Drones vieneses vigilan a Kim Jong-Un

5 de Abril.- En estos momentos, todo el mundo está pendiente de lo que ocurre al norte del paralelo 38. Las actitudes hacia las amenazas del autodenominado “brillante camarada” oscilan entre los que consideran que semejantes gestos son más dignos de franco cachondeo que de otra cosa y los que piensan que Corea (la mala) es una especie de manicomio gigante en donde los enfermos han tomado el control de la casa y, por lo tanto, no se puede esperar de ellos ningún comportamiento racional.

Los hay que piensan que Kim Jong-Un mandará un pepino el día del cumpleaños de su difunto abuelo, fundador de la dinastía. Los hay que piensan que, aunque mande el pepino, dicho pepino será de fogueo, porque el régimen norcoreano no tiene capacidad de cargar la cucurbitácea con ninguna cabeza nuclear. Los hay que se lanzan a hacer cábalas a propósito de lo que mueve la mente de una persona que, si fuera estadounidense, tendría todas las cartas para entrar en un colegio con una metralleta en la mano –Dios no lo permita-. Aunque en lo que casi todo el mundo está de acuerdo es que lo mejor sería que no tuviéramos que comprobarlo.

El caso es que Austria, de manera indirecta, también va a participar en la crisis de la península de Corea. Según informa el periódico local Die Presse en este artículo que lleva a su portada, la empresa Schiebel, con sede situada en el barrio viení de Margareten, ha suministrado a Corea (la buena, en este caso) diez “drones” o vehículos de vigilancia no tripulados del modelo Camcoptern S-100. Las máquinas son unos pequeños helicópteros de 3,11 metros de largo y apenas cien kilogramos de peso, y fueron vendidas al ejército coreano el año pasado, en previsión de crisis como esta.

Como EPR es un país neutral –o sea, no alineado con ningún bloque-, la empresa Schiebel tuvo que pedirle permiso al Gobierno austriaco para realizar la venta.

Al principio, el Ministerio de Asuntos exteriores no autorizó la venta, al considerar que era meter a Austria en un avispero en donde nadie la había llamado. Sin embargo, los señores de Schiebel no se rindieron (y es de suponer que los de Corea La Buena también estaban bastante interesados en obtener la tecnología punta austriaca) así que se acudió a un párrafo de la Ley de Comercio Exterior (Aussenwirtschaftgesetz) que, en el caso de “bienes de uso dual” (civil-militar) permite al Ministerio de Economía decidir si determinados artículos son o no aptos para la exportación. El Ministerio de Economía dio luz verde, y así los chismes en cuestión terminaron en la península asiática, dispuestos a no quitarle la lente de encima a la evolución de la chifladura del fan más pirado de Mickey Mouse.

Los “drones” se producen en una moderna fábrica de Wiener Neustradt –por otra parte, lugar tradicional de producción de armamentos en Austria desde antes de la Segunda Guerra Mundial- y, gracias a ellos, la firma Schiebel mantiene sus balances muy saneados. Entre otros, han comprado los trastillos voladores los Estados Unidos, los Emiratos Árabes ídem y a Jordania. También compró camcopters el, entretanto difunto, dictador libio Muhammar El Gadaffi, para vigilar la frontera de Libia.

Los camcopters solo pueden hacer eso, por cierto: labores de vigilancia en oleoductos o campos de minas, por ejemplo. Existen ciertas evidencias de que se les podría acoplar un proyectil ligero, pero no podrían volar muy lejos. La carga máxima que pueden llevar es de 50 kilos.

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