ACTUALIZACIÓN: El sábado, 21 de Mayo, está convocada a través de Facebook una concentración en apoyo de la iniciativa DEMOCRACIA REAL YA en la Argentinierstrasse de Viena, número 34, frente a la embajada española.
12 de Mayo.-Querida Ainara: desde Viena (y casi en camino para España, a donde llegaré en breve) se observa con curiosidad la movilización que, bajo el nombre Democracia Real Ya, sacó a muchas personas a la calle durante estos días pasados y que, si los periódicos no mienten, ha provocado que hayan pasado la noche pasada al raso.
“No somos mercancía de banqueros y políticos”, dicen. Hasta el momento, el movimiento ha sabido capitalizar el descontento que flota en amplias capas de la sociedad española y que, en mi opinión, no es más que la manifestación palpable de una cosa que se puede leer muchas veces en las más de ciento cincuenta cartas que te llevo escritas: los políticos españoles han perdido, totalmente además, cualquier conexión con la calle.
“Violencia es cobrar seiscientos euros” leo en una pancarta, y me acuerdo de que, antes de venirme a Austria, yo ganaba poco más (con mis carreras y mis idiomas, y eso que, en aquel momento, España vivía en un paraíso inmobiliario por el que corría la pasta sin que pareciera que iba a ponerse nunca el sol en el cielo verde dólar).
Veo en las fotos y los vídeos riadas de gente que ha descubierto que existe otra gente que está igual de cabreada que ella. Veo las caras sonrientes, leo los posts o los correos eufóricos, escucho a los políticos españoles (otra vez con el paso cambiado, otra vez) balbucear tímidas excusas, autoreivindicaciones o, directamente, subirse al carro haciendo cálculos de lo que pueden representar los movilizados en las urnas del domingo 22.
Debería estar contento, me digo. Y con sorpresa observo que no, que no lo estoy. Es más: me invade un hastío tremendo, porque me parece estar ante una película mil veces repetida que, por lo general, ha terminado mal.
Tu tío se está haciendo viejo, Ainara. Y se nota en estas cosas. Le cuesta entusiasmarse con según qué representaciones callejeras. Porque entonces, Ainara, también “nos merecíamos un gobierno que no nos mintiera” y “las cosas nos pasaban por tener un gobierno facha” y “no a la guerra” Y dime: ¿Qué quedó de todo aquello? ¿Qué quedará de esto? No lo sé.
Por otra parte, es sano que la calle se revuelva; que los políticos se enteren de que la gente que se sube al metro todos los días, que aprieta los dientes para currar por sueldos míseros durante jornadas que les consumen la vida, tienen unos horizontes más amplios que ver cada noche la serie que ponga Tele Cinco. Pero, en algún momento, este movimiento que, como todos, nace puro, encontrará un líder y ahí se joderá el invento. Porque se transformará de movimiento en otra cosa. En la misma cosa de siempre.
Besos de tu tío.
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