2 de Marzo.- Querida Ainara: recientemente se ha descrito una enfermedad que se conoce con el nombre de “epilepsia paroxística”. La afección, sin embargo, no es nueva y la han padecido (mejor, gozado) varios personajes históricos, algunos de los cuales, al tener la pluma fácil, han acertado a describirla. Uno de estos personajes fue el escritor ruso Fiodor Dostoyevski y, a causa de la detallada descripción que el ruso hizo de sus placenteros síntomas, el trastorno tomó su nombre. La epilepsia paroxística o Epilepsia de Dostoyevski, como también se la conoce, se caracteriza porque los pacientes, por razones que aún no están claras, sufren ataques de felicidad extrema los cuales, según los médicos, alteran su esfera afectiva. Estos accesos de dicha pueden venir acompañados por visiones asociadas o, simplemente, por un “coloreado” de la realidad percibida por el feliz epiléptico.
Otra de las personas que experimentó este relativo padecimiento fue uno de mis personajes históricos favoritos: Teresa de Cepeda y Ahumada, a quien la Iglesia conoce como Santa Teresa de Jesús.
Desde que tomé contacto con sus obras, Santa Teresa ha sido para mí un ejemplo en muchos ámbitos de mi vida. La admiro como escritora, porque me parece que, incluso cuando trata temas transcendentes, su obra está recorrida por una media sonrisa que no excluye la autoironía, y que yo me esfuerzo cada día, mediante estos textos, en hacer llegar a mis lectores. También fue una persona muy paciente pero, al mismo tiempo, tenaz en un grado superlativo. Cuando a la de Cepeda se le metía algo entre ceja y ceja, no paraba hasta conseguirlo. Fue una mujer muy flexible que, sin perder de vista sus objetivos, adoptó en muchas ocasiones la estrategia del agua, que trata siempre de tomar la forma del recipiente que la contiene y de sacar el mejor partido posible de él. Y, en fin, fue una señora inteligente y con mucho sentido del humor. Cualidad indispensable para funcionar por este mundo (más aún por el peligroso del siglo XVII). Estoy seguro que Santa Teresa hubiera suscrito plenamente algo que yo digo siempre y es que Dios, más que amor es, sobre todo, humor.
Durante mis primeros tiempos en Austria, y aunque sé que te podrá sonar todo lo friki que quieras y más, mi libro de cabecera fue el Libro de las Fundaciones. El cual, a pesar de ser un libro religioso, puede leerse como una entretenida novela de aventuras, llena de enseñanzas morales. Un concepto que se repite en el libro y que es uno de los espinazos de la obra de Santa Teresa, es el de la obediencia. Yo lo entiendo así: la obediencia para mí, que ni soy religioso ni mucho menos santo, consiste en llamar al orden al alma cada vez que se interesa por indagar en qué hubiera pasado si las circunstancias fuera otras de las que son.
Nuestro control sobre lo que nos sucede, Ainara, es tan reducido, que especulaciones y cábalas como estas sólo pueden conducir al dolor. A un dolor estéril que no sirve para crecer, ni para hacernos la vida más fácil, ni para que entendamos mejor a otros seres humanos. Un dolor así sólo es fuente de amargura y de resentimiento.
Hacerse mayor, Ainara, en el mejor sentido de la expresión, consiste en dejar de perder el tiempo en pensar qué hubiera pasado si mi abuela, en lugar de ser mi abuela, hubiera tenido dos ruedas. Hay que dejarse llevar, con confianza y fe en que lo que sucede es siempre lo mejor que podría suceder (dado el control que tenemos sobre ello, es bastante más consolador eso que pensar que todo lo que sucede es una castaña). El resto, es ponerse a la tarea. Como Santa Teresa.
Besos de tu tío (el friki)
Ilustración: saltando al agua en la piscina del Olympia Stadion de Berlín (Archivo Viena Directo)
Sí que fue mi libro de cabecera. Te recomiendo que te compres la edición de Austral, la de Victor García de la Concha, que es mucho más legible.
No te puedo poner el link directamente a la documentación del artículo, pero si en Google escribes “Santa Teresa Patografía” es el tercer resultado. Está en Pdf.
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Pues Paco: No sabía yo de ese tipo de epilepsia.
¿Donde lo has leido?
¿Está cientificamente probado que Santa Teresa tenía ese tipo de epilepsia?.
Mira no he leído el libro de las Fundaciones, pero algún día lo leeré.
No me pega nada que haya sido tu libro de cabecera.
Un abrazo
Buenas noches:
Sí que fue mi libro de cabecera. Te recomiendo que te compres la edición de Austral, la de Victor García de la Concha, que es mucho más legible.
No te puedo poner el link directamente a la documentación del artículo, pero si en Google escribes “Santa Teresa Patografía” es el tercer resultado. Está en Pdf.
Me voy a la cama!
Besos 🙂