16 de Diciembre.- Empiezo este post confesando un pecado en el que he caido con frecuencia en este blog.
Casi siempre que hablo de la relación de los austriacos con los extranjeros y, en gran parte, debido al percal político que hay, desgraciadamente, en este país, me refiero a Heinz Christian Strache, el amigo de los niños (arios) y a sus dos plataformas mediáticas favoritas (el reconcentrado Kronen Zeitung y el mamporrero Österreich) puede dar la sensación de que los habitantes de este país son unas personas enemigas de todo aquel que haya nacido fuera de sus fronteras y no beba Almdudler como un descosido.
No es así. Y, si bien hay una parte de la sociedad austriaca que es, digámoslo ya, muy racista y muy cerrada, también es verdad que, mayoritariamente, este pueblo es por lo general sumamente cariñoso y acogedor, y que este que escribe mentiría si dijera lo contrario.
Para compensar, voy a hablar hoy de una de las personas que más trabaja en este país por los inmigrantes en situaciones más difíciles y que, debido a su compromiso, ha sufrido en sus carnes lo que supone estar en el punto de mira de los poderes fácticos (o sea, de esa parte cerril de la sociedad austriaca que cree a puño cerrado lo que pone en el Kronen Zeitung).
Me estoy refiriendo a Frau Ute Bock.
Frau Bock es una señora pequeña, de mirada dura, que parece sacada de una película de Fassbinder.
Nació en 1942 en Linz. Después de sacarse la Matura (la selectividad nuestra), Frau Bock estuvo trabajando en el sector privado durante un año, hasta que decidió que quería ser educadora. Se puso a ello y, en 1969, obtuvo un puesto en el Gesellenheim Zohmanngasse, en el distrito 10 de Viena. Centro del que obtuvo la dirección en 1976. Desde principios de los noventa, los organismos estatales de protección a la juventud empezaron a desviar al centro que dirigía Frau Bock a jóvenes extranjeros que habían sido descartados desde otras instancias del sistema público de protección. Fue así como esta señora empezó a implicarse cada vez más en los destinos de estas personas que, en la mayoría de los casos, habían solicitado asilo en Austria.
La labor de Frau Bock, como es lógico, no levantó demasiados entusiasmos entre cierto sector de la opinión de este país (la izquierda, sin embargo, estaba y está enamorada de ella).
Los malos de esta película creyeron haber desactivado a la corajuda austriaca cuando, en 1999, fue detenida, junto con otros treinta inmigrantes africanos que vivían en su centro, en el marco de la polémica operación Spring, uno de los despliegues policiales contra el crimen organizado más grandes de la segunda república austriaca.
Se la acusó, lo mismo que a los extranjeros detenidos junto a ella, de venta de drogas y de asociación ilegal. Debido a los cargos fue inhabilitada temporalmente y, aunque la acusación fue desestimada más tarde, se prohibió a Frau Bock el traer a su centro a más inmigrantes africanos.
A partir de entonces, la labor de Frau Bock se centra en crear pisos compartidos que ella misma financia y dirige sacando dinero hasta de debajo de las piedras.
En el año 2000 la señora Bock se jubiló y, a partir de entonces, con la creación de la fundación Ute Bock (Ute Bock Verein) se implicó todavía más en el destino de los solicitantes de asilo cuyo número, por el camino, había aumentado exponencialmente. En la actualidad, Frau Bock es una persona respetadísima que ha sido merecedora de las más altas condecoraciones del estado austriaco. Su fundación acoge a 350 inmigrantes solicitantes de asilo en pisos compartidos y otras mil personas sin techo tienen su domicilio legal en la fundación Ute Bock, en donde se les proporciona asesoría jurídica y social.
Por cierto, la señora Bock está de enhorabuena y por eso he tenido la idea de escribir este post. Ayer, un empresario austriaco le hizo entrega de un millonazo de euros para que abriera una casa de acogida en Favoriten.
PARA SABER MÁS
Aquí, la página de la fundación Ute Bock
Aquí, el artículo de la Wikipedia dedicado a Frau Bock
Deja una respuesta