Monika R.: la funcionaria confundida por la noche salzburguesa

La ciudad vieja desde Stiegl
Salzburgo, A.V.D.

La noticia se conoció hace una semana, pero el terremoto político ha sido de los que hacen época y dura todavía hoy. De momento, el partido socialista de Salzburgo ha quedado seriamente tocado y es casi seguro que las elecciones salzburguesas vengan a cargar (todavía más) el calendario político del año que viene. Esta es la historia de Monika R., la “ratoncita gris” que se ha pulido un cerro de millones de los contribuyentes austriacos jugando al palé en los casinos financieros internacionales.

10 de Diciembre.- Paradójicamente, a pesar de vivir en un mundo obsesionado por la seguridad, en el que cada viaje en avión se convierte en un estriptis, en el que robots policiales exploran nuestras conversaciones telefónicas o leen nuestros correos electrónicos en busca de determinadas palabras claves, vivimos desprotegidos del delincuente solitario, del loco que rumia su venganza durante años, de la loca que vive reconcomida por sus complejos y que un día decide acabar con todo de un plumazo. Lo cual es tanto como decir que la vulnerabilidad de nuestra vida reside en lo inimaginable.

El majara que puso las bombas en Oslo y mató a cientos de personas inocentes en una isla;la fulani del helado, mona y simpatiquísima, que se cargó a sus dos parejas y siguió viviendo como si nada, porque nadie podía figurarse que una persona tan primorosa fuera una asesina sanguinaria. En el mundo de hoy, los criminales que tienen éxito pertenecen a determinado perfil que, reducido a sus mínimos componentes, respondería a la siguiente ecuación: inteligencia superior a la media, emocionalidad amputada y ausencia de cómplices.

La semana pasada se supo que Monika R., funcionaria del Land de Salzburgo (un Land equivale a las comunidades autónomas españolas) había jugado y perdido en la ruleta financiera mundial varios cientos de millones de euros (¡!) en dinero público. Y lo que es peor, nadie se había dado cuenta hasta ahora de nada. Y los que se habían dado cuenta,  no habían dicho esta boca es mía. Que es mucho peor.

En 2001, Salzburgo decidió invertir dinero público en los mercados internacionales. Se encargó de ello a Monika R., abogada que se había especializado en finanzas. En 2003, el entonces ministro de finanzas del Land, Sr. Eisl, le dio a su subordinada Monika poder total para que hiciese con los fondos que tenía asignado a su departamento lo que estimara conveniente para la buena marcha de las inversiones. Por aquella época, Monika era una funcionaria que gozaba de una reputación inmejorable. Una auténtica adicta al trabajo (a juzgar por las fotos que ha publicado la prensa, era tan adicta que tenía poco tiempo para comprarse ropa mona e ir a la peluquería, por ejemplo). Siempre hacía horas extraordinarias, no se le conocían más amores que sus mascotas. Llevaba una vida totalmente discreta y alejada de todos los lujos posibles. En resumen: la subordinada con la que sueña cualquier jefe (panoli, añado yo).

Mozart
A.V.D.

Para desgracia de Salzburgo, Monika se puso pronto manos a la obra. El poder que había recibido para gestionar las inversiones sólo exigía una cautela: que las decisiones que Monika acometiera debían de ser sancionadas por la firma de otro funcionario. Como Monika no era (no es) en modo alguno tonta, eligió a un subordinado al que pudiera controlar. Al principio, con la economía mundial a velocidad de crucero, Monika ganó dinero (y, con ella, el land de Salzburgo) ganancias que enjugaron las pérdidas, como la salsa tapa los errores de los cocineros y las lápidas los despistes de los médicos. Sin embargo, en 2006, la aprendiz de bruja de las finanzas tuvo su primer tropezón. La cartera de inversiones que había formado se componía en un alto porcentaje de bonos del Estado islandés. A priori un negocio redondo. Sin embargo, la quiebra de Islandia hizo que el castillo de naipes se derrumbase. Primeras pérdidas, primeras mentiras.

Para intentar tapar el desastre, Monika acudió a los casinos financieros y afrontó nuevas inversiones cada vez más arriesgadas. Falsificó firmas. Falta de dinero en efectivo, incluso “cogió prestados” parte de los 460 millones de Euros que el land de Salzburg tiene dotados para pensiones. Monika iba montada en un tigre. Durante años, no hizo vacaciones, por miedo a que la persona a la que pusieran para sustituirla, descubriese la tostada. Su fama de trabajadora incansable por el bien común (y por la cuenta que le tenía) llegó incluso al Tribunal de Cuentas austriaco (Rechnungshof) el cual alabó su capacidad de gestión (Management).

Y es que hay gente que donde pone el ojo pone la bala.

En verano, sin embargo, la suerte terminó de darle la espalda a Monika: uno de sus subordinados, incapaz de soportar la presión, se fue de la lengua y denunció el caso. La noticia ha tardado varios meses en saltar a la luz pública. De probarse todos los cargos, Monika podría pasar una década entre rejas.

El viernes, el presidente del Banco Central ausriaco (Sr. Novotny) compareció ante la prensa y dijo que era muy posible que el caso de Monika no fuese único. El superior de la muchacha no ha dimitido tampoco (a pesar de que la buena mujer estuvo diez años haciendo mangas y capirotes con dinero que no era suyo) y, a lo más que se ha llegado es a proponer que se prohiban las inversiones especulativas con dinero público. Esta solución plantea, sin embargo, otras incógnitas ¿Dónde está el límite de la especulación? O ¿Qué es mejor, dejar el dinero en donde Monika lo puso o afrontar las cuantiosas pérdidas -350 millones de eurazos- que supone retirarlo?


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2 respuestas a «Monika R.: la funcionaria confundida por la noche salzburguesa»

  1. Avatar de v
    v

    En todas las casas se cuecen habas, y en la mía, a calderadas.

  2. […] la de Frau Gabi Burgstaller (socialista) presidenta del land de Salzburgo. La Sra. Burgstaller, cuya reputación anda tocadísima despues del siniestro caso de la funcionaria que especuló con din…(escándalo que ha motivado un adelanto de las elecciones en donde Frau Burgstaller se juega el […]

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