Helmut Berger en los setenta
17 de Septiembre.- En los años sesenta y setenta, durante la época dorada de la jet set que precedió a la crisis del petróleo, decir glamour, era decir Helmut Berger.
Helmut Steinberger, que así se llama de verdad, nació en 1944 en la ciudad austriaca de Bad Ischl, en el seno de una familia dedicada a la hostelería. Aunque ejerció durante un tiempo de camarero, para él estuvo claro desde el principio que lo suyo no era servir Schnitzels y Kaiserschmarrens a los parrroquianos medio dormidos del negocio familiar y, a los dieciocho años, se trasladó a Londres para estudiar arte dramático.
Dos años después, su vida dio un giro radical: Helmut, de veinte años, conoció al que sería su mentor y su pareja, el director de cine Lucchino Visconti. Fue él quien le dio su primer papel en la película de episodios “Le streghe”, de 1967. Aunque su revelación definitiva llegaría en 1969 con la película El crepúsculo de los Dioses en la que Visconti describía la connivencia con los nazis de una familia de industriales alemanes. El papel de Berger era el del primogénito de la familia y en la escena más escandalosa de la película (que hoy puede parecernos algo naive) Berger aparecía vestido como Marlene Dietrich en El Angel Azul.
Le llovieron los premios. Una nominación a los globos de oro como mejor actor revelación; la fama internacional y una temporada de fiesta en fiesta y de lugar exclusivo en lugar exclusivo, bajo la paternal tutela del signore Conte di Modrone. Fue durante esta época cuando protagonizó alguno de sus escándalos más memorables. Berger era especialista en darle a sus amigos los paparazzi imágenes con las que poder ganarse las lentejas. Y hubo alguno que pudo pagar la letra del pisito en donde vivía con la mamma y los bambini vendiendo las fotos en las que Berger se sacaba el carnet de padre y orinaba sobre el caliente asfalto romano.
En 1972 Berger se vuelve a poner frente a las cámaras dirigido por Visconti y, junto con otra paisana criada en Salzburg, Romy Schneider la cual, en aquel momento se encontraba en la cumbre de su serena belleza, protagoniza la película coproducida por la RAI Ludwig, sobre la vida del rey Luis II de Baviera.
Berger interpreta el papel que da título a la película y Romy, supremo morbo entre los morbos, vuelve a encarnar a la emperatriz Elisabeth. La película es un éxito (a pesar de que Visconti y Schneider tuvieron sus trifulcas durante el rodaje) y Berger disfruta de la gloria de ser aclamado universalmente.
En 1976, Visconti muere y Berger se hunde en una crisis personal que le llevará a un intento de suicidio frustado un año más tarde. A partir de ahí, el actor austriaco se convierte en una sombra de sí mismo; sin la protección de Visconti, su carácter turbulento, su lengua viperina y sus adicciones (que pronuncian su acusada incapacidad para guardar secretos) le llevan a películas de serie B y a tener que vivir de airear sus escarceos sexuales con la mitad del famoseo de los dos lados del Atlántico.
El hombre más bello del mundo, como alguna vez se le llamó, se convierte en un anciano prematuro que acepta casi cualquier cosa que le ofrecen para salvar sus problemas financieros (unas dificultades que él siempre niega). Entre sus saltos mortales profesionales están, por ejemplo, su participación como modelo (!) en el libro Sex de Madonna y una aparición como Guest Star en la serie Dinastía, amén de alguna que otra cinta dirigida por un oscuro cineasta catalán en la que compartía cartel con Norma Duval (!!).
Su último trabajo hasta la fecha se estrenó en la Berlinale de 2010 y se llama Blutfreundschaft (Hermandad de Sangre). Llegará este otoño a los cines alemanes.
Berger en la actualidad
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