Si hoy hubiera elecciones en Austria, la ultraderecha ganaría las elecciones. Interpretamos los resultados.
10 de Agosto.- Hace mucho que no me ocupo de cómo van las encuestas en Austria y eso que cada domingo, el Österreich (gran periódico) se ocupa de poner una encuesta del instituto Gallup que es un poco como esos sube y baja que ponen en todos los periódicos y que, generalmente, se encarga de hacer el becario (con todos mis respetos a los becarios). Fulanita sube porque ayer, en el posado de prensa en la playa de Conchas Blancas llevaba un bikini a juego con las sandalias, perenganita baja porque ha salido a la calle y se le veía el tirachinas del tanga. Algo así.
En el Österreich le encargan las encuestas a Gallup y la verdad, suelen acertar bastante. En la de este domingo se dibuja un panorama desolador para los dos grandes partidos que gobiernan Austria. Si hoy se hubieran celebrado elecciones, en frío, de la nacht a la morgen, la suma de votos del partido popular austriaco y del partido socialista no llegaría al cincuenta por ciento de los sufragios y, naturalmente, necesitarían de un tercero (¿Los Neos? ¿Los verdes?) para poder formar gobierno. La agonía de la gran coalición que gobierna este país desde la posguerra (más o menos, ha habido intermedios, como el catastrófico periodo en que Haider y el Partido Popular gobernaron juntos) es un tópico que se repite anualmente como la canción del verano de David Cibera, pero lo cierto es que, por lo menos en su forma actual, parece que está muy desgastada.
¿Quiénes son los líderes? Pues la ultraderecha. El FPÖ lidera las encuestas con una intención de voto de un 28%, tres puntos por encima de los socialistas.
Sin embargo, a mí, lo que más me ha llamado la atención, y me parece muy interesante comentarlo, no es el gráfico de barras en el que salen los porcentajes de los partidos, sino un recuadrito al lado en donde se ve la distribución del voto de acuerdo a diferentes parámetros (sexo, renta disponible y profesión). Y el panorama pone los pelos de gallina.
Atendiendo a estos parámetros, los dos grandes partidos no solo tienen un electorado muy envejecido (en los menores de treinta años, la ultraderecha saca un 43%, los siguientes, los socialistas, están a 11 puntos 11 de ellos y el ÖVP se pierde en las profundidades de la tabla) sino que el Partido Socialista ha perdido totalmente a la clase trabajadora (lo mismo que el ÖVP ha perdido a los católicos). Más de un cuarenta por ciento de los trabajadores votarían al FPÖ, los socialistas ganan –aunque poquito- en la clase media. Por renta, aquellos que ganan hasta 1800 Euros –o sea, la clase más de tropa- se inclinan en masa por la ultraderecha, en la clase media la cosa está más o menos igualada, aunque ganan los socialistas y, la ultraderecha vuelve a ganar en los segmentos de rentas altas, aunque ahí la distancia con los socialistas es menor (25% los rojos y 30% los azules).
En declaraciones hoy mismo al Österreich, Strache, venido arriba, dice que él quiere ser alcalde de Viena en 2015 y canciller en 2018 y, si Dios no lo remedia, nunca ha estado más cerca de conseguirlo. Naturalmente, no podrá hacerlo solo. Un 27-28% de los votos (eso, de momento es el “Strachismo” sociológico) no basta para gobernar el país ¿Quién le pondría el cascabel al gato? Como diría Manolito, el de Mafalda, Datis. De cuéstion.
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