¿Para qué necesitamos periodistas todavía?

Die Presse
La sede del rotativo austriaco Die Presse en Viena (A.V.D.)

Una de las mejores cabezas de Austria, el periodista y presentador de la ORF Armin Wolf, publicará próximamente un libro en el que se hace esta pregunta. Válida para Austria pero también válida para todo el mundo. En este post, tratamos de dar una respuesta.

17 de Febrero.- Tengo varios amigos que trabajan en medios de comunicación, austriacos y españoles. Ambos grupos coinciden en que nos encontramos ante un cambio de paradigma sin precedentes, yo diría que desde que Gutemberg inventó los tipos móviles y desencadenó una guerra por la información que le arrebató a la Iglesia el control de lo que se publicaba y trajo, gozosamente, la ilustración.

Los medios de comunicación tradicionales, particularmente los impresos, se encuentran ante una encrucijada cuyos términos se resumen muy facilmente: el papel, que era lo que les daba ingresos, está muriendo como modelo de negocio; por otro lado, el salto lógico, que sería a internet, no da dinero. Por muchas razones:

  • Porque la audiencia en internet está mucho más dispersa y es fundamentalmente infiel.
  • Porque Google Adwords ha tirado, pero tirado por los suelos, el precio de los anuncios en un régimen prácticamente monopolístico; y
  • En último lugar, y no menos importante, porque gente como yo damos información totalmente gratis y de calidad –o eso se intenta-, hecha a medida para un grupo de lectores pequeño cuyos gustos conocemos bien y tratamos de satisfacer de la manera más esmerada.

Si a esto añadimos el auge de cosas –me niego a llamarlo periódico- como el Huffington Post, parece claro que, en la actualidad, meterse a periodista es una misión prácticamente suicida.

Y sin embargo, yo soy de la opinión de que el periodismo es necesario. Ahora más que nunca. Hace falta que haya personas que se dediquen a compilar información procedente de distintas fuentes  y la haga inteligible para la masa, para que así esa masa pueda tomar decisiones razonadas (o, si no quiere, por lo menos que esté en condiciones de hacerlo llegado el caso).

A este respecto, una de las mejores cabezas de Austria, el Sr. Armin Wolf, prototipo del periodista de raza, inteligente, agudo y a veces mordaz (incluso, demasiado mordaz), ha publicado un libro que se llama exactamente como este post y en el que, según dice en la entrevista promocional concebida al semanario austriaco Profil, defiende la necesidad de que haya periodistas y no sólo eso: defiende su convicción de que, en contra de lo que podría parecer, el público demanda no sólo información de calidad (cosa que yo también creo firmemente) sino que también la demanda en formatos que, a primera vista, podrían parecer “difíciles” y “minoritarios”. Por ejemplo, documentales o reportajes largos (de una hora o más) pero, eso sí, de una forma ágil, dinámica e inteligente.

En la entrevista, Wolf pone dos ejemplos: la emisión de Farenheit 9/11 en la ORF fue seguida por un millón y medio de telespectadores en 2004 y alcanzó en el segmento de los menores de treinta años un setenta por ciento de cuota de pantalla –eso es una bestialidad, piensen mis lectores que Telecinco es un éxito y anda por el quince, dieciséis por ciento- o, más recientemente, la fantástica serie de la ORF sobre la Primera República austriaca –250.000 seguidores, lo cual, para un programa documental es muchísimo-.

Naturalmente, hablar de chorradas es mucho más fácil (las chorradas, como las hamburguesas de McDonald´s tienen el misterioso poder de ser atractivas per se) sin embargo, el periodista tiene que tomarse el trabajo de ejercer sobre su público una labor educativa y tratar de hacer atractivos –inteligibles, de nuevo repito este adjetivo que me gusta tanto- temas que, de otro modo, la gente no se preocuparía por investigar.

Ese es el reto, y Viena Directo está en él, al pie del cañón. Día a día. Porque existen lectores como tú que piden más.

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Comentarios

3 respuestas a «¿Para qué necesitamos periodistas todavía?»

  1. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    Estimado Paco:
    El negocio ha cambiado como cambió el de las ruedas de las carretas tiradas por bueyes, o el del Carbón para calefacción, pero negocio aunque vaya peor sigue habiendo. Gracias a los medios de comunicación y transporte ya no son unos pocos los que pueden ver mundo y asistir a eventos magníficos alrededor del mundo.
    El negocio ahora lo tienen las compañías de teléfono y redes de comunicación, de eso algo sabemos en la Patria, el peor servicio con los mayores precios de Europa ( y creo que no solo la Occidental). Si no hay conexión no accedes, algo que nos parece tan normal no lo era tanto hasta hace bien poco y es como cuando en los 40-50 llegó la electricidad a los hogares, hoy día nadie se plantea vivir sin ella, pues en breve si no lo hacemos ya, nadie se plantea vivir sin tener acceso a esos datos, a no ser que se trate de un ermitaño viviendo en el monte.
    Y la profesión de periodista es necesaria puesto que siempre hay que controlar a las masas, la gente no tiene espíritu crítico y traga lo que se le eche; “el vulgo es necio y como tal hay que tratarlo”, decían los monarcas autoritarios drente a los ilustrados y al igual que lo hacía la Iglesia antes de la revolución de Guttenberg ahora lo hacen los medios, por algo se les llama el cuarto poder. Y es que amigo por qué hay cosas que son de conocimiento público y otras más escabrosas, indignantes, o como lo quieras calificar nunca han salido a la luz y no saldrán del cajón, hay está la labor del periodista, la investigación y las ideas críticas subyacientes a cualquier cosa que se escriba, diga o exprese.
    Como siempre un placer leer a este ilustre plumilla.

  2. Avatar de M.
    M.

    De acuerdo con el comentario anterior.

    Por cierto, Armin ya va por la segunda edición.

  3. Avatar de Nidya Gutiérrez
    Nidya Gutiérrez

    Necesitamos periodistas independientes que publiquen lo que desde su óptica de libre pensamiento creen y tienen formada una conciencia ética y veraz, sobre los temas que elijan hacer sus artículos. Porque el periodismo comercial está “atado de conciencia” a recibir un sueldo por hacer artículos desde la perspectiva de sus empresarios o patrones. Si en realidad se contratara a un periodista por escribir en conciencia lo que sus investigaciones le llevaron a redactar no existiría esa ambiguedad respecto a quiénes hacen qué y quiénes deben ser juzgados por sus decisiones en contra del bienestar de las naciones. El hecho de no poner al descubierto las decisiones de los autores de las órdenes de ejecutar tales o cuáles políticas de economía, de salud, de guerra, de publicidad, de educación, en fin de gobierno local o internacional, es el que nos lleva a “imaginarnos” que nadie tiene la culpa de la realidad nacional o mundial en la cual debemos sobrevivir por los periodistas que vendieron su responsabilidad ética y moral de ser trabajadores conscientes respecto a su humanismo y democracia social.

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