Mi papá es español ¿Es grave, doctor?

padreVivir a caballo entre dos culturas, a veces, no es fácil ¿Qué problemas pueden afrontar los hijos de matrimonios “mixtos”?

16 de Diciembre.- Antes de empezar, advierto que este artículo no trata de sentar cátedra de nada ni mucho menos de herir ninguna susceptibilidad, sino ser simplemente una enumeración de las observaciones de una persona en concreto. Un reflejo de su opinión, vaya. Tengo que advertir además que esta persona es algo quisquillosa y que el proverbial mal humor de los vieneses (que a mí no me parece que exista, pero bueno) le ha traspasado un poco la cáscara del ánimo. Quien avisa, ya se sabe.

Entrando en materia, diré que este post es el resumen muy resumido de una conversación que tuve con un amigo (cuyo nombre, lógicamente, mantendré en “el economato”, como dicen los Gomaespuma) el cual es hijo de españoles pero tiene una historia un poco atípica, ya que nació aquí y luego se fue y luego volvió. La última fue la vencida y lleva aquí un poquito más de tiempo que yo –llegó aproximadamente en 2003-. La conversación se produjo en el café Ritter, que es un bonito local (salvado, afortunadamente, de la ruina) que se encuentra en una esquina muy transitada de Mariahilferstrasse. He aquí, más o menos redactado, lo que me dijo este amigo a propósito de las cosas que él había observado en relación con otros hijos de españoles que ha tenido ocasión de tratar.

-Durante este tiempo, he conocido a diferentes hijos de matrimonios mixtos (español-austriaco) de distintas edades (pongamos que de los cuatro a los cuarenta y muchos). En primer lugar, habría que decir que, según mi propia experiencia, vivir a caballo entre dos culturas puede ser un poco complicado, sobre todo en la adolescencia. Generalmente, es una historia de éxito pero también hay casos en que todo no es tan de color de rosa. Un fenómeno bastante común, sin embargo, es que, salvando las diferencias generacionales, el éxito de la adaptación a la circunstancia de que uno de tus padres sea español tiene mucho que ver con el hecho de que el progenitor español esté bien integrado en la cultura de acogida y viceversa. La integración, por supuesto, no es asimilación, o sea, estar integrado no es que el español se haya olvidado de su cultura, sino que conozca y aprecie la cultura que le ha recogido (en este caso, la austriaca), que le guste el idioma y trate de hacer lo posible por hablarlo, etcétera, etcétera. También todo es mucho más fácil si el progenitor austriaco conoce y aprecia la cultura española, ya que así el niño no tiene la sensación de que una de las partes de la pareja “gana siempre” porque siempre juega en casa, no sé si me explico. Al fin y al cabo, todos somos una mezcla de lo que son nuestros padres -en esto mi amigo y yo coincidimos, porque es un aspecto sobre el que yo he insistido varias veces en el blog.

Sigo:

-Después, habría que decir que, una circunstancia común en muchos hijos de españoles que tienen dificultades con el tema (sobre todo, a partir de que van alcanzando una cierta edad) es una cierta propensión a poner énfasis en el rasgo que podríamos llamar “identitario” que para ellos resulta clave y que muchos españoles toman demasiado a la ligera en mi opinión.

Me he topado aquí con otros hijos de españoles que intentan ser más españoles que los propios españoles que viven en España, quizá porque, cuando vamos a España, poca gente nos reconoce como españoles “puros” sino que nos ven como una especie de “imitaciones” –llegados a este punto, le pedí a mi amigo que se explicara.

-Verás –me dijo- conozco particularmente un caso de un señor cuyos padres emigraron a Austria en los años setenta. Este hombre habla español con un acento leve pero indefinible, de manera que, cuando te topas con él, es fácil caer en la tentación de hacerle con buena intención una pregunta que a él le resulta casi ofensiva y es: “¿Dónde aprendiste español? Para ser austriaco lo hablas fenomenal”. Naturalmente, este hombre, cuando sale alguna conversación relacionada con España (ya sea sobre los orígenes de la paella valenciana o sobre el modo correcto de bailar una muñeira) se siente en la necesidad de quedar siempre por encima de ti intentando demostrar el absurdo de que, sobre cualquier cosa relacionada con España, él sabe mucho más que tú y está siempre en la posición (defensiva) de estar siempre “españoleando” a machamartillo.

Le reproché a mi amigo estar siendo algo cruel, pero él se encogió de hombros y luego hizo un gesto con la mano, a medias quitándole importancia al asunto y a medias como si intentase apartar un insecto fastidioso y molesto:

-A estas personas, Paco, no hay manera de explicarles que el precio que pagamos por poder llevarnos a casa lo mejor de los dos mundos es que en ninguno de los dos países de los que vienen tus padres somos considerados como nativos “puros”, principalmente (debo decirlo también) porque, aunque hablemos muy bien castellano, los hijos de españoles no terminamos de “sonar” como nativos puros. Siempre hay un acento, una pronunciación de la r o de la s, una ultracorrección en la manera de pronunciar, que yo creo que nos delatan. Esto puede ser también porque, en muchos casos (repito que, sobre todo, entre gente de más edad) durante lo que podríamos llamar la etapa de formación del corpus de español que hablamos –la primera infancia- solo teníamos a mano a un hispanohablante nativo al que copiar –al padre o a la madre- de manera que experimentamos también, por delegación, un fenómeno que nos sucede también a los que llevamos mucho tiempo fuera de España y es la progresiva (e inevitable) fosilización de nuestro idioma, que se queda detenido en el día en que salimos del país. Perdemos giros, frescura, bromas, muletillas… Ese “no es X, es lo siguiente”, que a nosotros, los que dejamos España hace ya años, nos parece una soberana gilipollez, con perdón ¿O no?

Asentí con la cabeza porque yo, cada vez que escucho la muletilla de marras (si no la dice mi sobrina Ainara, claro) me pongo del hígado.


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Comentarios

Una respuesta a «Mi papá es español ¿Es grave, doctor?»

  1. Avatar de *suffocation*
    *suffocation*

    Interesante opinión. Lástima que no hayas hablado de la otra cara de la moneda, el hecho de que no se sienta esa persona totalmente Austríaca (de la forma que no se siente totalmente Española). Me había hecho la ilusión de leer ese pto. de vista cuando he leído el título y la entradilla.

    Me solidarizo, no obstante, con el mosqueo que se tiene que llevar cuando le preguntan el ““¿Dónde aprendiste español? Para ser austriaco lo hablas fenomenal”.

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