A falta de plagas bíblicas, en la ORF saben que, a falta de noticias, lo mejor es ser la noticia.
19 de Agosto.- En el argot periodístico de estos países de habla extraña, se conoce a esta época de año como el Sommerloch (o sea, el agujero de verano). En Austria, todo se paraliza, y es así desde los tiempos del emperador Paco Pepe. Entonces la corte, augusta, lujosa y cansada, se marchaba al Sommerfrische a la zona de Salzburgo. El anciano emperador se establecía en Bad Ischl, y la aristocracia se establecía a su alrededor a disfrutar de los paisajes alpinos. Entretanto, en Viena, la gente se moría de aburrimiento.
Actualmente, es más o menos igual. Los políticos “serios” gustan de ser fotografiados en la montaña, haciendo senderismo como el bundespresident, señor Fischer. Los políticos “chonis”, o sea, Strache, para fortalecer el componente aspiracional que les une a su electorado, se van de vacaciones a Ibiza, los días de claro e claro playero y las noches de turbio en turbio “discotequil”.
Salvo desperfectos mayores en la superficie del verano (una catástrofe natural o, más recientemente, unos funerales casi de estado, como los de Barbara Prammer) la actualidad austriaca se queda quieta parada como en tiempos de la monarquía del águila bicéfala.
Conversaciones de verano
En la ORF, televisión pública austriaca, decidieron un día que si no había noticias habría que producirlas así que, a falta de plagas bíblicas que inventar como hacen otros, dedican un día de cada una de las últimas semanas del verano a entrevistar, en las “Sommergespräch” a cada uno de los cabezas de los partidos en el parlamento, en orden creciente de importancia (por cortesía y para que los políticos con menos representación parlamentaria les hagan de teloneros a los que tienen más tirón).
Normalmente, las Sommergespräch las llevaba el exactísimo y admirable Armin Wolf. Se convertían las conversaciones veraniegas en trances en los que los políticos tenían que sudar la camiseta, porque Armin Wolf es un entrevistador coriaceo que se presenta ante los políticos aristocrático, procurando que mantengan un nivel del que (ay) muchos políticos carecen hoy en día.
Sea por cansancio o sea porque Wolf, como jefe de informativos de la ORF, ya tiene mucha carga de trabajo, este año las Sommergespräch las conduce Peter Resetarits que sabe que no puede competir con Wolf (el cual es un entrevistador puro, rápido, preciso, con pegada) así que ha cambiado un poquito la fórmula y ha introducido “la voz de la calle”. O sea, los austriacos le hacen preguntas a los políticos en el estudio.
Resetarits procura ejercer también la misma función de Wolf de no dejar que los políticos se salgan con la suya y hablen de su libro pero, al mismo tiempo, es una especie de portavoz del pueblo soberano.
Tan rubia, tan alta, tan maja (qué agobio, hija)
La semana pasada, el invitado al estudio fue el jefe de los Neos (esos verdes de derechas) y ayer, curiosamente, una político de la que se podría decir lo que los americanos dicen de los pobres desgraciados a los que electrocutan, o sea, que era una “dead woman walking”. La invitada era Kathrin Nachbaur, empleada de Magna, la empresa de Frank Stronach y, al mismo tiempo, cabeza de su partido. Una formación que, desde que Strochach se dio el piro, está reducida a la insignificancia.
Nachbaur fue, como ella misma sabría seguramente, a poner la cara para que se la partiesen (imaginemos, por ejemplo, que Iñaki Urdangarín contase con las gónadas suficientes como para conceder a cualquier medio una interviú contando su versión de los hechos). Los ciudadanos le reprocharon ser una desconocida (lo cual también implicaba que le reprocharon estar allí por alta, por guapa y por rubia) y le reprocharon a su jefe haber puesto pies en polvorosa después de haber conseguido un resultado mucho más modesto en las elecciones de lo que la “inversión” prometía. Se las tuvo Nachbaur que tragar todas dobladas, claro. Con mucho jarabe de “Herr Doktor Resetarits” por aquí y “Herr Doktor Resetarits” por allá.
Le entraba en el sueldo. Como portavoz de grupo parlamentario la Sra. Nachbaur recibe una retribución algo más alta que sus compañeros de hemiciclo, a condición, eso sí, de que no realice otros trabajos en la economía privada. Recientemente ha sido penalizada al saberse que, a pesar de esta interdicción, sigue Nachbaur ocupando un alto cargo en Magna, la empresa de Stronach. Así las cosas ¿Cómo iba a hablar mal de su jefe?
Deja una respuesta