2 de Abril.- La gente va mohína por la calle. Y no es extraño. El mes pasado fue el marzo más frío de los últimos 141 años (!) y las previsiones dicen que la cosa no va a mejorar. De momento, mañana miércoles va a volver a nevar.
La explicación, aunque parezca paradójico, reside en el calentamiento global (así que nada, señores chinos, pongan la fábrica a echar humos, que todavía no hemos terminado de joder el clima del todo). En fin: el año pasado, durante el verano, la extensión de hielo del ártico alcanzó una canijez récord. Esto hizo que el sol calentase la porción gigantesca de mar que había quedado libre de elemento blanco. Como resultado, se produjeron vientos alrededor del Polo Norte que hicieron que la configuración de las borrascas y los anticiclones de todo el hemisferio se desplazase hacia el sur. Centroeuropa y Austria con ella, naturalmente, han quedado en la zona de frío.
Mi abuelo tenía un barco, mecachis en la mar.
Y los efectos no sólo se dejan notar en el ánimo de los que vivimos aquí y vemos caaaaaaada día al levantarnos este cielo color panza de burra y estas nieves, y estos hielos, y este diciembre perpétuo que nos deja la serotonina al nivel de la hnradez de un ministro de economía chipriota. No señora: la naturaleza también sufre. Los pájaros, por ejemplo. Sin posibilidad de alimentarse, no pueden luchar contra las bajas temperaturas y, literalmente, se caen muertos de debilidad. Pero también la economía austriaca sufre las consecuencias de este largo y duro invierno (aunque, como es sabido, más larga y dura es la del elefante –la trompa, por supuesto-).
Hoy han aparecido las (escalofriantes) estadísticas del paro en la eurozona (por cierto ¿Eurozona se escribe con mayúscula o con minúscula? ¿Es un término descriptivo o un nombre propio?Ummmm). Bueno, las estadísticas de la eurozona. Como viene sucediendo en los últimos tiempos, Austria ocupa el último lugar –en esto mola: nadie quiere ser el primero, con un 4,8%-. EPR tiene la tasa de paro más baja de toda la Unión pero (siempre hay uno) la tasa interanual de paro ha subido un diez por ciento con respecto al mes de marzo del año pasado. En comparación con la misma altura del año pasado hay en Austria 26.271 personas más en paro. En total, 366.277 personas.
Una de las causas –descontada, naturalmente, la zarrapastrosa coyuntura económica europea– es que, en Austria, la construcción para con el mal tiempo. Mientras nieva, aquí no se coloca ni un solo ladrillo. Cuando el invierno se alarga, los trabajadores de la construcción utilizan el buen hacer de los Servicios Públicos de Empleo más tiempo de lo que sería deseable –sobre todo para ellos-. El paro, por consiguiente, sube.
El presidente de la Arbeiterkammer (Cámara de los Trabajadores, organismo austriaco que se encarga de velar por los intereses de los currantes), Herr Kaske, ha dicho que, aunque la situación del mercado laboral austriaco sea idílica en comparación con la de otros países europeos, el Gobierno austriaco tiene que ponerse las pilas para ayudar a que los desempleados encuentren un curro lo antes posible. Herr Kaske asegura que, desde el inicio de la crisis, se han destruido 14000 puestos de trabajo en Austria. Que los parados de más de 50 años tienen muy difícil encontrar un puesto y que las reformas de la ley de incapacidad van a motivar que 7000 personas más necesiten proximamente reciclaje profesional para encontrar un nuevo trabajo.
Herr Kaske es asimismo de la opinión (muy razonable, por otra parte) de que con la austeridad famosa no se va a ningún sitio más que a la miseria, y que el Gobierno tiene que rascarse el bolsillo para, vía inversiones, crear puestos de trabajo directos e indirectos. Amén.
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