28 de Mayo.- No sabemos si Benedicto XVI, ahora que está pasando por unos momentos algo chunguetes, se pondrá musica en el mp3 para descansar de los sinsabores del papado, pero lo cierto es que 1,2 millones de personas en todo el mundo han comprado una colección de temas bendecidos por él cuya segunda parte ya tiene fecha de salida: el 30 de Septiembre.
Los monjes de la abadía de la Santa Cruz (Heiligen Kreuz) situada por cierto no lejos de Mayerling, en los famosos y tupidos bosques de Viena, van a publicar la segunda parte de su disco “Chant-Music for Paradise” que fue platino en 2011.
La nueva colección de temas sacros se va a llamar “Amor et Passio” (castos y divinos los dos, por supuestísimo) y, aunque parezca raro en estos tiempos de incredulidad, lujuria y fornicio que corren, los del císter quieren hacerle la competencia a Lady Gaga y repetir la hazaña de colocar su nuevo single “Stabat Mater” (dolorosa) en los primeros puestos de la lista de éxitos.
La historia de los diez de Heiligen Kreuz no se le hubiera ocurrido ni a los más delirantes guionistas de películas de Marisol o Joselito.
Lo que empezó siendo un proyecto pequeño, a la medida de unos señores que compaginaban la música con la oración (y, como veremos luego, con otras actividades más lucrativas), se ha convertido en una ola de éxito gigante que incluso ha conllevado la fundación por parte de los monjes de su propio sello musical (Obsculta Music) empresa que hace sumamente feliz al ecónomo de la abadía, el padre Markus, el cual afirma, con la satisfacción con la que sus colegas del medievo comentaban el rendimiento de las tierras que rodean el zenobio, que “cada CD les deja cinco euros de ganancia”. Toma ya.
A diferencia de en España, sin embargo, en donde la Iglesia, hasta ahora, no paga impuestos (en virtud del concordato último entre la Santa Sede y el Gobierno español) los monjes de la Santa Cruz, con sus gorigoris, le han dado al Estado austriaco (y, con él, a los ciudadanos que nos beneficiamos de su actuación) 160.000 eurazos en impuestos.
Sin embargo, que nadie piense que el éxito de los monjes de la Santa Cruz es producto del azar. La abadía es, aparte de una isla de oración en este mundo en el que el papa ya no se puede fiar ni de sus íntimos, un floreciente conglomerado empresarial con un volumen de negocio de tres millones de euros anuales aproximadamente.
La principal riqueza de los monjes radica en sus explotaciones forestales (más de 4800 hectáreas alrededor de la abadía y otras 11000 en Estiria) de las cuales los monjes controlan toda la cadena de producción, desde la materia prima hasta el procesado de la madera, ya que Heiligen Kreuz es la feliz propietaria de un próspero aserradero y de una no menos próspera fábrica de productos derivados de la madera (que se usa como material de construcción en Austria muchísimo más que en España). Pero esto no es lo único: el pago de derechos de caza en los bosques pertenecientes a la abadía les deja a los monjes cantores alrededor de 600.000 eurazos de beneficio todos los años y, si hacen números mis lectores, podrán asimismo asombrarse de los ingresos obtenidos a través de los 800 caballos que, estabulados en una cuadra no lejana a Heiligen Kreuz, dejan todos los años un beneficio de entre 130 y 150 euros por cabeza, pagados religiosamente, y nunca mejor dicho, por los aficionados a la equitación.
Podría pensarse que los monjes de la Santa Cruz se pasan todo el día dándole a la calculadora, pero nada más lejos. Lo cierto es que también la abadía es un éxito desde el punto de vista espiritual.
Mientras en todos los conventos de Austria el número de monjes disminuye y las vocaciones son un bien tan escaso como preciado, Heiligen Kreuz está que lo tira: ochenta monjes viven entre los muros del convento y, como cada día son más los que se sienten llamados por el Señor a la vida monástico-cantora, el abad, el padre Maximilian, está pensando en fundar otra institución. Sería la tercera, pues los monjes de Heiligen Kreuz ya tienen una sucursal en el convento alemán de Bochum-Stiepel.
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