La apasionante historia de la “Misión Sixto” (2)

Karl von Habsburg

¿Como se gestó la “Misión Sixto”? En el post de hoy, los antecedentes y los primeros pasos de uno de los episodios menos conocidos de la primera guerra mundial. Pudo cambiar el curso de la historia, pero fracasó.

3 de Diciembre.- ¿Cómo se gesta la “Misión Sixto”? En realidad, la participación de los hermanos de la emperatriz Zita en semejante embolado fue fruto de la puesta en práctica de un plan B, al fracasar los primeros intentos del emperador Carlos por obtener la paz. La situación de aquel pobre hombre era dura: Carlos tenía suficiente información para darse cuenta, como decíamos en la entrada anterior, de que la situación del imperio austro-húngaro era insostenible por más tiempo (tanto militar como económicamente) pero, por un lado, sus aliados alemanes, con el káiser Guillermo a la cabeza (un enfermo mental), especulaban con la producción masiva de submarinos para debilitar por mar a los aliados. Entretanto, las potencias aliadas (Inglaterra, Francia e Italia) estaban haciendo todo lo posible para que los Estados Unidos entrasen en la guerra europea con su potencial de hombres y pertrechos intacto.

El rey de España actúa juiciosa aunque egoistamente

Para tratar de desbloquear la situación Carlos intentó, como había hecho otras veces, apelar al factor familiar. Se puso en contacto con el rey de España, Don Alfonso XIII, de quien era medio primo (su madre, Maria Cristina, una mujer muy juiciosa, era una Habsburgo-Lorena). Sin embargo, el abuelo de nuestro rey hizo esa vulgaridad que consiste en lavarse las manos como el Pilatos bíblico.

Maria Cristina de Habsburgo Lorena
Maria Cristina de Habsburgo Lorena

A su primo el emperador Carlos le hizo una putada, las cosas como son, pero Don Alfonso obró en este caso muy consecuentemente con los intereses de España en aquel momento, que eran que la guerra mundial durase tanto como fuera posible. Oficialmente, España fue neutral durante durante toda la guerra (Madrid, y el hotel Ritz en particular, un nido de espías en donde Mata Hari se pasó por los siete velos a medio generalato europeo). La neutralidad hizo maravillas por la economía española, al poder los industriales nuestros venderle tanto a Pepe como a Juan (la burguesía enriquecida no reinvirtió los beneficios obtenidos en fuentes de riqueza sostenibles a largo plazo, con lo cual se gestó la crisis económica que se cargó la monarquía, última causa de las turbulencias que desembocaron en la Guerra Civil).

Don Alfonso XII le dijo al emperador Carlos que, la salida al conflicto que proponían él y el ministro de exteriores austriaco, el conde Ottokar Czernin (retener este nombre, que es importante) o sea, un final de la guerra en tablas, sin vencedores ni vencidos, todavía no estaba madura (no era cosa tampoco de matar la gallina de los huevos de oro, que nuestros industriales se estaban forrando). Por otra parte, y con un dominio del quid pro quo sumamente borbónico, Don Alfonso le recordó al ingénuo de su primo Carlos que Inglaterra y Francia solo aceptarían parar la guerra si Alemania hacía concesiones. Y los alemanes, ya lo hemos dicho más arriba, estaban dirigidos por un tío al que se le había ido la pinza completamente.

Dos príncipes en Neuchatel

El 31 de enero de 1917, los Estados Unidos rompen relaciones diplomáticas con el imperio alemán. La cosa se pone fea no solo para ellos, sino también para los austriacos, porque eso significa que los americanos tienen intenciones de entrar en la guerra de manera inminente.

Es por esas fechas o a mediados de febrero de 1917 cuando la madre de Zita, Maria Antonia de Borbón-Parma, tiene un encuentro con sus hijos en Neuchatel, en Suiza. Los príncipes Don Sixto y Don Francisco Javier, hermanos de Zita, eran en aquel momento oficiales del ejército belga y tenían muchos contactos en medios diplomáticos y políticos franceses. Maria Antonia de Borbón Parma le explicó a sus hijos lo deseoso que estaba el emperador Carlos de alcanzar la paz (Sixto estaba ya al cabo de la calle de ellos a través de un amigo común, el conde Tamás Erdödy, también presente el cual, a la postre, jugó un papel fundamental en la trama).

Los príncipes le dicen también a su madre que, en los ambientes diplomáticos, no bastan los buenos deseos. Para empezar, necesitan algo concreto. Sixto le nombra a su madre tres puntos sobre los que el emperador Carlos deberá manifestarse. Estos tres puntos son: el estatus de Alsacia y Lorena, Bélgica y Serbia. Los príncipes no hacen ninguna mención de Italia, así que el emperador Carlos, lógicamente, no dice nada al respecto.

Los príncipes se vuelven a Francia. Erdödy se vuelve a Viena.

En la capital de Austria, Czernin concreta una serie de puntos que Don Sixto y Don Francisco Javier deben transmitir al presidente Raimond Poincaré. A saber: la alianza entre Alemania, Austria y Rusia (en aquel momento aún Zarista) es indivisible, Austria-Hungría respetaría asimismo la existencia de Serbia; si Alemania quería renunciar a Alsacia-Lorena, Austria no pondría ningún problema. Asimismo, Bélgica debería ser repuesta como país independiente (en aquel momento estaba invadida por Alemania) y convenientemente indemnizada. Austria conservaría Rumanía hasta que todo lo anterior fuera puesto en práctica. Otra condición irrenunciable era que se garantizase el desarrollo libre de las nacionalidades de la monarquía austriaca.

Estas condiciones abrían muchas preguntas que ni Poincaré ni los hermanos Borbón-Parma estaban en condiciones de contestar. Por esta razón se acordó organizar un viaje peligrosísimo y altamente secreto de los príncipes a Viena.


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