Cuanto más leido es un blog -y Viena Directo lo lee mucha gente- más peligro corre de llamar la atención de los “lishtos”.
15 de Septiembre.- una de las cosas de las que no me puedo quejar es de que Viena Directo tiene muchos lectores. Son muchos y, además, fieles. Además, como yo soy una persona que digamos, soy “muy verdad” o sea, que yo cuando escribo soy yo mismo (o procuro serlo) sucede también que es muy probable que, si a mis lectores les gusta lo que escribo, también es probable que les caiga yo bien como persona y que, “a la viceversa”, también me caigan bien a mí ellos.
En ese sentido, Viena Directo no me ha dado más que alegrías, ya que me ha permitido conocer a una gente sensacional (la última vez, este fin de semana ¡Gracias amigos de Vorarlberg por vuestra visita!). Sin embargo, esta modesta fama de la que yo disfruto (y mucho, créanme mis lectores que la disfruto mucho) también tiene algunos inconvenientes.
Uno de ellos es que Viena Directo llama la atención de alguna gente que no quiero decir que sea poco recomendable, pero sí que son lo que, en mi tierra, llamamos “lishtos”.
El buitre que no corre vuela
Cualquiera que se haya parado a pensar sobre el negocio de internet se habrá dado cuenta de que the mother of the lamb del asunto se encuentra en los contenidos. Más allá de los enlaces internos o externos, más allá de andar con las negritas y las palabras claves, una de las cosas fundamentales para “gustarle” a Google –un amor al que aspiramos todos los que nos dedicamos a esto con cierta seriedad- es un contenido original y de calidad.
Esto también es importante cuando, lo que quieres, es ganar dinero con internet. Yo no cobro un duro por Viena Directo, pero oye, hay gente que sí que se gana las habichuelas con esto. Naturalmente, se puede tener una página con paparruchas y seguro que encuentras un incauto que ponga su anuncio en ella. Pero se irá en cuanto encuentre a alguien que produzca un contenido que sea más acorde con lo que considere su público objetivo, no sé si me explico.
De esta manera, el contenido original y de calidad, que es el explotable económicamente, se convierte en un bien paradójicamente escaso (paradójicamente, sobre todo si consideramos la cantidad de personas que escriben en internet todos los días). Y también el público que día a día, trabajosamente, uno se va haciendo y que confían en uno y al que uno les ofrece credibilidad. Un objetivo innegablemente goloso.
Tú eres especial, así que vente pacá que me aproveche de ti
Hace unos días recibí un correo de una persona que firmaba como Natalia –nunca he sabido su apellido y creo que, después de esto, no lo voy a saber-; esa persona que, naturalmente, se oculta bajo un nombre supuesto, trabaja para una plataforma. Esta plataforma se dedica a captar blogs para reproducir sus textos y sus fotos a cambio de un link.
Naturalmente, para que la cosa funcione, la tal Natalia (y sus compañeras, porque he descubierto que esta plataforma se encarga de captar bloggers en distintos idiomas) tiene que escribir en un lenguaje agradable y fluido. El correo empieza llamándote por tu nombre (Estimado Paco, o sea que se ha tomado el trabajo de mirar quién firma los artículos), sigue hablándote de tú –es una cosa que a mí, desde que vivo aquí, me chirría muchísimo, sobre todo tratándose de una relación digamos “profesional”- y luego continúa diciendo que mi blog es especialmente interesante y que encaja perfectamente en el perfil que busca para los lectores de su plataforma –todo el mundo, y más los bloggers, estamos deseando creernos que somos especiales, así que, cuando nos lo dicen, encuentran el terreno abonado-.
La simpática Natalia sigue diciendo que su “servicio” (sí, ahí saltó la alarma, porque a mí, me usan la palabra servicio y me tiento la cartera) busca a personas como yo para un “proyecto de periodismo ciudadano y un medio alternativo”. La cosa consiste en que el blogger somete a juicio de los participantes de la “plataforma” sus textos y ellos evalúan si los reproducen o no y te engolosinan dándote la posibilidad de declararte “blogger del día”. Naturalmente, te dicen, ellos reproducen tu texto con un link a tu blog y tu nombre. Por supuesto, que hay un link, pero es a un “otros textos del mismo autor”. En la práctica, lo que tú haces es escribir (gratis) para ellos, que por supuesto ganan dinero poniendo publicidad en su página (una página que está radicada en Francia pero que también opera con el mismo sistema en otros idiomas).
Lo que no explican -o lo explican en la letra de unas farragosas condiciones legales- es que, a cambio de un link, tú dejas de tener el control sobre tus textos (en las condiciones de uso se dice que se ceden para que ellos hagan explotación económica de ellos) y, además que, desde el momento de empezar a publicar los textos en esta supuesta plataforma de “periodismo ciudadano” tú empiezas a hacerte la competencia a ti mismo. Porque Google detecta contenido duplicado y deja de incluir el blog original en los primeros resultados de las búsquedas. Por no hablar de que por qué querría nadie ir a leer el blog original si ya puede leer los textos en esta plataforma y no solo leerlos, sino valorarlos, o compartirlos en Facebook o como le apetezca. Y otro gran inconveniente: para ceder tus textos, tienes que hacerte una cuenta y dar tus datos personales. Gratis, para que ellos hagan lo que les salga de la Bastillla con ellos.
Natalia, naturalmente, en su correo, daba la sensación de que este gran colector de material escrito por otros era un “proyecto” alternativo que se había empezado “con gran ilusión”, como si esto fuera una cosa casera de amiguetes. No es así, claro.
Esta vez, casi pico, lo confieso. Solo me salvó cuando leí lo del “servicio”. “Aquí, me dije, hay gato encerrado”. Y vaya si lo había.
Qué bonito es Austria: ayer tuvimos record de descargas de Zona de ídems, y es que la gente está deseando saber cuáles son los lugares más bonitos de Austria ¿Por cuál apuestas tú?
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