La conciencia del Parlamento

Stephansdom
Todo está preparado en el Stephansdom (A.V.D.)

 

28 de Enero.- Mañana se va a producir en Viena un hecho que se puede calificar con tres adjetivos: histórico, inusual y festivo.

A partir de las tres de la tarde, se celebrará en la catedral de San Esteban la ceremonia de beatificación de Hildegard Burjan, la fundadora de Caritas Socialis. El hecho es histórico por la enorme estatura que, en vida y después de su muerte, ha adquirido la ejemplar figura de Burjan; cuya importancia es reconocida incluso desde ámbitos ajenos a la Iglesia Católica. Inusual porque, normalmente, las ceremonias de beatificación tienen lugar en el Vaticano. Con la de Burjan, se quiere volver sin embargo al uso original de la iglesia, que dictaba que el beato o el santo fuera proclamado en la diócesis en la que había vivido (en este caso, Viena). Y el hecho, por último, es festivo porque, en este mundo en el que no abundan las buenas noticias y en el que uno sabe poco de las buenas personas, es confortador saber que existió alguien como Hildegard Burjan, cuyo único objetivo en la vida fue hacer el bien a aquellos semejantes suyos que lo estaban pasando mal, y hacerlo más allá de la caridad, devolviéndole al sufriente la dignidad que el dolor, muchas veces, nos arrebata.

Con este motivo, Gonzalo ha tenido la amabilidad de escribir el post que hoy dejo a mis lectores y en el que se hace un repaso tan interesante como documentado a la vida de Hildegard Burjan: la conciencia del Parlamento, un ejemplo de valentía a seguir para todos los católicos y para todos los seres humanos en general.

LA CONCIENCIA DEL PARLAMENTO

Hildegard Burjan (Foto: Caritas Socialis)

 “Un interés vivo por la política, es propio de un cristianismo práctico” son las palabras de Hildegard Burjan (Görlitz-Alemania, 1883), conversa, fundadora y diputada. El próximo día 29 de enero será proclamada beata por el Cardinal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, en la Catedral de San Esteban de Viena. Y es que el título de estas líneas hacen justicia a la biografía de una mujer extraordinaria que iluminó los caminos de la acción social y política en la Viena convulsa, creativa y terrible del final de la Monarquía Imperial.
Nacida en el seno de una familia judía, se licenció en Filología alemana en 1906, doctorándose en Filosofía magna cum laude por la Universidad de Berlín. Poco después ingresó en el hospital católico de St. Ludwig aquejada de un cólico nefrítico que tras sucesivas infecciones  la llevó al borde de la muerte en la Semana Santa de 1909. Desahuciada por los médicos, le aplicaron morfina paliativa hasta que el lunes de Pascua mejoró contra todo pronóstico. A los siete meses recibió el alta médica, aunque le quedarían secuelas de por vida. La vivencia de la enfermedad y el conocimiento directo de la labor social de las monjas que la atendían, hizo que pidiera el bautismo en la Iglesia Católica pocas semanas después. Mudada a Viena con su marido, el ingeniero Alejandro Burjan, comenzó a madurar su catolicismo en contacto con los grupos de estudio de la revolucionaria encíclica de Leon XIII “Rerum Novarum”. Los sucesivos puestos directivos de su marido la incorporaron a la alta sociedad vienesa, al tiempo que quedó embarazada de su primera hija. Desoyendo las recomendaciones de aborto de sus médicos por su delicado historial clínico, Hildegard siguió adelante con un parto que la llevó  de nuevo al borde de la muerte, pero que tuvo como resultado una niña sana de nombre Lisa.
Convencida de que el cristianismo sólo es creíble cuando se transforma en obras visibles, comenzó su acción social ofreciendo soluciones concretas ante la precariedad laboral de las mujeres, su formación y capacitación. En 1918 entró en la partido Socialcristiano, primero como miembro de la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Viena, y más tarde como diputada, siendo la única mujer de su grupo parlamentario. “La conciencia del Parlamento” la llegó a calificar el Cardenal Piffl, que veía como se había convertido en la referencia moral para una clase política abandonada progresivamente a la demagogia y al oportunismo. Precisamente por sus decisiones de conciencia, de no acatar la disciplina de partido además de su condición racial de judía, factor decisivo en la sociedad austriaca de entreguerras, renunció a la reelección en 1920. Desde entonces, y hasta su muerte, puso todo su talento organizativo en la obra social de su vida, que tomó forma en Caritas Socialis, aprobada por Pablo VI en 1960 y que pervive hasta hoy en varios países de Europa y América con orfanatos, hospitales y residencias de ancianos.
“Cáritas Christi urget nos” fue el lema que, tomado de San Pablo, iluminó su acción social, apostando decididamente por devolver a cada persona la dignidad que a todos nos iguala:  “con dinero o insignificancias no se ayuda a una persona, desde un principio hay que ponerlo  nuevamente de pie y devolverle el convencimiento pleno: yo soy alguien y puedo hacer algo”.
La misma élite social que recibía en su casa no llegó a comprender ese compromiso con el prójimo que nacía de su amor afianzado en Dios -“todos los demás amores solo participan de Él”, solía decir- llegando incluso al escándalo cuando fue acusada de promover la inmoralidad por crear un albergue para atender a madres solteras y a sus hijos.
El año que Hitler entró victorioso en Berlín, Hildegard moría a los cincuenta años de edad a causa de su enésima complicación renal. Sus enseñanzas de vivir en tensión moral acorde con los propios principios fueron desoídas en una sociedad que se vería abocada poco después a la catástrofe del Nazismo y la Guerra. En su lápida en el cementerio de Viena se lee en latín “En ti, Señor, he puesto  mi esperanza, no me veré defraudada para siempre“. El Papa Benedicto XVI la proclamó beata en 2011.
Hildegard Burjan en Austria, como hicieron sus contemporáneos Ángel Herrera Oria en España o Alcide De Gasperi en Italia, tomaron parte en la lucha social y política solo por su compromiso religioso, poniendo conciencia a un siglo que se rebeló como el más inhumano de la historia de la Humanidad.

