Hombres, mujeres y Mou (1)

mujer

De cómo el entrenador del Real Madrid y su tormentosa relación con el vestuario ayuda –muchísimo- a entender la borrascosa búsqueda de líder en la ultraderecha austriaca

19 de Marzo.- Hombres y mujeres. Dos maneras diferentes de mandar. Dos geometrías del poder.

La organización típica concebida por un hombre es una punta de flecha. En la cúspide, el jefe, el macho alfa, el cazador que dirige al grupo de manera más eficiente hacia la presa más apetitosa. El macho alfa no acepta consejos –no puede aceptarlos, porque eso sería como si se pusiera en cuestión su infalibilidad-. Él sabe siempre lo que hay que hacer. Cualquiera que dude de su criterio es un macho competidor que quiere quitarle el sitio.

La organización de poder típica creada por una mujer es un anfiteatro. Detrás de la líder, un semicírculo de personas que la apoyan y le aportan ideas. Es un liderazgo colaborativo.

En la organización masculina, los conflictos de autoridad se resuelven a golpe de testosterona (al fin y al cabo, nos viene de familia: somos primates).

Si Cristiano Ronaldo, por ejemplo, se rebela, viene Mourinho, da cuatro gritos, se pega cuatro golpes en el pecho, le mete miedo –te siento en el banquillo, te dejo sin sueldo, no podrás exhibirte de cara a las hembras, así que no tendrás oportunidades de que tus genes se perpetúen en las más sanas- y en paz.

Cristiano Ronaldo se marcha con el rabo entre las piernas hasta la próxima vez.

En la organización femenina típica, los conflictos de autoridad se resuelven mediante la negociación o mediante el complot: nunca con un enfrentamiento frontal.

En el caso de los hombres, una vez aceptado por el grupo cuál es el macho que tiene la testosterona de la mejor calidad, la organización se cohesiona inmediatamente. Por eso las organizaciones que funcionan en caso de emergencia están integradas por hombres. Estructuras de mando sencillas y claras, para que todo el mundo sepa lo que tiene que hacer.El sprit de corps se extiende instantaneamente. Ahora bien : dura, lo que dura la testosterona. En cuanto el macho alfa empieza a dar señales de necesitar Viagra, la organización colapsa.

Una líder, en principio, lo tiene más difícil, porque tiene que convencer a quienes la apoyan, negociar con ellos, trazar una red de relaciones, un sistema de quid pro quos que la sostenga. El proceso de creación de la organización femenina es mucho más largo y para una mente típicamente masculina, un infierno, porque un hombre no se las apaña bien en la indefinición y necesita un liderazgo claro.

Eso sí: la trama creada por una mujer es más duradera porque es más flexible, es más plástica, reacciona mejor a los cambios en el entorno. No depende tanto de un factor de pujanza orgánica (en los tiempos modernos, como en el caso de Mourinho, financiera).

Hombre
A.V.D.

En la política austriaca, se puede decir que el FPÖ –la ultraderecha- es una organización típicamente masculina, con su cortoplacismo típico, pero también con su cohesión instantánea. Se localiza al líder y se le arropa. Los verdes –Die Grünen– en cambio, son una organización femenina típica.

Son casos extremos y por eso no es que sean ya antagonistas políticos, es que, además, son antagonistas psicológicos. En otras palabras: para ser seguidor de Strache tus neuronas tienen que recorrer un circuito mental decisivamente diferente que para morirte por los huesos de Eva Glawischnig.

La historia moderna del FPÖ se puede seguir a través de sus machos alfa. El primero, Haider. Un macho alfa típico: siempre moreno, adicto al deporte, atractivo, encandilador de hombres y mujeres.

Cuando Haider murió de la manera que todos conocemos, fue urgente encontrar otro macho alfa que le sustituyera. Strache fue, naturalmente, el elegido. La facción carintia de la ultraderecha –aquella que era más dependiente de Haider- localizó al macho alfa y, mal que bien, se avino a aceptar su liderazgo.

Los adeptos al macho alfa depuesto –en este caso fallecido- agacharon la cabeza, apretaron los dientes y se cobijaron bajo el ala del nuevo líder.

Sin embargo, los acontecimientos han dado al traste con este orden de cosas.

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