En los transportes de Viena no se cabe

Medios de locomoción
Se impone encontrar nuevos medios de transporte (A.V.D.)

9 de Septiembre.- En la actualidad, gobierna en Viena una coalición entre los socialistas, capitaneados por nuestro amigo, el facundo señor Häupl, y los verdes, con frau Vasiliaku a la cabeza.

Hasta ahora, la verdad, los verdes no terminan de encontrarle el punto al tema de gobernar, aunque uno piensa que, más que por incompetencia suya, viene a ser porque el alcalde de Viena tiene claro que los ecologistas son, más que una ayuda, un mal necesario a la hora de alcanzar una mayoría suficiente que haga gobernable el consistorio vienés.

Pese a todo, sin embargo, los verdes han conseguido colar un par de medidas novedosas. Una de ellas, por ejemplo, ha sido potenciar la utilización de los transportes públicos mediante un retoque selectivo de los precios.

Las tarjetas mensuales y anuales han pasado a estar a un coste ridículo para el viajero (45 euros la mensual, 365 la anual) y se han endurecido también las sanciones para todos aquellos que sean sorprendidos viajando gratis (de los setenta que te cascaban antes a los cien eurazos que te cascan ahora).

Principalmente estas dos medidas, combinadas con el precio actual de los combustibles, han hecho que muchos vieneses hayan echado cuentas para encontrarse con que usar los transportes municipales sale muy a cuenta. Por no hablar de lo bueno que es para la calidad del aire que todos respiramos que la gente deje el coche en casa.

Hasta aquí, la parte risueña del tema. Sin embargo, sucede que la red de transportes públicos, como todas las cosas de esta vida, tiene la capacidad que tiene. El incremento del número de viajeros en tan poco tiempo ha hecho que algunas líneas de autobús (la número 13, por ejemplo, que nos hace un gran apaño a muchos vieneses) y algunas partes del ferrocarril suburbano (línea seis) estén de bote en bote a todas horas del día.

Los intervalos, según la empresa de transportes, están ya en su mínima expresión (3 minutos) y el número de viajeros que han pagado su tarjeta no para de subir. Así pues, y a modo de test, la empresa municipal de transportes ha optado por hacer un experimento y ha suprimido varios asientos de una línea de tranvía, por ver si así, aumentando las plazas de pie (cuatro personas por asiento eliminado) se alivia un poco el problema. Las viejas vienesas, que todo el mundo sabe que son guerreras, están que trinan. Pero la empresa de transportes municipal dice que, o se eliminan asientos, o habrá que irse buscando a personas que, como en Japón, metan a la gente a empellones en los autobuses, los trenes y los tranvías. Si es que los vieneses no quieren acostumbrarse a tener que esperar al siguiente autobús o al siguiente metro par poder subirse y llegar a sus destinos.

Estas estrecheces han hecho que resucite la idea de construir una nueva línea de metro, la U-5, que atravesara la ciudad por dentro del Gürtel y fuera a morir en la nueva estación central (antigua Südbahnhof). Como es lógico, construir una línea de metro nueva cuesta un pastizal, los costes de la nueva estación están desplazándose bastante de lo previsto y, en todo caso, las obras no podrían empezar antes de 2020.

Así que, por lo que parece, tendremos que acostumbrarnos a hacer piernas.

 


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