Dentro de unas semanas empezarán los juegos olímpicos en Sotschi (Rusia) un acontecimiento que ya está dando mucho que hablar.
4 de Enero.- Un momento, dirán muchos de mis lectores ¿Y dónde está el Zona de Descarga de esta semana? Pues siento anunciar que no hay. Mi simpar compañero de micrófono, Sr. Pedro Escobar está disfrutando de unas muy bien ganadas vacaciones en España, y no estará disponible para ser la Voz de los Lectores de Viena Directo hasta, por lo menos, dentro de dos semanas. Y yo, es obvio, sin mi simpar Pedro Escobar al lado me siento desamparado ante los micrófonos. De manera que, si todo sigue según lo previsto, podrán mis lectores disfrutar de una nueva entrega de su podcast favorito el sábado día 18 de enero. Hasta entonces…¿A qué están esperando? Pueden ponerse al día de lo sucedido utilizando las entregas (cinco) que ya están colgadas en la red. Para abrir boca, dejo la última.
En fin: mientras tanto, vamos a comentar hoy una noticia de alcance.
Los juegos olímpicos de Sotschi y las chichis rebeldes
Como los lectores de VD ya saben (porque son personas informadísimas) dentro de unas semanas se celebrarán en la ciudad rusa de Sotschi (marco-incomparable-de-belleza-sin-igual) los juegos olímpicos de invierno.
Tal como sucedió con los juegos olímpicos de Berlín, de 1936, el Gobierno ruso, que tantos y tantos paralelismos tiene con el de la Alemania de los años treinta, ha emprendido una operación de maquillaje y relaciones públicas encaminada a limpiar un tanto su desastrosa imagen internacional. Tal como hizo el tito Adolfo, Putin ha liberado a varios disidentes, los cuales se han apresurado a emprender el camino del exilio (el ex magnate Chodorovski y las Pussy Riot, conocidas en este blog como “las chichis rebeldes”) y ha dulcificado un poco, pero solo un poquito poco, las condiciones draconianas que rigen en su país (y, por tanto, en Sotschi) en lo que se refiere a la libertad de expresión y al derecho de manifestación.
Quieren protestar y no les dejan
Varias organizaciones internacionales han expresado su deseo de hacer oir su voz en Sotschi a favor de los derechos de los gays y de las lesbianas rusos, que viven (o mejor, malviven) bajo la bota de una ley (la llamada “Ley Antipropaganda homosexual”) que cuenta con el beneplácito de los sectores más reaccionarios del país (entre ellos la Iglesia Ortodoxa Rusa) y que ha permitido que se den pogromos y “cazas” contra los homosexuales como en la época nazi se daban contra las personas de raza judía o que se cambien libros y películas para ocultar la homosexualidad de personajes famosos de la cultura del gigante euroasiático, como el compositor Piotr Illich Tschaikovsky.
Así las cosas, muchas voces en nuestra civilizada Europa se han elevado para pedir que los políticos de sus países boicoteen los juegos olímpicos de invierno, utilizando su ausencia como manera de protestar contra esta situación inadmisible. Varios políticos europeos ya han anunciado que no estarán en Sotschi en la ceremonia de inauguración, como por ejemplo el presidente francés, Monsieur Hollande o el presidente alemán Herr Joachim Gauck. El Gobierno norteamericano se ha inclinado por una protesta más simbólica: en contraste con los juegos olímpicos de Londres, cuya delegación encabezaba la primera dama,Sra.Dña. Michelle Obama, en esta ocasión acudirá a Sotschi una delegación compuesta por prominentes atletas americanos, muchos de ellos declaradamente homosexuales, como la tenista lesbiana Billie Jean King o la jugadora de hockey sobre hielo, también lesbiana, Caitlin Cahow.
El boicot y Austria
¿Y qué pasa con los políticos de EPR? El canciller Faymann ha anunciado que estará en Sotschi (quizá porque en los juegos olímpicos de invierno Austria siempre hace un papel inmejorable y a todos nos gusta que los nuestros ganen). Obviamente, esto significa que tanto el Partido Popular Austriaco (ÖVP) como el Partido Socialista (SPö) están implícitamente de acuerdo con la decisión del canciller ¿Qué ha dicho la oposición? Lo esperable: los verdes (Die Grünen) que es una decisión nefasta y que, aunque sea simbólicamente, el Gobierno austriaco, si tiene un compromiso aunque sea mínimo con los derechos humanos, debería haber anunciado que Faymann no estaría en Sotschi. La ultraderecha, a través de su responsable de asuntos deportivos (una muchacha muy alta, muy deportista y muy…vamos, muy FPÖ para todas sus cosas) Sra. Petra Steger ha dicho que el el gesto de no ir a los juegos le parece una tontá y se ha hecho eco de los argumentos que, en su opinión, hablan en contra del boicot. Dichos argumentos son:
–Los pobres deportistas llevan años y años preparándose para esto y se merecen que sus políticos, desde las tribunas, les aplaudan (jopeta, añado yo) y hätten es sich nicht verdient, dass ihre Leistungen durch pseudo-moralische
Diskussionen ohne Wert in ein schlechtes Licht gerückt würden (no se habrían ganado que sus logros se oscurecieran debido a discusiones pseudomorales sin valor). No lo digo yo, lo dice ella que se basta y se sobra.
Los que hablan en contra del boicot también afirman que
-Un boicot constituiría una injerencia intolerable en los asuntos internos de la nación rusa, por no hablar de que tendría muy poca repercusión en el problema de que se trata. O sea, que igual, cuando se acaben los juegos, es incluso probable que Putin, como hizo el tito Adolfo in illo tempore, castigue más a los pobres gays rusos para comensar la manga ancha de estos días.
Y mis lectores ¿Qué piensan de todo esto?
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