La poesía y la prosa

EscaleraMe van a permitir mis lectores un homenaje a una persona, un tiempo y un lugar, sin los que, quizá, Viena Directo no hubiera existido nunca.

5 de Mayo.- Hoy, queridos lectores, quisiera hacerle un homenaje a una persona sin la cual, quizá, Viena Directo no hubiera existido nunca o lo hubiera hecho de una manera muy distinta.

Si, aparte del legítimo de entretener a mis lectores y compartir lo que sé, yo he tenido un deseo en la vida, ese deseo (ardoroso, apasionado, insensato) fue trabajar en la televisión. Fueron cinco años que se terminaron con un poco de dolor, porque la agonía fue larga. Pero fueron los cinco años más hermosos de mi vida, de los que disfruté cada segundo, a pesar de que la tele es un amo ingrato y, como isla misteriosa a la que volver con la nostalgia, puede llegar a ser bien poca cosa.

Pero qué años, señores, qué años. Todo parecía posible entonces y, de los dos componentes que la vida está hecha, la prosa de los días y la poesía del futuro, entonces todos teníamos mucha más de la segunda y, si alguien nos lo hubiera pedido, no nos hubiera importado nada jugárnosla a una carta. Por aquellos pasillos, de vez en cuando me cruzaba con Jesús Hermida. Como muchos hombres de su generación, Jesús Hermida era más bien pequeño y, la verdad, bastante cabezón (es una cosa que también le pasa a otro animal televisivo, Jesús Vázquez). Siempre iba muy bien vestido, costaba imaginarle de esport, con unos trajes estupendamente cortados y siempre, siempre, siempre, saludaba. Educadísimo. Buenos días, buenas tardes. Era el marchamo de los que venían de “la española” y se habían educado en una tele en la que a Mayra Gómez Kemp la veían dieciséis millones de personas cada viernes. Y siempre, no sé por qué, a mí me dio la sensación de ser Jesús Hermida un hombre un poco melancólico, a pesar de que las lenguas de vecindonas contaban que, en su despacho –cosa inaudita entonces- tenía una lámpara de rayos UVA con la que se mantenía moreno (quizá para que no le tuvieran que maquillar, que es una de las cosas que peor se lleva de la tele).

Para mí, aquellos encuentros en los pasillos de Antena 3 eran la materialización del sueño de mi infancia. Desde siempre tuve el convencimiento de que, algún día, un suponer, cuando yo trabajara de redactor(no tenía entonces sueño más alto, a pesar de que sabía que los redactores eran al periodismo lo que los cocineros del McDonald´s a los del Bulli) un día, podría acercarme a Jesús Hermida y decirle:

-Hola Jesús, buenas tardes. Como mucha gente, le admiro desde niño (vamos, desde que era niño yo, no usted). No quiero que me saque en la tele, no quiero ser famoso. Solo quiero sentarme bien cerca de usted todo lo que usted me deje, y aprender. Beberme todo lo que usted sabe para poder seguir haciendo lo mismo que usted durante toda mi vida.

Son los sueños que se tienen de niño. Lo que tienen de románticos les amortigua un poco lo que tienen de estúpidos. Este, como otros, nunca se materializará.

Durante muchos años, Jesús Hermida fue mi guía como un espíritu paternal y familiar. Sin que nadie lo supiera. Cada mañana, poco antes de irme al colegio, le escuchaba su mantra de aquella tele mañanera “El sol sale para todos” y yo me consolaba pensando que algún dia saldría también para mí.

Era mi guía Y lo es hoy, cada día, aún, cuando me pongo a escribir los posts de Viena Directo. Su estilo estaba hecho para personas que aún creían en la amabilidad, en el deseo de ser más, de aprender más. Y era un estilo que, a fuer de relamido, podía llegar a ser algo cursi, soy perfectamente consciente. Pero su estilo, mejor o peor, estaba hecho pensando en el espectador de calidad. Viena Directo, igual. Para mí, es mucho más importante un lector “bueno” (inteligente, culto, amable, tolerante, abierto) que cien lectores de esos que solo ven vídeos en Facebook en donde la gente se tira por un puente y sobrevive.

Siendo uno de los tres genios que ha dado la televisión española (los otros dos son Chicho Ibañez Serrador y Emilio Aragón, al que un día se le hará la justicia que merece, porque volvió a inventarlo todo) a Jesús Hermida le fue apartando de la pantalla el cambio de los gustos del público, que también era un cambio (y muy profundo) de la médula cultural del país. Los españoles siempre hemos sido, como todos los pueblos mediterráneos, muy amantes de las personas “que hablaban bien” (desde Cicerón a la Pasionaria, terminando por Felipe González, el conde de Romanones o Julio Anguita) cuando la tele empezó a ser cosa de la steadycam, Jesús Hermida se tuvo que ir a su casa.

Le jubiló el PP de Aznar, durante cuya hegemonía, Hermida abandonó unos platós que ya estaban tomados por las mamachichos y la gente que olía a pies mientras les grababan veinticuatro horas, y pasó a un puesto de nombre rimbombante para el que pienso, honradamente, que llegaba tarde. Porque no todos los gobernadores civiles valen para presidente del gobierno y Jesús Hermida era un estupendísimo, dignísimo, gobernador civil del periodismo (lo mismo que yo jamás escribiré una novela buena, porque no me da el talento para más y no pasa nada, señora, el mundo no se va a hundir por eso).

Su última gran apuesta fue “Buenos días, España” un programa que, en aquella de Aznar, a muchos se les atragantó. Hermida intentó volver a hacer lo que tan buenos resultados le había dado antes, que era recuperar formatos americanos (en este caso Good Morning America) pero, como decía el poeta, nosotros, los de entonces, ya no éramos los mismos.

De vez en cuando, como un fantasma de una época en que los periodistas se hacían fuera de España, en corresponsalías en donde les dejaban decir lo que en España no se podía, Jesús Hermida, autor del periodismo, prestaba su prestigio para cubrir de gloria alguna fatuidad (por ejemplo, la última entrevista al rey padre, que Hermida nunca debió hacer).

Hoy, a los ex trabajadores de Antena 3, no nos dejan entrar en la casa para ver a los amigos y Jesús Hermida ha muerto. Así terminan los sueños de infancia. Generalmente, mal. Sin embargo, lo que no ha muerto,no morirá nunca, será la pasión de contar cosas y de contarlas bien. De manera inteligible y, a ser posible, hermosa.

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Comentarios

2 respuestas a «La poesía y la prosa»

  1. Avatar de Ana
    Ana

    Gracias por llamarme: “lectora inteligente, culta, abierta, amable, tolerante…” 😀

    A mí también me dio pena la muerte de Jesús Hermida, parece que la gente a la que veíamos de niños en la tele sea eterna y no se vaya a morir nunca. Pero son humanos, claro.

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Hola Ana! No dije más que la verdad 😉

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