Hace ya casi treinta años el caso Reder levantó un considerable escándalo, y enfrentó a los austríacos con su pasado. En la medida de lo posible, claro.
Para el Dr. Walter Marder, en agradecimiento y señal de amistad
21 de Octubre.- El otro día, en cierto café vienés, tuve una interesantísima charla con un vecino (no de barrio ni de calle, pero sí de ciudad). Este vecino, que me pidió expresamente que, si alguna vez hablaba de él, conservara su anonimato, es el dueño de este blog.
En su castellano rico y sonoro, y aún hasta erudito (ya quisieran muchos españoles de nación hablar como él) me dio muchísimas pistas a propósito de temas que, en algún momento, irán saliendo en Viena Directo. De uno de ellos hablaré hoy.
Mientras cenábamos este amigo y yo ante sendas cervezas, salió a colación la historia de Erich Priebke, el criminal de guerra nazi que murió hace poco en Roma y de quien se podría decir con mucha justicia aquello de la inmortalidad de las malas hierbas. Priebke ha salido en los papeles (bueno, ahora casi más en las pantallas) porque nadie ha querido hacerse caso de sus despojos e, incluso, la Iglesia católica ha prohibido que se le oficien unas exequias públicas.
Al hilo del movido último acto de la vida de Priebke, salió en nuestra conversación la historia de otro SS, este austríaco, el criminal de guerra nazi Walter Reder.
El caso Reder
Según la biografía que de él existe en Wikipedia, Reder nació en 1915 en Freiwaldau (ciudad que ahora se llama Jesenik y que está en la República Checa). Reder se apuntó a la Juventud de Hitler (¿Por qué esa tradución de “Juventudes Hitlerianas”? En fin) eso: que se apuntó a la Juventud de Hitler en 1933 y en 1936 hizo el curso de oficiales preceptivo en Braunschweig (hasta el nombre lo tenía bonito la ciudad, joé). A partir de ahí, mandó diferentes divisiones de las SS.
En 1944, cuando la guerra ya estaba perdida para los alemanes, Reder fue el principal responsable de la llamada Masacre de Marzabotto durante la cual, siguiendo sus órdenes, 1830 cristianos fueron mandados a la sepultura de la manera más atroz. Para calentar gatillos, los soldados mandados por Reder (qué duda cabe que él mismo también) habían matado antes a 180 personas.
En 1948, terminada la guerra mundial, Reder fue extraditado a Italia, juzgado y condenado a cadena perpétua, convicto de haber destruido la ciudad de Marzabotto y, como queda dicho, haberse cargado de diferentes maneras, todas salvajes, a casi tresmil de sus habitantes.
Austríaco por accidente
Desde el principio de la prisión de Reder (en un castillo militar y con un soldado a su servicio) se planteó la pregunta de su nacionalidad. Reder había nacido en la República Checa pero algunas razones impulsaron al Gobierno austríaco a reclamarle como ciudadano de EPR (a pesar de que el propio Reder, pangermanista como todos los de su cuerda, había renunciado en 1934 a la nacionalidad austríaca en favor de la alemana). Simpatizantes (¿Por qué no decirlo?) de semejante pájaro movieron los hilos para que, Reder, a instancias del entonces ministro del interior socialista (¡!) Oskar Helmer, recuperara la nacionalidad austríaca.
Este fue un punto de inflexión en el caso. A partir de que, legalmente, Reder fue considerado austríaco de pleno derecho, algunos medios populistas (el Kronen Zeitung), el FPÖ y medios pertenecientes a la extrema derecha, así como un grupo de ciudadanos pertenecientes a la sociedad civil, metieron ruido para que el criminal de guerra fuera reintegrado a Austria y cumpliera aquí su condena. La cosa, naturalmente, tenía truco, como ahora veremos.
Declaraciones de ida y vuelta
En 1984, como paso previo a su retorno a Austria, Reder escribió una carta en la que le expresaba su arrepentimiento más absoluto a los habitantes de Marzabotto. Lo siento mucho, no volverá a pasar y todas estas cosas.
El 24 de Enero de 1985, Reder fue liberado de su prisión y autorizado a volver a Austria. Una vez el tipo se aseguró de que no podían volver a ponerle a la sombra de los pinos, Reder se desdijo de su declaración de arrepentimiento.
¿Cuál era el truco del que hablábamos antes? En Austria no existe la cadena perpétua. Para el momento de su extradición, Reder había cumplido ya la pena máxima que existe en este país. Por lo cual, automáticamente, en cuanto pisara suelo austriaco era hombre libre.
En aquellos días, el FPÖ gobernaba en coalición con el Partido Socialista. Se montó un escándalo monumental cuando el Ministro de Defensa (FPÖ), Sr. -por llamarle algo- Friedhelm Frieschenslager acudió a recibirle al aeropuerto de Klagenfurt y, en la misma pista de aterrizaje, le saludó con un caluroso apretón de manos.
En Austria, Reder fue acogido por el político Popular (del ÖVP) y terrateniente Wilhelm Gorton, hasta que el criminal de guerra falleció tranquilamente en su camita en 1991.
El caso Reder tuvo, sin embargo, algo bueno: se dice que, a raiz de la controversia levantada por los debates a propósito de la extradición, muchos austriacos se enfrentaron al pasado nacionalsocialista del país. Algo es algo.
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