El índice Big Mac: Viena en cifras

Acrobacias
A.V.D.

 

¿Cuánto tiempo tiene que trabajar un vienés medio para poder comprarse un Big Mac? ¿Es Viena una ciudad segura? Estas y otras preguntas se responden en este post.

22 de Marzo.- Según informa la página web de la capital de EPR, la ciudad de Viena ha sido reconocida por la supuestamente prestigiosa agencia australiana 2thinknow como la urbe más innovadora de Europa y, atención, la tercera más innovadora del mundo. Por detrás solamente de las ganadoras ex aequo, Boston y Nueva York.

Los criterios para decidir esto (y para darles, de paso, una excusa a los señores de 2Thinknow para viajar por todo el mundo y ponerse ciegos de canapés) han sido 162, que se condensaban en 3 apartados algo abstractos. Vamos a ver: Bienes culturales, infraestructura humana –sobre todo movilidad,start-ups, educación y tecnología- y un tercer criterio llamado “mercados en red” que nadie sabe muy bien lo que quiere decir pero que, por lo visto, es muy innovador también.

Al leer la noticia, me acordé de un reportaje que viene esta semana en el semanario Profil –hay quien dice que un mal remedo del alemán Der Spiegel, pero a mí la verdad es que me gusta mucho-. En este reportaje venían algunas cifras sobre Viena que me parece que será curioso repasar.

Por ejemplo, el llamado Índice Big Mac. O, lo que es lo mismo ¿Cuánto tiempo tiene que trabajar un ciudadano vienés medio para poder pagarse una hamburguesa de Mc Donald´s? (aproximadamente tres euretes). Un vienés medio podrá aumentar sus probabilidades de padecer hipertensión y cáncer por consumo de carne roja después de trabajar 17 minutos. Una prestación sexual rápida, como aquel que dice. Un madrileño medio, en cambio, tendrá que currar diez minutos más. En tanto que un ciudadano de Budapest tendrá que estar toda una santa hora laborando para poder acceder al sabroso aunque algo insalubre bocadillo.

Tranvía
Un grupo de vieneses viajando felices en tranvía (ejem). A.V.D.

Nuestro vienés medio, sin embargo, va a tenerlo más difícil que otros ciudadanos austriacos para conseguir su hamburguesa ya que en la capital reina la tasa de paro más alta de toda Austria. Ay madre, qué penita. Un 7,1% por ciento de los ciudadanos vieníes se pasan los lunes al sol. Contrasta esta realidad con la de los ciudadanos de Salzburgo. Sólo dos ciudadanos y las piernas del tercero de esta ciudad alpina se encuentran en el paro.

Eso sí, los que curran, en Viena curran de firme (y, sobre todo, como reconocieron los señores de 2thinknow, en empleos mucho más lucrativos que el resto de los austriacos). Según Statistik Austria, los vieneses tienen el producto regional bruto más alto de toda Austria. Cada currante vienés le aporta a la enconomía de la ciudad (que también es Land la bonita cantidad de 42.600 euros. Los Burgenladeses son el farolillo rojo de los austriacos, produciendo por cabeza solamente 22.200 Euros. Esto se explica porque los trabajos en Burgenland son menos intensivos en tecnología y, por lo tanto, producen menos valor añadido.

Naturalmente, Viena es un imán para gente que quiere encontrar un trabajo. Por esto, la población ha aumentado espectacularmente en los últimos diez años. Los últimos datos disponibles, que cubren el periodo 2001-2011 hablan de un aumento de un 10,6 por ciento. La población de Madrid también ha aumentado lo suyo (un 11,1 por ciento). Los más fecundos han sido los Bruselenses, que han visto como su ciudad aumentaba un 16 por ciento su número de habitantes.

Tampoco la delincuencia, gracias a Dios, contribuye al descenso de la población de esta urbe danubiana. Viena es, sin lugar a dudas, una de las ciudades más seguras de Europa. Si uno no está casado con alguna española pirada, la verdad es que las posibilidades de fallecer por muerte violenta son afortunadamente muy reducidas. La tasa de asesinatos es de 1,1 por cada cienmil habitantes. Mi Madrid de mi alma también se encuentra entre las ciudades seguras (1,3 por ciento). Vilnius, en cambio, pone los pelos de gallina. Allí, la tasa es de 8,3 asesinatos por cada cienmil habitantes (apunte mental: no viajar a Vilnius).

En los últimos veinte años, y gracias a la estupenda red de transportes públicos que nos mueve de un lado para otro, los vieneses han modificado sensiblemente sus hábitos. Ruedan por esta capital un 13 por ciento menos de coches. Los que han decidido abandonar el motor de explosión se han decantado, en un tres por ciento, por los vehículos de tracción animal (bicicletas) y el otro diez por ciento por los medios de transporte públicos. Entre 2003 y 2012, el número de viajeros en los transportes públicos vieneses subió en casi 200 millones.

Todas estas cosas hacen que Viena sea una de las ciudades con una calidad de vida más alta del mundo. Para alegría de los que aquí vivimos.

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