La víspera del día del libro

Hombre leyendo¿Leen los niños más en Austria que en España? ¿Son eficaces las campañas de fomento de la lectura? Mañana es el día de libro. Espero que Ainara lo sepa.

22 de Abril.- Querida Ainara (*) : soy consciente de que, a tu edad, o sea, a los siete años que ya van velozmente hacia los ocho, la suerte, en el asunto del que te voy a hablar hoy, está echada. A estas horas, o bien serás –como muchos de nosotros- una lectora, o bien serán los libros para ti como para muchas personas es la ecología o para muchos políticos la honradez. O sea, parte de ese “deber ser” que todos sabemos que debería imperar en toda vida pero que, unos para unas cosas, otros para otras, nos da pereza abordar.

En mi caso, quizá ha sido la de lector una de mis ocupaciones más constantes y más placenteras. Nunca ha sido para mí un pasatiempo, la verdad, sino muchísimo, pero que muchísimo más. Sobre todo, la lectura ha sido para mí compañía y eso, Ainara, es decir muchísimo. Porque la búsqueda de la compañía implica, sobre todo, el reconocimiento de una soledad íntima.

Creo que a todos nos pasa lo mismo en mayor o menor medida, solo que los que leemos tenemos la ventaja de que hemos aprendido a reconocerlo. La mayoría de la gente tiene mucho miedo de saber que está sola. De manera que estoy convencido de que muchas de las personas que espían esta correspondencia nuestra podrían decir lo mismo. Si el libro es bueno, ante todo, acompaña. Porque nos abre la puerta al alma de una persona que sintió como nosotros, que vio el mundo como nosotros y queconsigue hacérnoslo ver y, así, hacernos ver también que no somos los primeros y que no estamos tan aislados.

El autor es ese amigo que está tan distante de nosotros pero que al mismo tiempo comparte una de las partes más íntimas de nosotros mismos. Con los escritores de los libros que más amamos, que llegan a ser parte de nuestra carne y de nuestra sangre porque son parte inseparable de nuestra memoria, pasa lo mismo que a mí me pasa con algunos profesores míos de la infancia, desgraciadamente desaparecidos de este mundo ¡Qué no daría yo por hablar con ellos, por comentarles como hombre lo que no supe comentarles cuando era un niño!

No sé como es en España, porque me da la sensación de que ya va siendo largo el tiempo de que allí falto, pero tengo la sensación de que los niños austriacos (sobre todo los de una clase social determinada) leen más que los niños españoles  y que los austriacos, generalmente, leen más que nosotros ¿Es por el clima? ¿Es por el Gobierno? ¿Es por la televisión? Yo creo que es, sobre todo, por la mentalidad de sus padres. Personalmente, creo muy poco en la eficacia de las campañas de fomento de la lectura porque, en general, llegan tarde, cuando el crío tiene diez años y los libros ya son para él un país que es demasiado tarde para pisar. Creo Ainara, que el tener unos padres, si no lectores, sí conscientes de la importancia que tiene en la formación de una persona el tener a mano los libros adecuados, es fundamental para que un niño adquiera un sostén del alma sin el que, de adulto, no sabría vivir.

En Austria, mucho más que en España, hay muchísimas librerías o departamentos de grandes librerías dedicadas a las necesidades de los niños. Con libros, me da la sensación, que no los tratan como a imbéciles. Yo, muchas veces, me quedo embobado con los volúmenes divertidos pero rigurosos que reciben algunos niños austriacos cercanos a mí, de regalo por navidades o por su cumpleaños. Libros que estimulan la fantasía, que abren el apetito de saber. Libros que cuentan historias.

Yo, de chico, para encontrar esos libros, tuve que acudir y rebuscar incansablemente en la literatura hecha para adultos (o así) y, buscando respuestas que las personas que tenía a mi alrededor no me daban, tuve la sensación a veces de ser una especie de monstruo de la naturaleza.

Si bien sé perfectamente que la elección de los libros que leemos en cada momento es uno de los pocos actos de rebeldía que todavía podemos acometer, sí que me gustaría que encontrases una mano amiga que te guiase por ese país hermoso y hospitalario de las letras. Tu tío no puede. Está en Austria, demasiado lejos. Es una pena.

Besos de tu tío

(*) Ainara es la sobrina del autor


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Comentarios

3 respuestas a «La víspera del día del libro»

  1. Avatar de Sandra
    Sandra

    Hola Paco,tengo dos niñas y en España me era casi imposible comprarles un libro porque la realidad es que son muy caros.Cierto que tiraba de las bibliotecas públicas,pero para comprar un libro bueno,entretenido y nuevo me costaba un montón.Aquí los sueldos ayudan y veo libros más baratos.Yo a veces he tenido que elegir entre comprarme un libro o hacer la compra para varios días.Y nos encanta leer,pero no podemos a veces lo que nos gustaría.Un saludo.

  2. Avatar de victoria
    victoria

    Cuando yo era pequeña eso de las bibliotecas se llevaba poco. Me crié en un pueblo e iba a una escuela de esas que tenían una estufa y en la que los alumnos barríamos y limpiábamos el polvo. Aún así, siempre me gustó muchísimo leer. A los diez años, una caja de ahorros abrió una sucursal en un edificio, e incluyó, como obra social, una biblioteca. Entonces el mundo se abrió ante mí. Primero fueron los tebeos, a los que era adicta, luego los libros de Enyd Blyton (Los Cinco), y a los doce ya me atreví con la Ilíada. Luego cayeron Hamlet y Ana Karenina. Mi universo, un pueblo de la polvorienta Castilla, se amplió. Los libros me hablaban de los héroes de un lugar llamado Troya, de Grecia (también teníamos a Aristófanes), de Rusia (qué hubiera hecho yo sin Tolstoi), de sitios extraños con costumbres extrañas, pero que a mí, que siempre tuve fama de rara, me resultaban fascinantes. Luego, en el insti, la lista se amplió. Allí también había una biblioteca, y Nietzsche se apareció a mis ojos, como también García Márquez. Mis padres nunca me compraron un libro, más que los de texto, de hecho mi madre decía que leer libros “de esos” no era bueno para la cabeza, pero eso no me ha impedido nunca leer. Y siempre, si tengo que elegir entre tomar una caña, comprarme un jersey, o irme de puente, siempre, sintiéndolo mucho, gana el libro. Los libros llenaron la infancia de mi hijo, mucho más que los juguetes, y hoy, como premio, llenan su vida profesional. Cuando estoy triste cojo un libro y se me pasa, y si tengo uno a mano nunca me siento sola. No podría vivir sin los libros porque, como se decía en la Biblioteca de Alejandría, son alimento para el espíritu.

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Qué bonito, Victoria. Hay tantas cosas de las que has dicho que yo podría suscribir…:) un saludo muy cordial

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