
15 de Septiembre.-En estos días del principio del otoño, Viena hierve de actividades callejeras (y de interior). Es el momento ideal: el calor ya se ha ido apagando, y hace un fresco que todavía es agradable.
Hoy he estado, atención, en: la demostración anual que los bomberos de esta ciudad hacen en la plaza Am Hof. Deleite para chicos, descanso para grandes. El acto se celebra, por cierto, ante un edificio –la antigua sede del Bank Austria– que ardió a principios de año.
Después, me he ido al distrito 17 al primer Vintage Salon. Alucinante. Más por el Vintage Salon en sí (cuatro expositores, mucho moelno y mucha moelna pero poca sustancia) por el marco incomparable en que ha tenido lugar: el antiguo salón de baile Gschwandner, hoy convertido en un garaje. Era un lugar con un gran encanto. Las antiguas molduras, los techos llenos de goteras. Como digo, alucinante.
Por último, he estado haciendo fotos en el festival Buskers de artistas callejeros, que se ha celebrado en Karlsplatz. Soy un gran fan de este festival y, aunque la luz, en Karlsplatz, no es siempre la mejor para hacer fotos, la verdad es que compensa la riqueza de los motivos. He estado viendo a un artista inglés extraordinario. Ha roto cebolletas con un látigo y, ante la admiración de todos los que hemos estado presentes, ha cortado con un machete un pepino sobre la tripa desnuda de un chaval que, por suerte, tenía los ojos vendados.
Las fotos de Buskers, las dejo aquí, las otras, irán cayendo con los días.
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