Soy consciente de que muchos de mis lectores –particularmente los de fuera de Austria– acuden a Viena Directo porque quieren informarse de cómo va el trabajo por aquí.
3 de Enero.- Por tierra, mar y aire (por Facebook, correo electrónico y por comentarios) me preguntan cómo es lo de currar en Austria, cuánto parné se cobra, si se puede conseguir un trabajo sin saber decir en alemán “quiero un café con leche” y cosas así.
Por eso, de vez en cuando le doy una vueltecilla al tema laboral, para que la gente sepa a qué atenerse.
He aquí los datos más frescos al respecto.
De puertas para afuera, Austria sigue teniendo una situación envidiable, particularmente si se considera la española. Sin embargo, en los últimos días han aparecido las estadísticas del año al que acabamos de hacer un corte de mangas (no te mereces otra cosa, 2013) y parece que el panorama no es tan halagüeño.
Por un lado, se da la circunstacia de que no ha habido nunca tantas personas trabajando en Austria en cifras absolutas pero también, y aunque parezca contradictorio, nunca ha habido tantas personas paradas en términos absolutos (se explica porque la reputación de Austria como destino laboral deseable ha hecho que mucha gente haya venido al país “en busca de un futuro mejor”,esa frase que, por archiescuchada, hace que a uno le salgan ronchas: busquen los que la usen, por favor, sinónimos antes de volver a utilizar tamaña gilipollez, para evitarnos otitis y reacciones cutáneas edematosas a los que tengamos que leerla o, como dice mi abuela “sentil-la”).
Dicho esto:
En estos momentos, y según el cómputo que utiliza la Unión Europea para saber cuánta gente está desempleada, la tasa de paro en EPR es de un 7.6%, la segunda más alta desde que terminó la última guerra mundial (solo en 1953 fue un punto más alta, más o menos). Según el cómputo del instituto austriaco de estadística, un pelín distinto, estaríamos hablando de un 9.5% de desempleo.
En numeritos esto quiere decir que, en este momento, hay 430.000 personas que buscan curro en Austria y no lo encuentran. De los cuales 67.000 se encuentran haciendo cursos de formación pagados por el Estado a ver si, de una vez, encuentran el trabajo de sus sueños.
El Gobierno, por supuesto, ya ha anunciado públicamente que va a tomar cartas en el asunto para reconducir la situación al objeto, muy loable, de que en Austria haya menos parados. Los economistas dicen que las medidas que el Gobierno tiene previstas para reflotar la economía y que las cifras de crecimiento económico vuelvan a bailar el Porompompero no van a ser suficientes.
¿Por qué? Aducen que un 47% de los parados –o sea, casi la mitad- son personas sin una cualificación que les permita recolocarse aún cuando la economía vuelva a ser lo que era antes de la crisis.
¿Ha afectado la apertura de los trabajadores de Bulgaria y Rumanía al mercado laboral austriaco? Poco, dicen los expertos. En realidad, como muchos de mis lectores saben por propia –y dolorosa- experiencia, en Austria existe una muralla china al acceso a las ayudas sociales (entre ellas, el que el Servicio Público de Empleo te busque un trabajo o te dé cursos): hay que estar por lo menos un año trabajando (o, lo que es lo mismo, cotizando) para que alguien se anime siquiera a escribir tu nombre en una ficha. Los trabajadores búlgaros y rumanos cualificados llevan ya años trabajando aquí y, a todos los efectos, son como los trabajadores aborígenes. Los trabajadores sin cualificar procedentes de estas naciones son naturalmente rechazados por el mercado y tienen que volverse a sus países de origen.
Por eso, aquellos españoles que me lean y que consideren la posibilidad de venir a vivir a Austria, piensen primero en sus cualificaciones. Consideren que aquí todos los trabajos que no exigen cualificación ya están copados por gente que, además, habla alemán prácticamente desde que les parieron (parece que no, pero supone una gran ventaja). Consideren que, de hecho, hay excedente de este tipo de trabajadores y que el mercado laboral austriaco no puede absorberlos.
Quizá yo les aconsejaría que utilicen los ahorros duramente conseguidos en pagarse formación, un título, en aprender idiomas, en tunear su currículum, porque venir aquí, con la cosa como está, sería como quemar el dinero.
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