El apasionante (e imprevisto) viaje de la familia Bleibtreu (2)

MunichContinúan las sorpresas con la familia Bleibtreu ¿Qué tiene que ver Hitler en persona con esta familia de cómicos?

19 de Enero.- En la siguiente generación, la historia de los Bleibtreu da otra vuelta apasionante.

Marianne Bleibtreu, actriz de comedias ligeras de entresiglos, tuvo un hijo, de cuyo padre nada se sabe: Renato Attilio Bleibtreu. Nació en 1893 en Viena pero su madre, Marianne, pronto no pudo o no supo hacerse cargo de él (¿Quizá porque era hijo ilegítimo?) y muy pronto lo dejó abandonado en la inclusa (por cierto, hoy me he enterado de que la inclusa o casa cuna, en alemán, se dice “Findelhaus”, un conocimiento muy útil, sobre todo si uno quiere dedicarse a escribir novelones del siglo XIX). En fin: sigo.

Por cierto, Attilio, no volvió a ver nunca más a su madre. En 1901, cuando el chiquillo tenía ocho años, fue entregado en acogida a la viuda de un vigilante penitenciario (el melodrama se hace más profundo) y con ella permaneció hasta 1910, momento en el que se independizó (en aquella época, la gente levantaba el vuelo pronto).

Durante los veinte y los treinta, en la convulsa Viena de la primera república, Bleibtreu ejerció de periodista (lo que hoy llamaríamos un freelance), se casó con la hija de un carnicero (nada más alejado de las tablas) y tuvo cuatro hijos. De ellos, dos se harían famosos. Dos mujeres: la actriz Monica Bleibtreu (ayer lo escribí con K, pero se escribe con C) y Renate Bleibtreu, que vive todavía y es una distinguida traductora que ha vertido al alemán obras de Strindberg e Ingmar Bergman. Pero de ellas dos hablaremos más tarde.

En 1938, sin embargo, la vida de Attilio Bleibtreu da otro quiebro apasionante porque no es ni más ni menos que a Attilio Bleibtreu a quien le debemos toda la información que existe (documentalmente, por lo menos) sobre los tiempos de Hitler en Viena, cuando era lo que nunca debió dejar jamás de ser: un muerto de hambre (aquellos de mis lectores que quieran refrescar esto, pueden leer esta serie de Viena Directo). Fue en ese año, después de la “anexión” de Austria, cuando Attilio Bleibtreu recibió una visita delicada. Fue a verle el yerno del Doctor Bloch, el médico judío al que Hitler respetó porque se había encargado de su madre, Klara Hitler. Este hombre le encargó que investigase sobre la vida de Hitler durante sus tiempos en Viena. Se incorporó así pues Attilio Bleibtreu al equipo del majara de Rudolf Hess.

Bleibtreu hace su trabajo y la Gestapo casi se lo carga por ello

La misión del padre de Monica Bleibtreu era la de encontrar cualquier tipo de documento sobre Hitler que pudiera ser hallado (cartas, pinturas de Hitler, lo que fuera) para entregarlo al archivo de Munich, en donde se hallan actualmente, por cierto. El motivo de este interés por parte del Estado nacionalsocialista era doble. Por un lado, querían eternizar al Führer en aquellos tiempos que los locos aquellos consideraban “fundacionales” de un nuevo orden que duraría mil años. Por otro lado, controlar las fuentes de información sobre los orígenes del dictador, en los que se incluía un padre borrachín y de mano ligera y con una cierta propensión a acostarse con las sirvientas, del que, además, se decía que tenía antepasados judíos.

Bleibtreu, incluso convenció al doctor Bloch de que pusiera por escrito sus recuerdos sobre Klara Hitler (nacida Plötzl), un ama de casa totalmente descolorida, aplastada por la presencia del bestia de su marido, que había muerto de cáncer antes de la primera guerra mundial.

En aquellos tiempos, nada era seguro, y Bleibtreu, a pesar del “encarguito” del yerno del doctor Bloch no gozó de la simpatía del régimen hitleriano. Por lo pronto, le denegaron el carnet del NSDAP cuando lo pidió. Bleibtreu, entonces, intentó congraciarse con los jerarcas nazis y, en su calidad de publicista, periodista y hombre esposado a una máquina de escribir, propuso al partido un libro que se hubiera llamado “El año de los alemanes” en el que 350 prominentes del régimen nacionalsocialista escribirían sus idas de olla. El proyecto, como la carrera musical de Jesús Vázquez, no cuajó, y Bleibtreu, que debía de ser también un poquito bocachanclas, empezóa a tener problemas con los ocupantes de Austria, que le reprochaban no ser “demasiado fiable” y que, además, le echaban en cara que, como hijo ilegítimo, no se podía estar seguro de que fuera ario.

En 1940, finalmente la Gestapo le echó el guante, y el bueno de Bleibtreu pasó por varias prisiones.

Después de la guerra, Attilio Bleibtreu sintió la llamada de la sangre y se hizo cargo de un teatrito vienés que parecía estar siempre al borde de la ruina. Se trataba del Wiener Zimmerbühne, en Mödling. El padre de Monica Bleibtreu murió en 1963 y está enterrado en Viena, la ciudad que le vio nacer.

Nuestra siguiente parada también tiene uno de sus momentos estelares en la dura Viena de posguerra. Un momento ¿Quién es esa señora, con la bata que le dice a Alida Valli que en su casa no quiere escándalos? ¿Conoce la anciana a Harry Lime? Nos enteraremos mañana…

 


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