Hoy, en nuestra ronda por los mercadillos de navidad de Viena llegamos al que, según mis informaciones, es uno de los más nuevos: el de Karlsplatz.
El mercadillo de navidad de Karlsplatz está en el epicentro, vamos, en el cogollo del meollo del repollo, de “la vienidad”. O sea, a dos pasos del Musikverein (la sala de conciertos más bonita del mundo, esa desde la cual se emite todos los años el Concierto de Año Nuevo) y a diez minutos de caminata de la Ópera estatal. Ese lugar que no necesita presentación.
El Christkindlmarkt de Karlsplatz es, en mi opinión, uno de los más navideños y de los mejores para ir con niños. En el estanque central, frente a la im-pre-sio-nan-te iglesia barroca dedicada a San Carlos Borromeo, los chavales se lo pueden pasar en grande porque hay actividades con monitores y esas cosas. Y los mayores…Pues como siempre, a practicar el alzamiento de jarrita.
Dos pistas secretas: la primera: Según se mira la iglesia desde el estanque, a la derecha, está el puesto de Jörg, un restaurador de Burgenland (no llevo comisión), el cual tiene un buenísimo restaurante en Neusiedl am See, por cierto. Aquí, podrán ponerse mis lectores ciegos de esas cosas que tanto suben el colesterol pero que dan tanto contento. Particularmente rico está el Blunzengröstl que resucita a los muertos más amojamados. Asimismo, no es conveniente perderse bajo ningún concepto las patatas fritas. Están de muerte. También los vinos calientes están muy ricos y hay un ponche de licor de huevo que no se puede probar solo una vez.
Segunda pista: cerca de la salida del metro hay un puesto en donde venden Schilcher Glühwein. Está riquísimo y solo lo hay en este mercado (que yo sepa). Es una especialidad. En fin, a divertirse (y a no pasar frío, con la que está cayendo).
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