Agradecido y emocionado

FotosHoy, con la grata excusa de los vinos y las fotos, ha vuelto a repetirse un milagro que, no por infrecuente, es menos agradable.

20 de Febrero.- Cuando hablo por teléfono con ella, mi sobrina Ainara me dice siempre:

-Tío Paco, tengo una preguntita.

Y yo:

-A ver, Ainara, cariño, qué quieres saber.

-¿Es verdad que soy famosa en Viena?

-Claro, Ainara. En Viena eres una niña muy famosa, la gente sabe que existes y, aunque nunca han visto una foto tuya, saben que estás ahí, en España y yo, de vez en cuando, pues cuento cosas que te pasan.

Siempre, casi matemáticamente, sucede un silencio al otro lado de la línea y es que Ainara se queda impresionada de que, en Viena, esa ciudad que para ella es casi de ficción, haya gente que sepa de su existencia de niña que hoy, por cierto, se ha llevado un sofocón porque ha suspendido un examen de lengua (nada grave: en realidad, estaba aprobado, pero la maestra, con ese sentido del bien y del mal algo extraño que a veces anima a los docentes, ha decidido darle un escarmiento a toda la clase para…Bueno, en realidad, no sé para qué).

Hoy se me ha olvidado contarle esta película a una lectora que, en mi exposición de fotos, se me ha acercado y con la que he estado charlando muy agradablemente. Es una persona que no solo me lee a diario, sino que también me lee con mucho conocimiento y, según ella misma me ha confesado, alguna que otra vez se queda dándole vueltas a las cosas que escribo, cosa que es, al fin y al cabo, el sueño de los que le damos a la tecla.

Y es que, con las fotos y los vinos como excusa, hoy ha vuelto a suceder el milagro que hace que yo saque fuerzas para escribir este blog todos los días no importa lo que suceda en mi vida (que últimamente, la verdad, es mucho y, aunque estresante, afortunadamente todo bueno).

Es un milagro que se repite no muy a menudo, porque pocas veces tengo la gratísima ocasión de hablar cara a cara con los que estáis al otro lado, pero de verdad, os lo digo de corazón: conoceros, intercambiar unas palabras con vosotros, es lo más chulo que tiene escribir este blog. Las historias que escucho y, sobre todo, la manera en que me las contáis, la limpieza y la franqueza y el agrado entrañable con el que os dirigís a mí –esto del agrado es una cosa que, desgraciadamente, me temo que está muy pasado de moda- hacen que me sienta muy agradecido, de corazón, y que dé por buenos los quebraderos de cabeza que tengo algunos días a la hora de elegir el tema sobre el que escribiré o cuando hay momentos en que me desanimo y me digo a mí mismo que por qué me molesto en escribir todos los días si, quizá, con un día sí y otro no, o quizá con dos días por semana, iríamos todos que nos mataríamos y meteríamos gol.

No tengo palabras para deciros, de verdad, lo afortunado que me siento y lo que me recarga las pilas el saber que, cuando publique el post, estaréis ahí para leerlo (bueno, este quizá ya mañana, porque es de madrugada).


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