Queridos lectores de Viena Directo: hoy, se termina el mes de marzo y, con él, la tranquila seguridad de que todo lo que uno lee en las noticias es verdad. Porque mañana, en estos países de habla extraña, es el día de los inocentes. O sea, ese día en que se gastan bromas a nuestros familiares y amigos y la obligación de ser serios que nos distingue los otros 364 días del año queda en suspenso.
La tradición de las bromas de abril es germánica y fue documentada por primera vez en Baviera en 1618. Se supone que el primero de abril se celebraba antes y que incluso los romanos se tomaban el pelo los unos a los otros en determinada fecha del año, pero la verdad es que el origen de las bromas abrileñas es totalmente desconocido y hay teorías para todos los gustos, casi tan divertidas como las bromillas que se gastan en este día especial (para leer algunas, pinchar aquí).
Yo tengo la sensación, de todas formas, de que en España los camelos tienen un matiz más doméstico y que aquí se trata de que el inocente se crea un embuste de mucho calibre. Por ejemplo, que la torre del Stephansdom va a ser convertida en un exclusivo hotel de lujo o que Sebastian Kurz, Ministro de Exteriores de EPR, va a abandonar la arena política para terminar (por fin) sus estudios de leyes; pero ya digo: esto es una apreciación personal. En cualquier caso ¡Cuidado mañana! El que avisa no es traidor.
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