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15 de Junio.- Como cada año, nos echamos ayer a la calle para cubrir el que, sin duda, es el día de fiesta más importante del año para la comunidad LGTB de Austria: la Regenbogenparade o desfile del arcoiris. También conocido como Día del Orgullo Gay.
Fue una jornada festiva, como debe ser, pero también reivindicativa.
A los gays, a las lesbianas, a las personas transexuales y bisexuales austriacas les queda aún mucho camino por recorrer para estar al mismo nivel que sus pares europeos.
Para empezar, aquí no hay matrimonio igualitario –tan solo una ley de parejas de hecho muy recortada- por lo cual, amparándose en prejuicios rancios que ya no se sostienen de ninguna manera, el Estado sigue discriminando a un grupo de ciudadanos que pagan sus impuestos como todos los demás y que, sin embargo, no pueden beneficiarse de cosas tan importantes como el tener derecho a heredar a su cónyuge o adquirir la nacionalidad en el caso de que uno de los cónyuges sea extranjero.
En cuanto a la adopción de niños, no hablemos. Se puede dar el caso, se da el caso de hecho con más frecuencia de lo que creemos, de que los hijos de los gays y las lesbianas queden desprotegidos en el caso de que le suceda algo a su padre biológico o a su madre biológica y queda a merced de la “buena voluntad” de lo que quede de la familia, el que el miembro superviviente de la pareja pueda seguir criando a los hijos ¿Se imaginan mis lectores que a una mujer o a un hombre heterosexuales, por quedarse viudos les quitaran a sus hijos? (aunque estos hijos fueran adoptivos).
Por estas y otras cosas, el desfile del orgullo es muy importante y el deber cívico de toda persona decente acudir a él.
También para demostrar que los gays no son solo esas personas más o menos exquisitas que hablan por la tele de los avatares ginecológicos de los famosos, sino que hay gays fontaneros, pintores de brocha gorda o militares de alta graduación, lesbianas oficiales administrativos o amas de casa, personas ricas que pueden permitirse vestir de Versace y personas normales a las que les cuesta llegar a fin de mes; gays y lesbianas jóvenes de cuerpos esculpidos a golpe de gimnasio (bueno y, en algunos casos, también de “sustancias”) y también personas homosexuales ancianas las cuales, en muchos casos, después de toda una vida luchando contra los prejuicios ajenos, tienen que “volver al armario” de residencias en las que no se les respeta o no se tratan sus problemas diferenciados de personas que, en muchos casos (sobre todo en la gente de muy avanzada edad) se enfrentan a la enfermedad y a la vejez en solitario, sin más colchón que la red de amigos que hayan podido conservar.
En este caso, el estereotipo del gay musculoso y sibarita es tan letal como el que asociaba a los judios, en el periodo de entreguerras, la riqueza y una ambición desmedida.
Para luchar contra los clichés y, una vez más, para defender la tolerancia y apoyar a la gente que, todos los días, le echa un par y se pone del lado de los desfavorecidos fuera de esta Europa que, en cualquier momento, no lo olvidemos, puede dar un paso atrás y convertirse en Rusia, hay que hacer acto de presencia en cosas como esta.
Lo cual no quita de alegrarse la vista también, que lo reivindicativo no quita lo cabal ¡Qué caray! Para seguir alegrándosela, mis lectores no tienen más que pinchar en este link, que les llevará a una completa galería de fotos de ayer.
¿Has escuchado ya el programa de Zona de Descarga de esta semana? ¿No? Y a qué esperas? Te chuparás los dedos. Prometido.
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