10 de Marzo.- La verdad es que, desde que me compré el DVD portátil, mi mundo es otro. Cuando no tengo ganas de correr en el gimnasio, me engancho al chismecillo y me pongo una película para amenizar las horas de bicicleta (nunca bajo de los tres cuartos de hora de pedaleo y con peli se me pasan en un suspiro).
Como las pelis normales tengo que fraccionarlas, he encontrado el truco de ver series. Los capítulos de las normales duran cincuenta minutos que es lo ideal para no fallecer agarrado al manillar de la bicicleta estática. Sobre el sillín, tengo que reconocer que me entrego a algunos placeres culpables. Por ejemplo, la serie que me he comprado esta semana al favorable precio de veinte lauretes. Se trata de “El último poli” (Der Letzte Bulle) y su visionado me dio ayer la idea para este post.
A los alemanes les encantan los krimis. Se llama Krimi a todo aquel producto (serie, libro o película) que trate de las andanzas de un policía a la caza de un malandrín (asesino, en la mayoría de los casos). Los alemanes empezaron a producir krimis después de la guerra mundial (durante el nazismo no habían estado bien vistos porque Hitler, lo más que leía, eran las novelas de Karl May; y los héroes de Dashiel Hamet encajaban mal en el prototipo de tiarrón ario que el nazismo preconizaba).
Dada la larga experiencia en su fabricación y el conocido amor de nuestros vecinos los piefkes por lo predecible, los Krimis que la ZDF, Prosieben o Sat 3 confeccionan para consumo interior siguen todos un patrón con el que quizá mis lectores españoles estén familiarizados a través de las aventuras del inteligente perro Rex.
Veamos las reglas analizando las características de “El último Poli”, protagonizada por el siempre competente Henning Baum (para más información sobre él, pinche aquí)
Si usted es guionista de krimis tendrá que saber:
a) Los capítulos no durarán más de cincuenta minutos y seguirán una estructura definida. Durante los diez primeros minutos, el policía recibirá una llamada que le llevará a la escena del crímen. Allí, encontrará un muerto. Un policía episódico le explicará las circunstancias en que se encontró el cadáver. Los cinco minutos siguientes, se dedicarán a plantear una historia que constituirá la trama secundaria del episodio (ver punto b) “gag del detective”); la tercera escena mostará al detective en la morgue. Procure que el cadáver, cubierto por una sábana hasta la altura del cuello, permanezca en plano durante toda la conversación. Dedique los siguientes viente minutos a interrogatorios y a desarrollar la trama secundaria del capítulo. Los diez últimos se dedicarán a una escena de acción en la que parezca que el criminal va a conseguir poner pies en polvorosa. Termine el episodio con un gag cómico que cierre la trama secundaria.
b) El gag del detective. Es muy importante que el detective protagonista de su krimi tenga alguna característica especial. Procure que esta característica sea definitoria del personaje y, en lo posible, que sea fuente de tramas secundarias, a ser posible cómicas, que alivien un poco la tensión dramática de la parte “negra” (nunca pasará de gris oscuro) de su serie. Si no se le ocurre nada, copie sin pudor de Agatha Christie. Su detective puede ser una vieja (Agathe Kann es nicht lassen), puede ser gay –aunque no mucho- (Mit Herz und Handschellen), puede ser gordo y vivir con su madre después de los cincuenta (Der Bulle von Tolz) o puede ser un perro (Rex). Usted mismo.
c) A pesar de que su serie trate (teóricamente por lo menos) de los bajos fondos, ni se le ocurra enseñar vísceras, ni sangre, ni tiros, ni nada. Los asesinatos deben de ser asépticos y se deben reducir al mínimo de detalles desagradables imprescindible para que la investigación no tenga que realizarse en un convento carmelita. Por supuesto, el sexo, sólo si es indispensable y siempre sugerente y sugerido; nada de política ni de ideología ni de valores que no sean los que sigue la corriente mayoritaria de la sociedad.
d) Para que su Krimi pueda venderse fuera de Alemania, procure que no aparezcan coches en donde pueda leerse la palabra “Polizei”, renuncie a dar cualquier tipo de pista sobre el lugar en donde se desarrolla la acción (idealmente mostará usted calles y edificios que remitan a la Europa occidental pero ningún monumento identificable) y procure evitar que sus tramas se desarrollen en lugares que puedan dar lugar a situaciones culturales como, por ejemplo, pedir comidas típicas.
e) Por último, no deje que la realidad le estropee una buena historia. Por ejemplo: Henning Baum en Mit Herz und Handschellen, hacía de policía gay (cuatro años: ganó varios premios). En la ficción, a veces, tenía un novio. Era curiosísimo ver cómo se las apañaban los guionistas para no sacar a Henning nunca en el mismo plano con el actor que hacía de su novio en la ficción o cómo dos personas que, en la ficción, se acostaban juntos todas las noches, no tenían jamás una muestra de cariño el uno con el otro. En “El último Poli”, Baum, dispuesto a demostrar su versatilidad, hace de poli machote. En la primera escena, se despierta de estar veinte años en coma. Lo primero que hace es levantarse ágilmente de la cama y afeitarse una barba como de Robinson Crusoe ¿Rehabilitación? ¡Quién la necesita!
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