6 de Febrero.- Desgraciadamente, para varios millones de personas la situación laboral en España se ha vuelto dramática.
En un país ahogado por la crisis económica, en el que la gente se tiene que agarrar, a su pesar, a cualquier clavo ardiendo, era cuestión de tiempo que floreciese también “la picarejca”.
Y es que, en época de vacas flacas, los trileros y los vendedores de lotería hacen su agosto.
Me manda un amigo un link a una página web muy pintiparada. El nombre del dominio es en inglés (no lo voy a dar porque no quiero arriesgarme a que me demanden por decir la verdad).
El diseño de la web es frescachón y busca dar una apariencia de solvencia. En el encabezado, el primer indicio de que nos podemos estar enfrentando a algo dudosillo como mínimo: un guapo mozo de ojos verdes, con cara de galán de ese tipo de películas que las chicas se ponen en esos días del mes en que andan necesitadas de dosis extras de glucosa, mira al lector. Si nos fijamos, nos damos cuenta de que, en la camisa, se dibujan las sombras de lo que parecen los restos de una marca de agua. Obviamente, la foto ha sido chorimangada de un banco de imágenes.
Si continuamos con el chequeo, nos damos cuenta de que, obviamente, la cosa sigue el mismo mecanismo de esas tómbolas de mi infancia en las que se sorteaba la inevitable muñeca chochona.
Paso 1: engolosinar al personal con el suculento premio (en aquellos mediados de los ochenta, la muñeca chochona o la indefectible yogurtera que recibieron muchas parejas de recién casados de la época). En este caso que nos ocupa, el premio es un trabajo. Se recalca que entre Alemania, Suiza y Austria hay 145.000 puestos de trabajo libres, a unos sueldos que el currante medio español no podría ni soñar.
Paso 2: “entrevistas” con aquellos que ya han conseguido su meta: felices emigrantes en la tierra de Cruella de Merkel que cuentan que sí, que el milagro es posible, que desde que viven en Alemania (curiosamente todos en la misma ciudad) su vida ha dado un giro “de trescientos sesenta grados”, que no pueden con la vida de la felicidad.
Paso 3: la guita.
Como decían en Fama:
-Queréis alcanzar la fama, pero la fama cuesta, pues aquí es donde váis a empezar a pagar.
Y vaya si se paga.
¿Quieres partir con ventaja en esta carrera por el nuevo El Dorado? Pues hale, hale, a rascarse la tarjeta de crédito. Como decía el feriante de mi niñez:
-.!A cinco euritos vale, cinco euritos cuesta! –mas IVA, en este caso.
Por la bonita cantidad de cinco euros al mes, más el correspondiente porcentaje de impuesto sobre el valor añadido, los avispados responsables de la página te envían a tu correo electrónico, lo que tú solito podrías encontrar: ofertas de trabajo. Eso sí, cada país (Austria, Suiza o Alemania) vale sus cinco euritos. Que el tema no es tarifa plana. Parecen decirte:
-No seas tonto, hombre ¿Vas a dejar escapar esta pedazo de oportunidad por lo que valen tres cubatas?
Obviamente, también recogen tu curriculum –para hacer base de datos- y, como el que avisa, no traiciona, ya te advierten desde el minuto uno que las ofertas de trabajo están en alemán y que, “si necesitas traducción, el servicio se encarece considerablemente”. También se ofrecen entrevistas telefónicas de una hora en las que, teóricamente, pulen tu currículum para que te sea más fácil conseguir trabajo en la patria de los germanos.
Pero el desparrame es ya total cuando, leyendo un poco más, quedas informado de que la web en cuestión ofrece también seminarios web sobre integración en Alemania. No me puedo resistir a copiar alguna de las preguntas que se responden en el curso. Son para mear y no echar gota. Al loro:
¿Por qué son tan fríos los alemanes?
¿Cómo puedo hacer amigos en Alemania?
¿Cómo puedo integrarme en Alemania?
¿Cómo supero el choque cultural?
¿Cómo están vistos los españoles en Alemania?
¿Cómo puedo combatir los estereotipos?
¿Que cómo puedes combatir los estereotipos? Siendo decente y no timando a la gente, hombre. Siendo decente.
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