Quiere mi corazón la paz basáltica
Del cielo que en tu cima se detiene.
Tu ascesis, que en lo oscuro esplende
Bañando el alma de blancura antártica
Quiere mi vida ser la flor catártica
Del roquedal que de los magmas viene.
Quiere que la dura luna la encadene
Al mineral de floración fantástica.
¡Quién fuera tú, de los siglos respetado!
Dios, piedra que en la piedra su ancla tiene.
Teide: monarca impasible y milenario.
Breve, mortal, todo cuitas y cuidados
Cualquier hombre, a tu lado, empequeñece.
Rastro de lágrimas sobre el yermo alucinado.
Puerto de la Cruz, 7 de Enero de 2012
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