Después de casi veinte días de descanso el bloguero vuelve a Austria y ¿Qué se encuentra?
19 de Mayo.- Pues aquí estoy de nuevo, después de mis vacaciones. Hoy, día 19 de Mayo, Viena Directo recupera su ritmo habitual.
El diagnóstico de Luis Tercero
Hoy, he dejado la soleada España y he vuelto a la soleada Austria la cual, parece ser, no ha sido tan soleada todo el tiempo en que yo he estado fuera. De mis impresiones españolas quedará constancia en los próximos días (estos artículos, como siempre, me ayudarán a tomar de nuevo el hilo de la actualidad de EPR) y de Austria ¿Qué decir de Austria? Creo que el mejor resumen lo ha hecho mi amigo Luis Tercero (entre los historiadores, sin duda, el primero) al que mis lectores conocen porque, de vez en cuando, se asoma a este diario del aire para iluminarnos con todo el fulgor de su erudición: “Austria –me ha dicho hoy mientras me ponía al día de los últimos chascarrillos- se ha convertido de pronto en un país moderno, liberal, tolerante” (gracias a Conchita, claro, de la que, probablemente, algunos de mis lectores estén ya hasta la ídem u otra parte equivalente de su cuerpo)
La Ballhausplatz y la Gran Vía
¿Exagera el bueno de mi amigo Luís? Probablemente sí ¿Es que Austria no era ya un país “moelno” , tolerante y liberal antes de que su compentente representante ganara el Festival de Eurovisión? Pues sí, señora. Lo que pasa es que yo creo que los mismos austriacos no se lo creían mucho y ahora que lo han descubierto, pues se lo están pasando fenomenal como una tropa de muchachas en despedida de soltera por Chueca –barrio gay de Madrid, meca de la fiesta, el tanga, el músculo de clembuterol y la diversión-.
Viniendo de España, en donde Conchita Wurst no les duraría ni medio asalto a los de, pongamos, Sálvame (de luxe, diario o puticlub) la verdad es que lo de la chica con barbas resulta encantadoramente provinciano y la prisa que se han dado todos en hacerse fotos con él/ella, realmente conmovedora y te levanta una sonrisa aunque no quieras.
Viniendo de España, de la Gran Vía madrileña, esa asamblea humana variopinta, moderna y cosmopolita de la que Viena –desgraciadamente- carece, en donde uno puede ver lo mismo una pareja de gays osetes, que una pareja de chicas de la mano (o besándose alegremente y que a todo el mundo le chupe, como es lógico, un pie), que modernos vestidos de David Delfín, que riadas de gentes con la camiseta del Atlético de Madrid, lo de Conchita es como las travesuras que se corrieron un grupo de monjitas cuando estuve visitando El Monasterio de El Escorial estos días atrás ¡Daba gusto ver a las hermanas haciendo cosas (cuando pensaban que solo Dios y sus compañeras las veían) que yo creo que le siguen haciendo gracia solo a mi sobrina Ainara! Qué bonita es la inocencia, madre.
Hoy, al subirme al avión de Niki que me ha traido a esta bonita capital que el Danubio riega, me he cogido el Der Standard de hoy y la verdad, me ha enternecido ver a Conchita, vestida de negro y blanco, supremamente elegante, posando como solo puede hacerlo una profesional de los medios, flanqueada por el canciller de Esta Pequeña República, Sr. Faymann, y el Ministro de Cultura, bajo cuya jurisdicción caen, por lo visto, las victorias eurovisivas.
He suspirado, he sonreido y, aunque aún estaba en Barajas (ahora, Adolfo Suárez Madrid Barajas), me he dicho ¡Ya estoy en casa!
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