GonzaloGonzalo es ingeniero y vive en Viena; en la actualidad, estudia Ciencias Políticas

Comentarios

8 respuestas a «La conciencia del Parlamento»

  1. Avatar de D.A.
    D.A.

    Es curioso también el vínculo de De Gasperi con los ideales del partido socialcristiando, ya que éste era admirador confeso de Karl Lueger durante su época de estudiante en Viena. Se dice que el político austriaco influyó mucho en el italiano, sin dejarse convencer, eso sí, por su política xenófoba y sobre todo antisemita. Más bien parece haberle fascinado la aplicación que Lueger proponía de las encíclicas papales.

    Un abrazo y gracias por la biografía!

    1. Avatar de Gonzalo
      Gonzalo

      El Partido Socialcristiano es una amalgama de dificil clalificación. El hecho de que la judía Burjan fuera diputada en el mismo partido que Lueger fundó, da una idea de la viscosidad de su ideología. Todavía hoy se aprecía esa tensión interna en el heredero ÖVP.

      Saludos,

  2. Avatar de Lola Muñoz
    Lola Muñoz

    Es una alegría para el alma conocer la biografía de una mujer filósofa, religiosa, política y, sobre todo, comprometida con la humanidad. ¡Qué grandeza y qué valentía!.
    Que se muestre la beata como ejemplo y espejo donde mirar nuestras acciones de vida.
    Gracias y un fuerte abrazo, Gonzalo.

    1. Avatar de Gonzalo
      Gonzalo

      Las palabras convencen pero los ejemplos arrastran. Así me ha pasado al enterarme de lo que Hildegard Burjan hizo.

      1. Avatar de E.S.
        E.S.

        Mil gracias, Gonzalo, por la reseña biográfica de Hildegard Burjan, un ejemplo más de compromiso cristiano que no nos puede dejar indiferentes ante tanta tarea por hacer. Con el convencimiento, en efecto, de que nuestra esperanza en el Señor nunca quedará defraudada, esta beatificación nos llena de orgullo, de satisfacción y de fuerza para animar empresas encaminadas a devolver la dignidad al ser humano.
        Un abrazo.

  3. Avatar de Mamen
    Mamen

    ¡Que bonito! ” Yo soy alguien y puedo hacer algo”. Sobre todo cuando nos sentimos amados por Dios, de donde proviene la fuerza para el ” buen hacer” del día a día. Es posible un mundo mejor

  4. Avatar de Juan José Muñoz
    Juan José Muñoz

    Es consolador y nos da paz y alegría que haya personas como ésta que se va a beatificar hoy. Esperemos que los jóvenes y todos nosotros tomemos ejemplo.
    Gracias. Un abrazo.

  5. […]  https://vienadirecto.com/2012/01/28/la-conciencia-del-parlamento/ […]

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