Si es que un post que empieza hablando de las compresas Tena Lady es de evolución imprevisible.16 de Noviembre.- No hay nada que refleje más fielmente los gustos y los valores de una sociedad que la publicidad.
Por la cuenta que les trae a los anunciantes, claro.
Las marcas buscan a las personas “con más tirón” para asociarlas a sus productos y añadirles un valor que quizá, intrínsecamente, no tienen.
Las compresas y el esquí
Un ejemplo que me gusta contar siempre es el de las compresas Tena Lady.
Como saben mis lectores, estas compresas, de la multinacional INDAS, se utilizan para enjugar las pérdidas de orina en las personas de edad avanzada (o no tanto). Durante mucho tiempo, las compresas Tena Lady eran una patente de INDAS destinada al mercado hospitalario. Sin embargo, alguien en esa Santa Casa decidió que podían comercializarse al consumidor final y podían, por lo tanto, venderse como un producto más.
En un bien de estas características, asociado a algo que, primero, es un tabú y, después, una afección que se considera un símbolo de decrepitud, “el envolto” es fundamental. Se buscó pues una persona (lo que en el argot se denomina “un prescriptor”) que fuera una mujer de una edad pero que todavía trabajase, que tuviera un aspecto saludable y que fuera querida por el público objetivo. Concha Velasco, la famosa actriz española, cumplía todas las características (además de la de estar algo escasa de efectivo porque acababa de divorciarse de Paco Marsó).
En Austria, los “Conchos” y las “Conchas Velascos”, prescriptores válidos para vender todo tipo de cosas, son los esquiadores.
Es empezar la temporada de invierno y empezar a salir por la tele gente con esquíes (y, por lo general, con un acento tirolés que tira de espaldas) anunciando todo tipo de cosas. Almohadas, espinacas, cuentas bancarias…Precisamente, el hombre que hoy nos ocupa, esquiador retirado, es el rostro de uno de los bancos austriacos más potentes. Se trata de Hermann Maier, conocido como “Herminator” porque, mientras estuvo en activo, ganó todas las copas de la vida del esquí y alguna que otra más.
Sucede que, como es esquiador, las declaraciones que Hermann Maier hace sobre cualquier tema siempre tienen un cierto eco.
Hermann Meier: el esquiador machote
Preguntado el otro día sobre si iría a los juegos olímpicos de invierno de Sotschi (ver la posición oficial del Gobierno austriaco en este post), Maier afirmó que no viajaría a la localidad rusa en protesta por la actitud que el gobierno de Putin tiene hacia los homosexuales.
Maier concretó su posición al respecto diciendo que “vivimos en tiempos en los que estas cosas deberían ser vistas con normalidad” (a la homosexualidad se refería, no a su decisión de no viajar a Rusia).
Son unas declaraciones bastante inesperadas, teniendo en cuenta que el deporte sigue siendo para la mayoría cosa de machotes (Hermann Maier es muy machote él mismo) y la homosexualidad en el ámbito deportivo, por lo tanto, un tabú, lo mismo que en otros ámbitos como por ejemplo, el fútbol. No hay más que ver el revuelo que se ha montado estos días atrás porque un futbolista alemán de cierta importancia ha salido del armario, el hombre. Que hasta Cruella de Merkel le ha felicitado por su valentía.
Las manifestaciones de Hermann, hechas en tono distendido al pie de una pista (más o menos como cuando a cualquier ex futbolista le preguntan y dice obviedades como que “el fútbol es así” o “Cristiano ha salido a ganar” o cualquier chorrada semejante) no le han venido demasiado bien al presidente de la federación austriaca de esquí, Sr. Schröcksnadel –antiguo jefe de Hermann Maier-, el cual ha dicho que se están sacando las cosas de quicio porque, al fin y al cabo, “en Rusia la homosexualidad no está prohibida” sino que “solamente se ha prohibido que se haga publicidad de ella” (como si la homosexualidad fuera como las compresas Tena Lady). Por último, el presidente ha añadido que él no es que quiera decir que esto de la publicidad de la homosexualidad (lo de prohibirla) esté bien, pero que, ya puestos “a él le parece mucho mejor que se haga publicidad de la familia y no de la homosexualidad” . Como dice mi abuela, vino un carro cargado de gustos y cada uno cogió el suyo.
En fin.
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