me creo, espero y confío en lo que dice la religión católica.
¿En que se basaba tu abuelo para esas afirmaciones?.
Bueno Paco, cada cual que crea en lo que quiera pero crearte tuuuu religión a tuuuuu medida, eso no es ser católico.
Un abrazo
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Hola Chus:
Con todos los respetos también creo que, por suerte, Dios no es católico (o no solo). Esa es mi esperanza porque, si no, estaríamos apañados 🙂
No es el momento ni el lugar para hacer balance de las barbaridades que la Iglesia Católica ha hecho a lo largo de su historia (entre ellas, por ejemplo, someter a Santa Teresa a un proceso de la Inquisición o, más recientemente, elevar a los altares a una serie de personajes dudosos como poco).
Por otra parte, los dogmas en los que los católicos estamos obligados a creer han resultado ser tan plásticos que tampoco pasa nada por que mi abuelo jugase un poco con ellos (por cierto, no es solo mi abuelo: él manejaba una serie de nociones que son corrientes entre los aficionados a “lo oculto”). Un ejemplo de antes de ayer, menor, si quieres: hasta hace muy poquito, los católicos estábamos obligados a creer en el limbo. Ese lugar al que iban los pobres niños sin bautizar. Hasta que Juan Pablo II se levantó una mañana y decidió que ya estaba bien de limbo. Que no existía ¿En qué se basó? A todos nos bastó su palabra. Dada la evolución última de la Iglesia es bastante probable que, después de tener que admitir que el cielo y el infierno no son lugares físicos, papas futuros se inclinen por una teoría parecida a la de mi abuelo que resulta mucho más consoladora, dónde va a parar, para los afligidos de esta tierra.
Por último, me gustaría señalar que, si el mandamiento principal de la ley de Dios es amarnos los unos a los otros, mi abuelo lo cumplió con creces. No sólo por todo el bien que hizo durante su estancia en esta tierra, sino porque fue un hombre que se arrepintió a tiempo de todo el mal que ocasionó -que fue poco de todas formas- y , en un gesto que le honra y que le coloca a una altura ética que no alcanza mucha gente, pidió perdón personalmente a todos los afectados por sus traspies siempre que le fue posible.
En fin que, como dice la Biblia, en la casa del Señor hay muchas moradas y seguro que hay una para los descarriados que creen en la reencarnación :-).
Abrazos mil 🙂 y gracias por leer las tonterías que uno escribe.
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No soy catolica ni practicante, lo cierto es que tiro más a atea que a otra cosa, ademas de “cargarme” mucho los curas y todas sus hipocresias pero cada uno que crea en lo que le dé la gana que yo no estoy en este mundo para juzgar a nadie.
La impresión que me da es que tu abuelo era una persona con la que se podía estar toda una tarde hablando sin cansarse, alguien que siempre tenía algo que decir, algo que aportar y, me atrevo a decir, una enorme bondad.
Me quedo con la sensación de paz y cariño que transmites cuando hablas de él. le debes echar mucho de menos…
Un beso
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