Comparte si te indigna

IndignadoLa necesidad de competir por la atención del lector ha implantado un estilo de comunicación que aspira a convertirnos a todos en imbéciles sin criterio.

4 de Febrero.- Querida Ainara (*) : una de las cosas que debe tener en cuenta alguien que se dedique, como tu tío, a escribir en un medio (aunque el medio sea tan pequeño como Viena Directo) es que ya nadie paga por la información que recibe. Desde que internet existe, los medios de pago han dejado de ser masivos (o, por lo menos, lo masivos que eran antes) y, al mismo tiempo, el coste de producir una información que, cada vez, es de consumo más rápido, se acerca cada vez más a cero. Esto último particularmente, ha hecho que la oferta y, por lo tanto, los que compiten por la atención de un número de lectores que ha permanecido más o menos igual, haya aumentado brutalmente. Desde el advenimiento de internet y, más aún, desde el advenimiento de las llamadas “redes sociales” (Facebook, básicamente) los que escriben y publican en internet se las ven y se las desean para captar la atención del lector.

Las capas más profundas del encéfalo

Ya no vale con que los contenidos sean interesantes o de calidad –sin falsa modestia te digo que estoy convencido de que Viena Directo es uno de los blogs más interesantes y escritos con más cuidado que conozco, y no es porque lo haga yo- sino que, quienes escriben y publican en internet han descubierto que, para hacer que, cuando el lector vea el enlace, sienta la necesidad de clicar en él, hace falta un escalón previo y ese escalón es el de provocar una reacción emocional en el receptor.

Por definición, las reacciones emocionales solo pueden provocárnoslas estímulos que rodeen nuestra capacidad de análisis. O sea, esas cosas que viven en las profundidades más animales de nuestro encéfalo. Son, principalmente, dos: una, la cólera y dos, el sexo.

Para comprobar hasta qué punto cualquier medio, noticia o fenómeno viral que quiera ser masivo tiene que cumplir con esta premisa, no hay más que ver las webs de los periódicos austriacos gratuitos o, simplemente, abrir cada día el Facebook de uno con una cierta atención. Los periódicos gratuitos austriacos viven del retorcimiento emocional (la mayoría de las veces hasta extremos grotescos) de las noticias que publican. Si un grupo de inmigrantes ha sido acogido en un hotel de Salzburgo, anunciarán, por ejemplo, que la llegada masiva de inmigrantes a la capital que el Salzbach riega tiene a todas las personas de bien en un sinvivir. Si hay dos políticos del mismo partido que tienen opiniones divergentes, titularán que hay una lucha de poder titánica entre estas dos personas. Naturalmente, como el lenguaje es un creador de realidad (de hecho, es el creador de realidad más potente del que disponemos como especie) los dos políticos que, en otra circunstancia, quizá hubieran resuelto sus divergencias delante de una taza de café, se ven casi obligados al ser su conflicto público y magnificado casi a calzarse la armadura y a luchar, espada en mano, por una enmienda a los presupuestos generales del Estado, pongamos por caso.

El agit-prop español

En España, el agit-prop cibernético está alcanzando, a través de Facebook –en España no hay prensa amarilla digna de ese nombre- grandes cotas de virtuosismo a través de lo que yo llamo marketing político de guerrilla. Da lo mismo la tendencia, pero todos utilizan el mismo señuelo para aumentar el tráfico de sus webs. Se da un titular falso (grotescamente falso, en la mayoría de los casos) y luego se pide al sufrido receptor que “comparta si le indigna”.

Sé de lo que hablo porque en mi Facebook, como nada de lo humano me es ajeno, tengo amigos de las más variadas tendencias políticas –por suerte, no tengo nacionalistas, pero de lo demás tengo de todo-. Desde los cristianos afines a los sectores más conservadores de la iglesia a los que todos los días se meten en vena un chute del elplural.com, o de los que están al 100% con sus fuerzas armadas (or whatever that means) o los que ponen el grito en el cielo con hartos.org, todos, todos, todos, todos, todos, pican en algún momento y, en algún minuto de sus jornadas diarias, frente al teléfono o frente al ordenador, no pueden dejar de clicar algún titular diseñado para estimular en ellos la parte más baja de sus emociones.

No es arriesgado decir que esta forma de comunicar ha cambiado no solamente nuestra manera propia de explicarle a nuestras amistades las cosas que nos pasan en la vida –todos nos vemos en la necesidad de hacer más interesante lo que nos sucede, porque “competimos” en la atención de nuestros conocidos con otra gente que se esfuerza en hacer “sensacional” lo que piensa-. Los políticos, por ejemplo, también se ven en la necesidad de adaptar su mensaje a estos nuevos tiempos, particularmente aquellos que quieren pasar por más progresistas y han adoptado un estilo de comunicación que sugiere que, de un momento a otro, va a suceder el fin del mundo si no se renueva, pongamos por caso, el alcantarillado de Valdeajosporros de Arriba.

Personalmente, creo que es un gran retroceso porque estamos perdiendo lo que nos hace humanos, que es la capacidad de análisis, lanzados de cabeza a un torbellino emocional –ese nefasto llamamiento a la indignación del abuelito francés- en donde parece que, si no te mesas los cabellos y te arañas la cara ante una “injusticia” no solo no eres moderno, sino que eres además un sinsustancia.

Yo solo sé una cosa: las palabras “comparte si te indigna”, en mi caso, son la manera más segura de que le pierda el respeto a quien ha hecho que el post llegue a mi muro.

Besos de tu tío

(*)Ainara es la sobrina del autor


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Comentarios

Una respuesta a «Comparte si te indigna»

  1. Avatar de K
    K

    Odio ese tipo de titulares y desde hace tiempo me quejo de lo mismo, así como de los que comparten y viralizan fotos con mensajes sin molestarse en verificar si la información es correcta o no. Ahora bien, de eso a llamar nefasto al llamamiento de Hessel creo que hay un trecho. Según suena parece que aquí se juzgue la llamada por la respuesta que otros dan a ella. Llamada que de hecho no dice sólo “Indignaos”, que puede ser un sentimiento más momentáneo y visceral, sino que añade “Comprometeos”, que exige trabajo a largo plazo. Nefasto es quejarse todo el día mientras se espera que otro nos arregle el problema (ya sea ese otro de izquierda, derecha, arriba o abajo), pero el llamamiento creo que tiene poco de eso. Lo siento si he dado mucha importancia a algo que no es el tema principal de la entrada.

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