23 de Mayo.- Ayer empezábamos a dilucidar si los “identitarios” son un grupo “neofascista” o “neonazi”.
Nunca fueron ángeles
Para que nos vayamos centrando, citaré (y traduciré) un párrafo sacado de una página que parece ser su órgano de expresión “Identitäre Generation”. El mencionado párrafo dice asín:
Nationalismus vs. ethnokulturelle Identität
Waren nach früherer Definition gemeinsame Abstammung, Geschichte, Sprache und Kultur noch Voraussetzungen, um von einer Nation sprechen zu können, ist es nach heutigem Verständnis nur noch der Zusammenschluss von Staatsangehörigen. Vom Standpunkt der Staatsangehörigkeit kann jede Person ein Deutscher sein und damit auch Nationalist (siehe stark nationalistische Bewegungen wie Casapound in Italien mit Mitgliedern außereuropäischer Herkunft). Ethnokulturell kann sich allerdings niemand per Unterschrift zum Deutschen machen lassen. In eine ethnokulturelle Gemeinschaft kann man nicht einfach so immigrieren, in eine Nation sehr wohl. Eine Gemeinschaft, die sich auf ethnisch-kulturelle Voraussetzungen gründet, basiert auf invariabler Zugehörigkeit, ihr Verhältnis zueinander ist also stabiler, der Zusammenhalt viel bruchfester – sie ist mehr als ein bloßer Vertrag. Es ist die Voraussetzung für ein Miteinander gegeben, das nicht nach Gutdünken beliebig verändert und aufgelöst werden kann.
En cristiano:
Nacionalismo, contra identidad etnocultural
(…)
La definición anterior (del nacionalismo) utiliza como supuestos de partida una ascendencia, historia, idioma y cultura para poder hablar de Nación, lo cual suele traducirse, según el concepto más corriente hoy en día, en relación a los nacionales de un estado.
Desde el punto de vista de ser súbdito de un estado, todo el mundo puede ser alemán y, por lo mismo, ser nacionalista (ver los fuertes movimientos nacionalistas como Casapound en Italia, con miembros con procedencias de fuera de Europa). “Etnoculturalmente” (las comillas son del traductor), nadie puede convertirse en alemán por el simple hecho de firmar un papel. A una comunidad “etnocultural” no se puede emigrar sencillamente, a una nación, sín ningún problema. En una comunidad que se funda en supuestos de partida “etnoculturales” basada en la pertenencia invariable, las relaciones mútuas son más estables y la solidaridad más fuerte, que mediante la firma de un mero contrato (se refiere, supongo, al que se establece al recibir la nacionalidad de un determinado país). Es el requisito previo para un vínculo que no se puede romper ni disolver a discreción.
(…)
El artículo sigue, pero creo que en este párrafo se condensa el pensamiento –llamémosle así– identitario.
El “pensamiento” identitario
Según este: Europa sería una unidad étnica y cultural reconocible, que estaría amenazada por unos individuos de procedencia étnico-cultural ajena. Unas personas para las cuales sería imposible integrarse en la comunidad de llegada, porque, desde su nacimiento, estarían irreversiblemente marcados por una procedencia “étnico-cultural” ajena. De suyo viene además que las personas procedentes de comunidades “étnicoculturales” distintas, según este pensamiento, vendrían a corromper, a producir la decadencia y, finalmente, la aniquilación, del sano cuerpo “etnico-cultural” europeo (en este contexto, imaginen mis lectores a un grupo de rubicundos sigfridos y voluptuosas walkirias que fueran a la Iglesia todos los domingos y fiestas de guardar). Los “identitarios” vendrían a ser los defensores contra este peligro.
Si retrocedemos a los años treinta del siglo pasado –un periodo histórico que tiene tanto y tanto en común con el que vivimos hoy en día- no tardaremos en encontrar paralelismos con las locas de las mechas a las que Hitler leyó con profusión durante su estancia en Viena y que veían a los judíos como elementos “extraños” a la sociedad europea “aria”.
Es frecuente encontrar en la literatura “protonazi” de esta época la metáfora de los judíos vistos como “virus” o cuerpos irritantes extraños. La enfermedad producida por dicho virus, tenía, en los años treinta, como en el caso de los “identitarios” dos vertientes.
Se veía a los judíos como elementos culturales extraños que corrompían a la sana cultura europea (la famosa “Exposición de Arte Degenerado” es un ejemplo clarísimo de esto, con el agravante de que, en alemán el adjetivo “degenerado” –entartet- tiene además un matiz de “bastardía”, del que carece en castellano) y también se veía a los judíos como elementos “étnicos” extraños.
De ahí que los nazis prohibieran el matrimonio entre las personas judías, étnicamente ajenas según este concepto, y los “alemanes” de pata negra o “arios”. Y, como se dice expresamente en este párrafo del que hablamos, era imposible para los judíos ser alemanes, aunque fueran súbditos de la nación alemana, porque para los nazis –lo mismo que para los identitarios- el Estado-Nación era el resultado de un mero trámite burocrático, una especie de nivel superficial al que se podía acceder sin pertenecer a la “comunidad” alemana formada por los indivíduos étnicamente puros.
¿Convierte esta visión, por lo demás torcida, de la realidad, en nazis o fascistas a los identitarios? Pues muy probablemente, no. Faltan en el “productmix” un cierto número de cosas. Por ejemplo, la aspiración a implantar un Estado totalitario –aunque está claro también que con las opciones políticas actuales no se llevan demasiado bien- ¿Perderá Häupl la querella y se verá obligado a disculparse? (hoy se ha dado a conocer que, efectivamente, los “identitarios” han demandado al alcalde de Viena), pues lo más probable es que todo quede finalmente en agua de borrajas.
Para saber más a propósito de los Identitarios (parece una orden religiosa) y su procedencia, recomiendo la lectura de este bonito artículo del Standard.
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