Cosas que pasan cuando te equivocas de pastillas

Se arreglan sillasU otros imaginativos intentos de criminalizar al sufrido extranjero que vive en Austria.

16 de Agosto.- En tiempos de crisis, lo cual es tanto como decir “en tiempos de paro” funciona en el ser humano un resorte del carácter que todos aprendimos cuando éramos pequeños, jugando al juego aquel de las sillas.

La mecánica es de todos conocida: hay unas personas y hay un número de sillas, igual al número de personas menos uno; suena la música y, cuando la música para, hay que sentarse. El que no logra encontrar sitio, queda eliminado. Se quita una silla y vuelta a empezar.

Los participantes del juego, ya adultos, buscan la manera de reducir el número de caminantes para ajustar el número de sillas al de personas y se estrujan la neurona para ver de qué manera.

No sé si me siguen mis lectores.

Lo nuestro, para los de casa

Las sillas de nuestro ejemplo son el mercado laboral y los jugadores son aquellos que, o bien aspiran a un puesto de trabajo o temen perder el que ya tienen.

Naturalmente, lo fácil en estos casos es “el tiro al extranjero” (siempre metafóricamente, claro (aún). Esta xenofobia se suele instrumentalizar con intentos de criminalización del no nativo mediante el fomento de estereotipos como, por ejemplo, que los extranjeros (inmigrantes, usted, yo) utilizan/utilizamos los servicios sociales de manera fraudulenta y ocupan con ello “una silla” que le correspondería por justicia a un honrado trabajador aborigen, cuyos niños pasan hambre y frío mientras los del extranjero viven en la opulencia con las ayudas “robadas”.

El mensaje es claro: “lo nuestro, para los de casa”.

Los destinatarios de este tipo de consignas son, o bien aquellos aborígenes que, como decía Cánovas del Castillo, “son españoles porque no pueden ser otra cosa” (o sea, aborígenes que el único capital que tienen para vender en el mercado laboral es el idioma que hablan y ninguna cualificación más) o bien, como en España, la clase media depauperada por la crisis que ha tenido que descender de nivel de vida debido a lo achuchados que están los tiempos.

En Austria, la fuerza que aspira a capitalizar los votos de estas personas es, ya lo habrán adivinado mis lectores, la ultraderecha del FPÖ.

“Me se ocurre” Corporation

Hoy, en el periódico vienés Die Presse viene un artículo muy interesante a propósito de cómo el FPÖ, en su programa electoral pretende “eliminar” del mercado laboral austriaco a los ciudadanos extranjeros que, según los miembros del partido en cuestión solo son un lastre para EPR y, por ende, para los “austriacos de verdad”, de pata negra, vamos.

Para los que no estén versados suficientemente en la lengua de Michael Schumacher paso a resumir:

-Propuesta del FPÖ: forzar el retorno a sus países de orígen (expulsar) a todos los extranjeros parados de larga duración a partir de unas tasas de desempleo determinadas. Esta primera propuesta, contenida en el programa electoral del FPÖ choca frontalmente no solo con la legalidad vigente en Austria, sino contra los principios que orientan su sistema de protección social y, en concreto, del seguro de desempleo, el cual no es una dádiva del Estado hacia el indivíduo, sino que el trabajador contribuye al sostenimiento del sistema pagando. O sea: si yo soy extranjero, resido legalmente en Austria y trabajo aquí más de un año, nadie me puede impedir recibir la protección para la que he estado contribuyendo mediante las cuotas correspondientes detraidas de mi nómina. Por otra parte, el parado no solo “recibe” del sistema –en forma de dinero o formación- sino que también está obligado a permanecer a disposición del servicio público de empleo ya que se considera que es una persona que, en algún momento, encontrará un trabajo adecuado a su calificación y, por lo tanto, volverá a ser útil para el sistema aportando de nuevo cuotas. Naturalmente, si a uno le expulsan del país, esta parte de la relación bilateral parado-servicio de empleo, es imposible de cumplir.

-Propuesta del FPÖ: poner fin a la “exportación” de la ayuda familiar al extranjero (se refiere a las ayudas que las familias con bajos ingresos reciben para la escolarización y otras cosas). Es el mismo principio de las sillas. El FPÖ pretende excitar en la cabeza de sus adeptos la imagen de personas viviendo a cuerpo de rey en Anatolia utilizando los dineros que alguien residente en Austria les transfiere. Esto es imposible. Para recibir ayudas sociales, el destinatario (o los destinatarios) tiene que acreditar que su lugar de residencia es Austria. En el caso, eso sí, de cónyuges separados legalmente, y siempre en bien del menor, el Estado austriaco tiene la obligación de transferir el dinero si el cónyuge que tiene la custodia no reside en Austria.

Otra prestación que no se puede recibir si no se reside aquí es el Mindestlohn o prestación social mínima para todas aquellas personas que tienen ingresos muy reducidos o ninguno. El no residir en Austria anula automáticamente la percepción de esta ayuda. Por lo cual el programa con el que el FPÖ se presenta a estas elecciones, en ese sentido, es intentar combatir realidades cuya existencia, o es insignificante, o es nula.

Es lo que pasa cuando te sientas a redactar un programa electoral y te equivocas de pastis.


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