Estilo “remordimiento español”

Ventanas y balcones de un edificio de la costa española¡¿Rascacielos sin ascensores?! Un respetito: en España no hacemos esas cosas

14 de Agosto.- Querida Ainara (*): el arquitecto Miguel Fisac, muerto en 2006 si la memoria no me falla, fue uno de los cascarrabias más inteligentes del siglo XX (en España y, probablemente, a nivel mundial).

Tiene su mérito, sobre todo si uno considera que la mayor parte de su vida se desarrolló durante, como decía Umbral, los “cuarenta años cuarenta” del franquismo. Por no hablar de que, además, Miguel Fisac fue miembro (¡Fundador, incluso!) del Opus Dei y conoció mejor que nadie a Jose María Escrivá de Balaguer el cual, por razones incomprensibles (bueno, no: demasiado comprensibles) hasta ha llegado a santo. Cosas veredes.

Fisac, se arrepintió a tiempo y, después de pensarlo mucho, se sacudió la polvareda y las telarañas de la Obra y consiguió abandonarla.

Cuando Fisac canceló sus votos, el entramado de quid pro quos que le había proporcionado gran parte de sus encargos –fue conocido como “el arquitecto de las Iglesias”- dejó de canalizar hacia él los jugosos  proyectos que antes le habían llovido.

Fisac, un hombre de mediana edad entonces, quedó en tierra de nadie. Una cosa peligrosísima en un país como España, en donde todo el mundo busca el abrigo de uno de los dos tendidos para no sentirse desamparado, y la independencia de criterio tiene muy mala reputación.

Para los arquitectos llamados “progresistas”, Fisac sería ya para siempre “el arquitecto del Opus”; para los arquitectos conservadores, vinculados al franquismo que decaía, Fisac se convirtió en un renegado que se había vendido al enemigo.

Lo cierto es que, según cuenta su mujer, Fisac tuvo momentos de enorme sequía laboral durante los cuales le ofrecieron proyectos que, sin embargo, rechazó. Eran edificios de presupuesto millonario en la costa valenciana, torres de apartamentos en lo que Fisac, con su zumbón sentido del humor, llamaba “el estilo remordimiento español”.

La falsa historia de la torre sin ascensores

Durante estos días, sin duda por lo que aquí se llama “el agujero del verano” (esa falta de noticias que aqueja a los periodistas durante el estío) en Austria se ha mencionado como anécdota la torre In Tempo, de Benidorm. Un edificio que a Fisac, probablemente, el hubiera provocado una feroz urticaria.

Se trata de un rascacielos de 200 metros de altura (dos torres unidas en altura en forma de dos unos enfrentados) el cual estaba llamado a convertirse en el edificio residencial más alto de Europa.

La construcción de la espantosa mole doble quedó aprobada en 2008, justo antes del inicio de la crisis financiera mundial y su inauguración, prevista para 2009, ha ido retrasándose y está todavía pendiente. Con lo cual, la torre In Tempo, podría considerarse uno de los últimos “chimpunes” de la burbuja inmobiliaria

Por si fuera poco, el crédito gigantesco necesario para la construcción de esta aberración ha pasado de Caixa Nova Galicia, el banco que lo había concedido originalmente, al Sareb (más conocido como “Banco Malo”); en la obra también han sucedido accidentes laborales (dos obreros graves) y, últimamente, y para indignación de la constructora, los arquitectos han decidido abandonar el proyecto. Quizá sea este último hecho el origen del bulo que ha corrido por aquí de que, en el edificio residencial más alto de España, los arquitectos habían olvidado poner ascensores a partir del piso veinte.

Naturalmente, la noticia no resiste el más mínimo análisis, porque todas estas obras (más una de esta envergadura) pasan inspecciones de seguridad y, por mucho que en España se pueda conseguir casi lo que sea untando al funcionario correspondiente, lo de no poner ascensores ya pasa un poco de la raya. Sin embargo, esta pequeña gilipoyez ha servido para que algunos periódicos aborígenes hayan aprovechado para practicar un poco el deporte imbécil del nacionalismo (quizá estén aún algo picados por la quiebra de la constructora Alpine, de origen austriaco, propiedad española pero desastrosa gestión local) y, al mencionar a los arquitectos de la torre (los cuales, sin duda, están a estas horas escondidos en alguna cartuja, pidiendo por su alma y rezándole a San Miguel Fisac) se preguntaban “¿Y estos son los profesionales que estamos importando?”.

Angelicos.

Besos de tu tío

(*) Ainara es la sobrina del autor

Post Data: Por cierto, si mis lectores han pinchado en los dos enlaces de este post a los artículos de El País, habrán podido comprobar que los periódicos austriacos mienten al mencionar al rotativo madrileño como fuente de la noticia. Creo que con esto, nuestro honor de españoles queda a salvo.

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