Herr Strache intenta hacer funcionar el micrófono ayer en el centro comercial Lugner City (foto:www.kurier.at)
3 de Septiembre.- Estoy pensando, como me sugería un amable lector el otro día, en inaugurar una sección que podría llamarse “El rincón de Strache”. Extensible a “El rincón de Strache y sus boys”. Se debe esta decisión a que el amigo de los niños (arios) como mis lectores saben, presentó hace tiempo su candidatura a la alcaldía vienesa y ayer empezó su campaña electoral. Debido a este hecho y a que, como es sabido también, cuando habla este señor suele subir el precio del pan, es muy probable que, en el próximo mes, su nombre salga bastante por aquí.
De momento, lo único que podemos decir a ciencia cierta es que ayer, en el Lugner City (centro comercial que es el preferido de las clases populares vienesas y que, en glamour, está a la altura del Gasometer) Strache dio una charla que supuso el principio de su campaña electoral.
Las fotos de los periódicos muestran a Strache arropado por sus fans e, incluso, el fotógrafo del Österreich, ese gran periódico, se las apañó para tomar una instantánea que recuerda (en modesto) a las convenciones de los grandes partidos americanos; esos eventos que consiguen cruzar el árido mundo de la política con el risueño mundo de Ronald McDonald y en los que, invariablemente, siempre caen globos del techo en algún momento. No fue así en el caso que nos ocupa y el Österreich, para no faltar a la diosa imparcialidad, explica que, durante ocho minutos, Strache no pudo hablar (falló el sonido) y que, incluso, un gamberro anónimo, poniéndose a la altura intelectual de la campaña recién empezada, tiró una bomba fétida en medio del acto. Para escándalo de las arrobadas masas congregadas, claro, que sólo asocian a su ídolo con los seráficos olores de la santidad política. También dicen que hubo humo y que sonó (lo flipas) ¡Carmina Burana!
Por lo demás, el contenido de la charla de Strache pareció ajustarse a lo habitual; a fuerza de patrocinar a duros boxeadores, a los que sirve de representante, Strache vive convencido de que la política es un ring. Así pues, nuestro amigo le dedicó a su principal oponente (para él, los otros candidatos no existen) todo tipo de lindezas que llegaron, como suele ser el estilo de la casa, a la descalificación personal (“Häupl nunca llegará a estar a mi nivel”, por ejemplo, dicen los papeles que Strache dijo). No sabemos, eso sí, si esta afirmación es una loa involuntaria al oponente.
Añaden otros papeles, por ejemplo el Kurier que, al mítin de Strache asistieron numerosos simpatizantes calvos (glatzköpfigen Strache-Fans, dice el periódico textualmente). El uso de este adjetivo resulta un poco extraño si uno no está en la pomada. Sin embargo, estándolo, no resulta nada raro , pues ya se sabe que el medio que se arriesga a afirmar que Strache tiene algo que ver con el movimiento neonazi se arriesga también a meterse en un jardín.
En fin: los compañeros de partido de Strache, división Carintia, también han sido noticia estos días por haber colgado en su página web un juego en el que el que mata muhecines y derriba minaretes gana puntos. Preguntado ayer por este hecho, el candidato a alcalde de Viena dijo que sí pero que no. O sea, que él no hubiera utilizado el juego para captar votos pero que tampoco piensa que esté del todo mal el que sus compañeros de Carintia lo hayan hecho. Que allá ellos y que él no es la Kindermädchen de nadie. Ya veremos qué piensa la justicia de esto. De momento, ya ha tomado cartas en el asunto.
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