21 de Agosto.- Hoy, mi sobrina Ainara celebra su tercer cumpleaños. La he llamado a eso de las once y media y estaba muy ocupada probando su nuevo juguete: una bicicleta rosa de Dora. Inmediatamente le ha cogido el tranquillo a eso del pedaleo (es una muchacha muy ágil, no como su tío fue de chico) y, mientras hablaba con su padre, ella no hacía más que ir para arriba y para abajo por su casa; el problema es que su casa no es que sea un circuito con largas rectas, así que me parece que, por la descripción que me han hecho, a estas horas mi sobrina dominará ya el arte de tomar las curvas con toda la gracia del mundo.
Luego, he estado hablando con ella por teléfono y, como Ainara es multitarea, al mismo tiempo que me contestaba, estaba viendo dibujos de Mickey Mouse que, ahora, son sus favoritos.
Como, por razones obvias, no podré estar esta tarde en la fiesta en la que se reunirá toda la familia, le voy a hacer un regalo virtual. Se trata de esta foto que tomé, lo recuerdo bien, en la Wienerstrasse de Berlín. La verdad es que la imagen estuvo a punto de no existir, porque el grafiti estaba muy escondido en un portal (en Berlín, como ya dije un poco más abajo, pintan en todas partes). Lo curioso de este grafiti es que, el parecido con Ainara es tan perfecto (por lo menos en mi opinión, aunque quizá la chica de la foto es algo más mayor de lo que Ainara es ahora) que podría ser perfectamente un retrato suyo. Los mismos ojos grandes, la misma media melena, la forma inconfundible de la cara y la nariz. Como mis lectores saben, no me gusta poner fotos de Ainara en el blog (vamos, ni siquiera las pongo en Facebook) pero yo creo que por un dibujo no pasará nada.
Mientras escribía esta entrada me he acordado también de que hace justo 365 días, a estas horas, estaba yo esperando frente al Albertina al equipo de televisión que grabó mi (breve) momento de gloria televisiva.
Cómo pasa el tiempo…
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