El pronóstico del tiempo para este fin de semana es bastante museístico. Churrascos tormentosos, fríos, nublados, etcétera. Así que creo que no está mal dedicarle un Viena a las tres a uno de los museos que la gente suele saltarse y que no entran dentro del circuito Natur-Kunst-historisches-Hofburg. Es el Museo de la Ciudad de Viena (Stadtmuseum). Merece muchísimo la pena y las sorpresas empiezan desde la misma entrada.
¿Por qué en la puerta del Stadtmuseum hay un orgulloso letrero de acero inolvidable en el que pone Südbahnhof –o sea, estación del sur-? El letrero en cuestión, de un delicioso estilo art decó, presidió una vez la entrada del vestíbulo de la Südbahnhof (la nueva Hauptbahnhof, frente al Belvedere). Cuando el edificio antiguo fue demolido para dejar paso al actual, la ÖBB –o sea, la RENFE austriaca-, donó al Stadtmuseum los accesorios de la estación dignos de ser conservados. Desde el letrero, hasta las herramientas que utilizaban los obreros, pasando por los relojes o las puertas. El mármol rojo que cubría las nervaduras de hormigón y otros materiales aprovechables fueron vendidos.
Pero en el Stadtmuseum hay muchísimas más cosas ¿Sabías, por ejemplo, que las estatuas que decoran la fachada del Stephansdom son, en su mayoría, copias del siglo XIX? Las originales se guardan en el museo, junto con valiosísimos fragmentos de pintura mural. Hay toda una sala dedicada al Stephansdom.
La colección del Stadtmuseum también tiene fotografías y maquetas de valor incalculable y colecciones de objetos de época, mobiliario, etcétera. Todas esas cosas que conforman la pequeña historia de una ciudad.
Actualmente, además, hay una exposición de fotografía con las obras de una persona a la que le debo un post: Edith Tudor-Hart.
Cómo se llega: fácil, fácil, fácil: U-4 o U-2, estación Karlsplatz, salida Karlskirche. La página web del museo es esta.
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