Se vende búnker

EscaladorHoy, después de siete años de negociaciones, una de las reliquias nazis de esta capital ha cambiado de manos.

28 de Mayo.- Para bien y, durante mucho tiempo, para mal, una de las señas de identidad arquitectónicas más características de Viena son los búnkeres para la artillería antiaérea que se construyeron durante la segunda guerra mundial.

La mayoría no tienen más uso que el de servir de testigos mudos de lo que fue una etapa muy negra de la historia de Austria: la dictadura nazi y la segunda guerra mundial. Sin embargo, el búnker del que vamos a hablar hoy sí que tiene un uso digamos lúdico, con el cual se ha tratado siempre de disfrazar un tanto las fantasmales proporciones de un edificio que nunca debió ser construido.

Se trata del búnker del Sterhazy Park, en el distrito seis. Frente por frente del Apollo Kino y a dos pasos de una de las arterias comerciales de esta capital: la Mariahilferstrasse.

En las instalaciones del búnker hay una parte que se conserva aproximadamente como durante la guerra, en el sótano, está instalado el Museo de la Tortura (ole con ole y olá, la alegría de los austriacos), por sus paredes escalan, en verano, los aficionados a la escalada urbana (el edificio, alto y de aspecto macizo, se presta mucho para instalar un rocódromo), en la cúspide hay una cafetería y un mirador desde el que se domina la ciudad de Viena (se abrió en los años cincuenta, quizá pensando en que algún uso habría que darle a la mole de cemento aquella) y, finalmente, el exíguo espacio interior lo ocupa la Haus des Meeres (o Casa de los Mares) que es una especie de zoológico extraño a cubierto que es uno de los planes perfectos para esos días de otoño o de primavera en que en Viena llueve y no sabe uno qué hacer con los niños.

Haus des Meeres

Hasta el día de hoy, la Haus des Meeres, regida por una fundación, le pagaba todos los meses a la Ciudad de Viena, propietaria del búnker 5300 euros de alquiler. Sin embargo, desde hace siete años la fundación Haus des Meeres llevaba peleando para lo que por fin ha sucedido hoy: la ciudad de Viena le ha vendido a la fundación el búnker por la suma simbólica de un euro. Y la verdad parece, por lo menos a primera vista, que el trato es un negocio redondo para la ciudad de Viena. Por lo pronto, el Sterhazypark continúa siendo de titularidad pública, los escaladores podrán seguir escalando y, en el caso de que el zoo, algún día, decida que el negocio no es rentable, la ciudad de Viena conserva el derecho de echarse atrás y de recuperar la propiedad del monumento.

¿Qué gana Viena? ¿Qué ganamos todos? Aunque parezca mentira, el mantener un bicho de esas características sale por un pico al año porque los búnkeres, a pesar de estar hechos antibomba, sufren los mismos desperfectos provocados por la intemperie que los demás edificios. Además, tienen ya más de setenta años y, aunque el Reich fuera a durar mil años, los años pasan para todo el mundo. Tener los edificios estos saneados y seguros cuesta un dineral y, además, es un dineral muy poco vistoso de cara a la política. No queda muy bien en unas elecciones decir que estás gastándote los laureles del contribuyente en evitar que se caiga una reliquia nazi.

En fin: los flamantes propietarios de la Haus des Meeres ya tienen nuevos proyectos: construir dos ascensores panorámicos que conviertan su mirador en un lugar privilegiado para ver Viena. Les costarán, según sus cálculos, cuatro millones de Euros.

 


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