Sótanos

Bodega
El sótano, esa institución nacional (Archivo VD)

 

8 de Julio.- C. y S., mis alumnos de los martes, son unas bellísimas personas de cuya amistad me enorgullezco. Él, es técnico; ella, maestra. Tienen una niña guapísima con los ojos de un azul milagroso para la que, en estos momentos, hay encargado un hermanito.

Fue a través de ellos por los que yo conocí una localidad que, más tarde, se habría de hacer famosa en el mundo entero.

Me estoy refiriendo al bonito y tranquilo municipio de Amstetten, en el que nacieron tanto C. como S., en el que se casaron, y en el que residen muchos de sus amigos (alguno de los cuales conozco personalmente y puedo afirmar sin temor a equivocarme que son tan estupendas personas como C. y S.).

Lo de ser paisanos del Monstruo, C. y S. lo llevan con bastante filosofía e, incluso, ante unas copas de vino, hacen coñas al respecto de la afición de algunos de sus convecinos, las bodegas, y demás instalaciones subterráneas.

Por ejemplo, hace un tiempo, tuvieron una reunión de antiguos alumnos del instituto local a la que asistió un profesor suyo. Dicho docente, se acercó a pedirles perdón por las perrerías que les había hecho a C., a S. y a sus condiscípulos, durante su trayecto educativo.

El hombre les comentó que, cuando coincidieron en las aulas, estaba pasando por una mala época y les expresó su público arrepentimiento por haber sido quizá un poco más estricto de lo necesario. Luego, les confesó que había dejado la enseñanza para dedicarse a un negocio que le iba fenomenal tanto a sus maltrechos nervios como a su cartera.

Sí: lo han adivinado mis lectores: se encargaba de excavar sótanos y bodegas por encargo.

Y luego no queréis que la gente hable– dije yo entre risas.

De todas maneras, cuando parecía que el runrún del Monstruo se iba disolviendo en el de otras noticias espeluznantes, otro caso lo ha vuelto a poner de actualidad. Últimamente, se ha resuelto la desaparición de una pobre muchacha de la que no se sabía nada desde hacía años. Estos días pasados se ha sabido lo peor que podía llegar a saberse: esto es, que sus restos han aparecido enterrados: cómo no, en un sótano.

El principal sospechoso, dueño de la casa en donde han aparecido los restos de la chiquilla, es un tipo al que uno no le gustaría encontrarse en un callejón oscuro. Gordo, presumiblemente seboso, tatuado y aficionado a la lucha. El indivíduo regentaba un videoclub que cerró días después de que la muchacha difunta desapareciese sin dejar rastro ¿Y dónde nació (el gordo, claro)? En Amstetten.

Aunque quien piense que esta afición a enterrar cristianos después de habérselos cepillado tiene algo que ver con la calidad del agua de la Baja Austria, no tiene más que pensar en el caso de la llamada Princesa de Hielo de la que no se sabe que haya pisado nunca la bonita localidad de Niederösterreich y que, según confesión propia, despachó a dos de sus parejas y luego depositó sus trozos cerca de los cimientos de su casa. Cómo no, en el sótano.

En Austria, el sótano es una institución cultural. Austria es un país de subterráneos, de bodegas en las que duermen los famosos vinos de la tierra, de túneles que comunican las partes subterráneas de los edificios u horadan las ciudades (Viena misma, con sus famosas canalizaciones). No en vano, fue austriaco el descubridor del subconsciente que, si bien se mira, no es más que ese sótano de la mente a donde van a parar todos nuestros cadáveres metafóricos. El sótano, cimiento de nuestras fobias más ocultas.

Quisiera terminar rompiendo una lanza por ese sentido común austriaco que, combinado con el sentido del humor negro, es la raíz más profunda de mi amor por este país.

Sólo un ejemplo: en la página de la Wikipedia dedicada a Amstetten, en el recuento de los hijos e hijas prominentes de la localidad y de sus profesiones, puede leerse:

Josef Fritzl: criminal.

Delicioso.

Comentarios

Una respuesta a «Sótanos»

  1. Avatar de Pyro
    Pyro

    Sasto, no en vano se dice que Viena es una ciudad doble: la de la superficie y la subterránea. Se dice que es inmenso el área plagada de túneles, bodegas y catacumbas que hay en la ciudad (tenemos que hablar con el conde-duque para más detalles). Además es muy característico -como bien dices- (por eso de la cultura y costumbres) el organizar en la capital visitas guiadas a túneles y catacumbas como las de Stephansdom o Michaelerplatz. Si esos espacios hablaran, la de historias que contarían entre las sucesivas pestes, asedios o escondites de la II G.M. 8-I

    Un abrazo

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