¿A quién pertenecen las actas de diputado? ¿Deben los diputados electos hacer lo que diga el mandamás o si no, marcharse a su casa? ¿Tiene sitio la ética personal en el parlamento?
19 de Octubre.- Hace algunos días, informábamos a propósito de los tiras y aflojas que culminarán, Dios mediante, en la formación del nuevo Gobierno austríaco.
Parece que, de momento, se está escenificando de nuevo el cuento de La Bella Durmiente. En principio, Strache, en su mejor interpretación del hada Maléfica, no ha sido invitado por Flora-Spindelegger y Flora-Faymann a formar parte del nuevo gabinete (como se dice en los juicios, “solo o en compañía de otros”) y los malintencionados medios austriacos auguran ya otros cinco años de bostezos en los que la coalición resultante (Socialista-Conservadora, como la que ahora está en funciones) regirá los destinos de este país.
Strache en el cementerio de los elefantes
¿Qué va a ser de Strache? Aunque antes muertos que decirlo, los portavoces del partido y el político mismo están hondamente defraudados con los resultados de las últimas elecciones. El político ultraderechista se veía ya a sí mismo si no como canciller, sí como esa bisagra puñetera que condicionara los pactos de legislatura (ya se sabe que, conforme están organizadas las democracias, es muchísimo mejor tener un porcentaje de votos pequeñito pero matón que tener una mayoría relativa que no permita hacer nada de nada sin la participación de otros). El plan original era que, cautivo y desarmado el BZÖ, todos los votantes descontentos con la gestión gubernamental se pasaran con armas y bagajes a los azules ¿Qué sucedió? Ya lo sabemos: Strache se quedó en el que yo creo que es su techo electoral: alto, pero techo al fin y al cabo. Un veinte por ciento que no ha resultado, de momento, suficientemente atractivo ni para Faymann ni para Spindelegger. Así las cosas, los azules han pretendido minimizar daños proponiendo que las elecciones se vuelvan a celebrar cada cuatro años (cuantas más veces y más rápido vuelvan a mezclarse las cartas, según su cálculo, Strache tendría más oportunidades) y Strache se está pensando muy mucho, dados los modestos resultados obtenidos, presentarse a las próximas elecciones europeas como cabeza de lista y marcharse a vivir a Bruselas. Magro premio de consolación para un político que tiene en las venas serrín del parqué del parlamento de la Ringstrasse.
El curioso caso de la diputada salvaje
¿Y Stronach? Por el barrio del muchimillonario también ha habido novedades. De momento, pasados los primeros días después de los comicios, una vez que el político recién hecho dio el susto de querer recuperar su dinero, el millonario anunció, por boca de su portavoz, su intención de retirarse de la primera fila de la política (debe hacerlo, porque Stronach tiene su residencia tributaria en Canadá, y estadías prolongadas en Viena para atender a la actividad parlamentaria significarían para él un perjuicio económico notable). Por otro lado, una de las diputadas electas del partido, Sra. Monika Lindner (también llamada “Moneyka”) ha decidido abandonar las estructuras del Team Stronach, sin duda por desacuerdos con la trayectoria algo errática de su fundador, y convertirse en eso que se llama aquí una “Diputada salvaje”. A cambio de 8000 euros mensuales brutos), por cierto. Mas un despacho y una secretaria.
Lindner rechaza que lo haya hecho por la pasta y apela a su voluntad de servicio a EPR. Stronach defiende que, si Lindner va a colocar el moneymaker en una poltrona del parlamento se debe a que el Jefe, también conocido como el Boss, ha puesto dinero en juego para pagar la publicidad que ha convencido a los votantes para decantarse por una lista determinada (Qué casualidad: aquella en la que figuraba Lindner). También le recuerdan a Lindner que ella se adhirió a un acuerdo por el cual manifestaba que su acta era “propiedad” del Team Stronach y que, en el caso de que sucediera lo que está sucediendo, el conflicto de intereses se resolvería entregando Lindner su acta de diputada y poniendo Stronach a alguien menos díscolo en su lugar.
Lindner donde dijo Federico ahora dice Frigorífico, y no ceja en su pretensión, sin embargo y, en el Team Stronach, comprensiblemente cabreados, la han amenazado con una demanda por fraude electoral y estafa a los electors. Los expertos afirman que ésta no tendría ningún tipo de posibilidad de prosperar. Para ello, Lindner hubiera tenido que presentarse a las elecciones con una actitud de engaño premeditada al electorado (más de la que, ya de por sí, tienen los políticos, se entiende) lo cual es algo, hoy por hoy, difícilmente demostrable.
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